Eligiendo un Futuro Judío

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Porqué mi esposo y yo decidimos enviar a nuestros hijos a un colegio judío, a pesar de las dificultades financieras y de nuestra educación secular.

Viniendo de entornos judíos seculares, enviar a nuestros hijos a un colegio judío no era algo que considerábamos cuando comenzamos nuestra familia. Mi marido es israelí, y ambos sentimos una fuerte conexión con Israel y desde luego con nuestra identidad judía, pero no éramos observantes y sin duda nos faltaba mucho conocimiento. ¿Por qué honrar tradiciones y aspectos de la práctica del judaísmo si no entiendes el porqué? ¿Qué significado tiene la plegaria si no puedes entender las palabras o el profundo significado detrás de ellas?

¿Por qué honrar tradiciones y aspectos de la práctica del judaísmo si no entiendes el porqué?

Desde el comienzo de nuestro matrimonio encendíamos las velas de Shabat y recitábamos la bendición sobre el vino y la jalá, principalmente porque queríamos brindarle a nuestro hijo (mi marido era viudo con un hijo cuando nos casamos) una tradicional cena de viernes por la noche. Esto fue algo que ambos tuvimos al comienzo de nuestras infancias, pero que luego fue desapareciendo mientras crecíamos. Como ahora vivíamos en la ciudad de Nueva York, la tradición del viernes por la noche era principalmente una manera de terminar nuestra semana, y no una experiencia espiritual.

A medida que nuestra familia creció, nos mudamos a Nueva Jersey y nos hicimos amigos del rabino ortodoxo local y de su esposa, quienes vivían a la vuelta de nuestra casa. Por medio de nuestra amistad, observamos sus vidas y la conexión con su comunidad y comenzamos a desarrollar un nivel de entendimiento más alto sobre el judaísmo. Comenzamos a asistir a algunos servicios y eventos en su sinagoga, en donde sentimos que el judaísmo era algo vivo. Y comenzamos a aprender. Íbamos en auto a la sinagoga y nos recibían alegremente. No comíamos casher pero apreciaban nuestros esfuerzos para proveerles algo que pudieran comer en nuestra casa.

Nuestros hijos fueron a su preescolar y a su escuela hebrea, y cuando nuestra hija estaba terminando el jardín en una escuela pública, comenzamos a conversar sobre la idea de su futura educación judía.

Conocemos todas las estadísticas concernientes a la asimilación y comenzamos a entender a partir de nuestra experiencia propia de adoptar lentamente más observancias, que entender porqué tenemos ciertas leyes y tradiciones en el judaísmo es esencial para la decisión de practicarlas. En ese momento ya habíamos comenzado a respetar Shabat –no manejábamos, no cocinábamos, no mirábamos televisión y estábamos analizando casherizar nuestra cocina. Examinamos un colegio conservador y nos preguntamos si la escuela ortodoxa local sería demasiado judía.

Y luego, por supuesto, estaba el tema del costo. Vivimos en la ciudad de Nueva Jersey, que tiene escuelas públicas muy buenas. ¿Por qué deberíamos considerar poner sobre nosotros una carga económica excesiva?

Pero, alentados por un maestro que conocíamos, fuimos a visitarla. Para mí, era un mundo completamente descocido: escritura hebrea en toda la escuela, fotos de Israel y carteles conmemorando la participación de la escuela en los desfiles del día de Israel en el pasado, el hermoso sonido de niños en edad escolar cantando en hebreo resonando en los pasillos.

Tantas preguntas surgían en mi cabeza mientras caminábamos por la escuela y después que nos fuimos:

Si decidiéramos enviar a nuestra hija allí, ¿Podríamos pagarlo? ¿Cómo podría ayudarla con su tarea de estudios judaicos? ¿Sería la única madre con pantalones y que además no se cubre el cabello? Nuestra hija no comía casher, ¿cómo podríamos invitar a sus amigas de la escuela a nuestra casa? Y ¿qué pensaría mi familia sobre esta decisión, si ya estaban desconcertados por nuestro deseo de ser más observantes?

Creo que si llegas a este punto, un punto en el que sientes el deseo de darle a tus hijos más de lo que tú has tenido – una conexión más profunda con Israel, un entendimiento y amor verdadero por el judaísmo y por el hebreo, y un entendimiento y amor verdadero por la ley judía – puedes encontrar respuestas a todas tus preguntas y dejar de lado todos tus miedos. Algunos los resolví inmediatamente. Los otros, sólo después de convertirme en parte de la comunidad de la escuela supe que había un lugar para mí.

“Mami, ¿no te avergüenza que yo pueda leer y escribir en hebreo mejor que tú?”.

Finanzas

Sorprendentemente, incluso con los problemas económicos que enfrentan la mayoría de los colegios hoy en día, todavía existen fondos para ayudar a las familias a subsidiar el costo de la educación de los niños. Eso depende obviamente de la situación particular de cada uno, pero si las finanzas son el obstáculo principal, entonces te recomiendo que solicites alguna clase de ayuda financiera por medio de la escuela, inclusive si piensas que no vas a calificar.

Mi Falta de Conocimiento

Me di cuenta que no soy la única madre en la escuela que no tuvo una educación judía. Por esta razón, la filosofía de la escuela en relación a “las tareas” es que los niños deberían ser capaces de hacerlas por sí mismos – basándose en las lecciones del aula. Mi hija, que ahora está en tercer grado, me preguntó recientemente: “¿No te avergüenza que yo pueda leer y escribir en hebreo mejor que tú?”. Yo le contesté inmediatamente: “Para nada. Los padres siempre deberían querer que sus hijos sean mejores que ellos, y yo no soy diferente. Estoy muy orgullosa de lo que puedes hacer y es grandioso que me estés enseñando”.

No Tenemos una Casa Casher

Durante los dos primeros años, era muy fácil comprar aperitivos casher para las amigas de nuestra hija. Y el año pasado tomamos la decisión de casherizar nuestra cocina justo antes de Rosh Hashaná – parecía una buena manera de comenzar el año nuevo. No te voy a mentir, fue un gran compromiso, pero valió la pena. Mi hija, después de terminar con todo y tener nuestras alacenas etiquetadas alrededor de la cocina para recordar lo que es para leche y lo que es para carne, me dijo: “Creo que cuando tenga mi propia cocina, la haré casher desde el principio. No hay necesidad de hacer todo esto para algo que igualmente voy a querer”. Ese comentario hizo que todo valiera la pena.

Necesitábamos hacer por nuestros hijos mucho más que simplemente decirles: “Tienen que casarse con alguien judío”.

¿Qué pensará nuestra familia?

Esta es una de las preguntas más delicadas que enfrenta una persona que comienza a vivir una vida un poquito más judía que la que tuvo de niño. Cuando veo a mi familia -hermanos, primos y sus hijos- veo la correlación entre el nivel de educación judía que recibieron y las elecciones que toman respecto a “con quiénes se casan” y a “cómo crían sus familias”. Mi marido y yo vimos claramente que necesitábamos hacer por nuestros hijos mucho más que simplemente decirles: “Tienen que casarse con alguien judío” –algo que muchos de nosotros escuchamos de niños pero que, sin entendimiento ni conocimiento, fue siempre insignificante. Pensamos que una educación judía les daría una fundación sólida sobre la cual podrían construir sus vidas.

Cuando nos sentamos a la mesa del Séder este año, recordé mis sedarim de treinta minutos de cuando era pequeña, que consistían en la recitación de las cuatro preguntas, la lectura de las plagas, y comer las varias comidas ceremoniales del plato del Séder antes de dar la bienvenida a la “comida festiva” a eso de las 6:30 PM. Este año, el Séder de nuestra familia fue bastante diferente. Nuestros hijos vinieron preparados con las hagadot que habían estudiado en la escuela, con platos de matzá y sus respectivos cobertores, almohadas y sus propios platos de Séder. Pero más importante que cualquier proyecto artesanal, ellos vinieron con un entendimiento de lo que estábamos celebrando. Ellos sabían la historia de Pésaj y entendían las lecciones que nos enseña en un nivel mucho más espiritual, y el significado que tiene para nosotros los judíos, hoy en día, con la libertad que tenemos de aprender y vivir el judaísmo en nuestra vida cotidiana.

Ellos permanecieron despiertos hasta la una de la mañana, liderando y cantando canciones en hebreo, compartiendo su conocimiento con nosotros, con muchos invitados seculares y con miembros de la familia. Nuestros hijos fueron una inmensa fuente de orgullo y alegría, no sólo para nosotros los padres, sino para todos los que vinieron a nuestro Séder. Mi marido y yo apreciamos el valor de enviarlos a un colegio judío. Entendimos que la educación que están recibiendo les da el “porqué” nosotros los judíos hacemos lo que hacemos, y restablece el curso del legado judío en nuestro árbol familiar.

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