Casada y Frustrada

3 min de lectura

Cómo manejar los momentos de frustración en el matrimonio.

En todo matrimonio habrán momentos de frustración, probablemente muchos de ellos. Solamente los muy jóvenes o los muy inocentes creen lo contrario.

Los momentos de frustración no son la razón por la cual fracasan los matrimonios. La forma en que lidiamos con ellos sí.

Si respondemos positivamente, reducimos la emoción y abrimos las puertas para una conversación importante y reveladora. Si reaccionamos negativamente, lo más probable es que el conflicto escale.

Digamos que le diste a tu esposo una lista de tareas para hacer y llegas a tu casa después de un largo día para encontrar que ninguno de los ítems de la lista se ha realizado. (¿Te ha pasado esto alguna vez?). La ineficiente, y quizás natural reacción, es gritar (siendo muy importantes los altos decibeles). "Nunca haces nada de lo que te pido. No puedo contar contigo para nada".

Si un observador externo calificara las posibilidades de éxito de este arrebato, ¿qué crees que te diría?

Existen varios problemas con esta técnica. El primero de ellos son los gritos. Cuando las personas (esposos, niños, compañeros de trabajo) escuchan gritos, se ponen a la defensiva y, más frecuentemente, simplemente se desconectan. Tu propia credibilidad, sin mencionar tu carácter, se daña por gritar.

El segundo problema con este arrebato es la palabra "nunca". Cuando las palabras "nunca" y "siempre" se utilizan para criticar, entonces, el receptor se siente atacado y poco apreciado. Es como si todas las veces que se comportaron de forma adecuada, todos los actos de bondad, etc., han sido olvidados; todos sus esfuerzos anteriores quedan anulados. Esto genera resentimiento y rabia (¡y tampoco logra que se realicen las tareas!).

El tercer problema es expresar frustración en forma de queja. ¿Clarificaste con tu marido previamente si acaso él tenía tiempo para hacer esas tareas? ¿Era una lista realista en relación al espacio de tiempo disponible? ¿Le expresaste un orden de prioridades? Si no le dijiste, no había forma de que él pudiese saberlo. Estos detalles no son accesibles a través de la intuición.

Dar el beneficio de la duda es más importante en relación a nuestra pareja.

Finalmente, tenemos una mitzvá de juzgar favorablemente, de asumir buena voluntad y las mejores intenciones, incluso si una visión superficial de la situación nos sugiere lo contrario. En ningún lugar es más importante que en relación a nuestra pareja. ¿Te detuviste a preguntar qué estuvo haciendo tu esposo toda la tarde antes de lanzar tu ataque?

¿Hubo una crisis de trabajo inesperada? ¿Los niños requirieron más ayuda con sus deberes que la anticipada? ¿Llamaron sus padres o incluso los tuyos con una petición urgente? ¿O quizás él realmente necesitaba algo de tiempo para relajarse? (Lo creas o no, lo último es también una necesidad legítima).

Presumiblemente él toma tus peticiones seriamente y no estaba tratando de decepcionarte deliberadamente. Si no le diste un espacio de tiempo razonable o no priorizaste tu lista con anterioridad, entonces, quizás la responsabilidad es tuya.

De cualquier forma tu reacción debería ser mucho más amorosa. Recuerda que ambos están del mismo lado. Las tareas son probablemente para beneficiar a la casa que están construyendo juntos.

Intenta en vez: "Lo siento. Debería haberme dado cuenta de cuán cansado estás. ¿Es posible que tan sólo saques la basura de la cocina?". "No todo tiene que ser hecho hoy pero me pone nerviosa tener la luz de la entrada quemada. Apreciaría mucho si pudieras arreglar eso". "Sé que es una lista larga; ¿Cuándo crees que podrías hacer las cosas?".

Si reconoces que éstas son mejores estrategias pero tu autocontrol te falla, no desesperes. Las disculpas pueden hacer maravillas.

"Lo siento por haberte gritado. Tuve una tarde frustrante". "No era mi intención hablarte así. Solamente tenía muchas ganas de que nuestros libros dejaran de estar en el suelo y pasaran a los nuevos estantes". "No debí haberme enojado así contigo; ¿Cómo podemos ayudarnos?".

Los conflictos son usualmente conducidos en forma de “adversarios”; yo en contra tuyo. Pero esto es un matrimonio. Ustedes no están en equipos opuestos. Sus metas son las mismas. Aferrarse a este reconocimiento debería remover (o al menos disminuir) el tono de animosidad. Ustedes dos están creando un matrimonio juntos y lidiar con las frustraciones de forma efectiva es otra forma de fortalecer los lazos. No busques (o provoques) momentos de frustración, pero cuando se produzcan, velos como la oportunidad de crecimiento que realmente son.

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