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“Disculpe señor, ¿puede ayudarme?” preguntó la niña parada en la entrada de la sinagoga de Dublin. “Me gustaría ir a Israel a trabajar en un kibutz. ¿Tiene alguna información sobre programas para jóvenes?”.
El Sr. Mandel, cuidador de la sinagoga, había sido tomado por sorpresa. Parada en frente de él en jeans y una mochila en la espalda estaba una niña judía americana que ¡obviamente no tenía idea que esa noche era el Seder de Pesaj!
Karen, de Long Island, estaba estudiando en un programa de intercambio en la Universidad de Shannon. (No hay judíos en la ciudad de Shannon en Irlanda). Luego de leer el libro “Éxodo”, se inspiró y decidió ir a Israel. Mientras estaba acostada en un saco de dormir en el piso de la casa de una amiga de Dublin, ojeaba el libro “Lugares para visitar en Dublin”. Bajo el título “Sinagogas” había tres direcciones.
Karen abordó un autobús al azar y le preguntó al conductor si pasaba por alguno de aquellos lugares. Una de las sinagogas estaba en su ruta. Mientras el autobús se acercaba a su destino el conductor, un irlandés católico, detuvo el autobús y tomó a Karen de la mano mostrándole el camino para que no se perdiera.
El Sr. Mandel le explicó que dado que esa noche era Pesaj, él la llevaría a la casa de la familia Cohen para el Seder. Esta familia planeaba hacer Aliá pronto, y tenía toda la información que ella necesitaba.
Karen rápidamente salió y trajo un lindo vestido y mientras entraba a la casa de la familia Cohen fue inmediatamente llevada a pelar papas. El Seder fue el más especial que Karen había visto, lleno de canciones, niños alegres y de una discusión intelectualmente estimulante. Sin embargo, a la mañana siguiente Karen anunció que debía regresar a Shannon.
Los niños de la familia Cohen gritaron, “¡Pero hoy en la noche es el segundo Seder!” Karen accedió a quedarse. Después, fue informada de que “la noche siguiente era Shabat y que después de eso ¡empezaban los últimos días de Pesaj!”. Después de pasar toda la semana con la familia Cohen, Karen fue adoptada como miembro de la familia y volvió todos los Shabatot hasta fin de año, momento en el cual la familia Cohen hizo Aliá.
Karen los siguió y terminó en un kibutz religioso, donde conoció a un estudiante de Ieshivá de Inglaterra. Ahora están casados y difundiendo la Torá a otros.
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“¡Quiero que mi hijo Paul sea judío!” proclamó David. “¡Rabino! Por favor métalo a la mikve y hágalo judío!”
David creció en una típica casa judía americana en una pequeña ciudad y se casó con una mujer no judía. Ellos tuvieron un hijo y luego se divorciaron, dejando a David con la custodia de su hijo Paul de tres años.
David vivía ahora con otra mujer no judía (también divorciada y con la custodia de dos niños). Ambos estaban muy asustados como para comprometerse y casarse. El rabino, consciente de la situación de David, no tenía ningún apuro por convertir al niño. Por otra parte, él no podía rechazar categóricamente el pedido. “¿Por qué no le enseñas a Paul lo que significa ser judío y le muestras el interior de una sinagoga?”, sugirió el rabino a David.
Desde esa semana en adelante, David y Paul eran asistentes regulares del servicio de viernes en la noche. El servicio de una hora estaba lleno de cantos y espíritu, en contraste con la sinagoga a la que David recordaba haber asistido de niño – que era más como una obra teatral que presentaba cantos tipo ópera y donde se tocaba un órgano que hacía que David recordara una iglesia.
Luego vino el invierno. El horario de Shabat temprano a las 4 PM - además de la nieve y el mal tiempo – era causa de que frecuentemente faltara asistencia a la sinagoga. David seguía yendo, pero habitualmente tenía que esperar al resto del Minián. Durante este tiempo él leía algunos libros judíos en la biblioteca de la sinagoga y realmente llegó a interesarse por el judaísmo. Se llevó libros a la casa para su novia y los leían y los discutían por horas.
David empezó a hacer muchas preguntas y se hizo cercano a la familia del rabino. El final de historia es que David se hizo religioso, Sherry se convirtió junto con los tres niños y el rabino los casó. Ahora ellos pertenecen a una fuerte comunidad judía y son muy felices.
Estas historias son dos pequeños ejemplos de la profecía de la Parashá Nitzavim de un fenómeno del que somos testigos hoy en día. La Torá predice que va a existir un “Movimiento de Baalei Teshuvá” (judíos que retornan a su fe): “Y volverás a tu Dios y lo escucharás … con todo tu corazón y tu alma” (Deuteronomio 30:2). Este movimiento no se soñaba hace algunas décadas y ahora se ha esparcido a través del mundo en todos los lugares donde viven judíos.
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Parashá Nitzavim: El Pacto
En el día de la muerte de Moshé, él reunió a todo el pueblo para entrar en un pacto formal con Dios. El hecho de que el Creador del Universo llegue a un acuerdo con los seres humanos (¡firmado en la línea punteada!) es abrumador en sí mismo. Las condiciones del trato están detalladas en la parashá de la semana pasada y aplica incluso a generaciones que nacieron posteriormente (así como a futuros conversos).
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Advertencia Contra la Idolatría
Moshé dice: Entrarán a la tierra y observarán a sus ídolos. Los de madera y de piedras están bajo cada árbol y en cada valle; los de oro y plata están cerrados bajo llave. (¡Ni siquiera pueden protegerse a ellos mismos!) Cuando Laván persiguió a Yaakov y lo acusó de robarle un dios, los niños lo reprocharon, “Abuelo, ¿por qué no te buscas un dios que no puedan robarte?”.
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Predicciones que se Materializan
Israel hoy en día, también es una maravilla agrícola. Durante los dos mil años de exilio, numerosos imperios conquistaron la tierra e incontables guerras se pelearon para poseerla. Y sin embargo, sorprendentemente, ningún conquistador fue exitoso en asentarse permanentemente en la tierra o en hacer que el desierto floreciera. Sólo cuando el pueblo judío retornó esto sucedió.
La Torá predice:
“Una generación futura verá la plaga y la enfermedad dirigida contra la tierra – nada será plantado y nada crecerá, ni siquiera pasto. Ellos preguntarán: ¿Qué causó este asombroso enojo? Y ellos responderán: Porque abandonaron el pacto de Dios que los sacó de la tierra de Egipto. Y adoraron otros dioses”. (Deuteronomio 29:21-25 parafraseado).
Mark Twain escribió en su visita a la Tierra de Israel en 1867:
“Una tierra desolada cuyo suelo, a pesar de ser rico, produce sólo arbustos espinosos y campos de cardos - un silencioso duelo se expande. Existe ahí un estado tal de abandono que incluso la imaginación es incapaz de asegurar la posibilidad de vida y productividad. Arribamos en paz al Monte Tabor; no vimos una sola alma en todo el camino. En cada lugar al que fuimos no había ni un árbol ni un arbusto. Incluso el olivo y el cactus, aquellos fieles amigos de las tierras infértiles, están casi completamente ausentes en Israel. La tierra de Israel se viste de saco y cenizas…” (The Innocents Abroad, 1867)
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Responsabilidad Comunitaria
Nuestra parashá dice:
“Los asuntos escondidos son para que Dios se ocupe de ellos. Sin embargo, los asuntos revelados son para nosotros y nuestros descendientes para siempre, para que cumplamos con las palabras de esta Torá” (Deuteronomio 29:28)
A pesar de que no somos responsables de lo que otros pueden estar pensando, sí compartimos cierta responsabilidad sobre los errores que ellos cometen, porque el pueblo judío aceptó sobre sí mismo la responsabilidad comunitaria sobre cada individuo. (Si es que tenemos la posibilidad de intervenir.)
El final de este verso contradice el mito de que la Torá fue posteriormente modificada y alivianada. La responsabilidad de cumplir todas las palabras de esta Torá ¡está sobre nosotros y sobre nuestros descendientes para siempre!
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El Movimiento de Baalei Teshuvá y el Retorno a la Tierra de Israel
Nuestra parashá dice:
“Y retornarás a tu Dios y lo escucharás con todo tu corazón y tu alma. Y Dios te retornará de los exilios y te reunirá desde todas las naciones en las que te ha esparcido. Incluso si has sido esparcido al final de los cielos (¡una colonia en la luna! – Rebbe de Klauzenberger) Dios te sacará de ahí y te llevará a la tierra que tus ancestros heredaron y que tú heredarás”. (Deuteronomio 30:1-5 parafraseado).
La profecía se ha cumplido en nuestra generación. Nunca antes en la historia judía tantos judíos han vuelto a la observancia de la Torá.
Muchos han dudado sobre si esta profecía se cumpliría. Hace cerca de 400 años el Papa Inocencio IV afirmó que el pueblo judío sería castigado por no aceptar la Cristiandad. Dijo que ellos serían ¡esparcidos alrededor del mundo (tal como ya estaban al momento de su “profecía”) y que nunca retornarían a Israel.
En 1948, los estudiosos del papado afirmaron que él se refería a Jerusalem. Sin embargo, desde 1967, la Iglesia Católica ha enfrentado un difícil problema ideológico.
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En Tu Boca y en Tu Corazón
“Porque esta mitzvá no está lejos de ti, no está en el cielo ni al otro lado del océano. El asunto está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón para que lo cumplas”. (Deuteronomio 30:11)
De acuerdo a Rashi, la mitzvá a la que se refiere este verso es el estudio de la Torá. La persona floja afirma que “la Torá está lejos, más allá de su alcance”. Realmente, está todo en tu boca y en tu corazón (el ángel le enseña a cada bebé en el útero toda la sabiduría, que posteriormente olvida – Midrash) ¡y luego debes cumplirla!
De acuerdo a Najmánides, este verso se refiere a la mitzvá de Teshuvá (retorno) que fue mencionada anteriormente. Cuando uno se encuentra a sí mismo lejos de Dios, existen tres fáciles pasos para retornar:
(1) Confesión (sólo delante de Dios).
(2) Arrepentimiento por los errores del pasado. (por ejemplo, “Si hubiera sabido la severidad de las consecuencias, ¡nunca hubiera cometido esos actos!”)
(3) Aceptación de cumplir todo lo anterior y nunca repetir este error.
En su lista de mitzvot, Maimónides sólo cuenta la “confesión” como una mitzvá. Pero sin el arrepentimiento y la aceptación, la confesión no tiene sentido. (“Por favor perdóneme Sr. Jack. ¡No estoy arrepentido y voy a repetir mi comportamiento mañana, pero de todas maneras perdóneme!”). Esto está insinuado en el verso de arriba: “En tu boca (confesión) y en tu corazón (arrepentimiento) para cumplirlas (aceptación)”.
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No Está en el Cielo
“La Torá no está en el cielo”. Si alguien afirma que fue al cielo y recibió una “Torá Nueva y Mejorada”, no le creas. ¡No hay nada más ahí arriba! Dios le dio al pueblo judío la custodia de la Torá y ha sido traspasada a través de las generaciones. (Rabino S. R. Hirsch)
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