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10 min de lectura
Como acceder a la dimensión espiritual.
No tenia idea…
La largamente esperada Cena de Inauguración del nuevo edificio de Aish HaTorá se estaba acercando. Durante 13 años había observado el edificio construirse en mi barrio, la Ciudad Vieja de Jerusalem.
Un problema de planificación terminó en que mi esposo y yo llegaríamos más de una hora tarde. El día de la cena, llamé al rabino a cargo para asegurarme de que habría asientos asignados, y que, por más tarde que llegáramos, nuestros asientos estarían esperando por nosotros. Agotado, él nos dijo que esperaba que sí, y que el banquete estaba completamente vendido, con grandes grupos de donantes de Estados Unidos que venían especialmente para este evento.
Cuando llegamos al edificio nuevo con una hora y media de retraso, fuimos recibidos por una caótica escena. No había asientos asignados y no había ningún asiento disponible para nosotros. Me desconcertó ver a una mesera vestida descuidadamente pasar apurada con una bandeja de platos desechables llenos de sopa de tomate. ¿A 250 dólares el plato, no podían hacer algo mejor?
Mi amiga Bárbara se acercó a saludarme. Le pregunté si podía acomodarnos en su mesa. Bárbara encontró dos lugares disponibles con platos y cubiertos plásticos y dos vasos desechables y nos hizo señas de ir a su mesa. Mi esposo agarró dos sillas plásticas de la esquina y, levantándolas por sobre las cabezas de las personas, se arregló para llegar a la mesa de Bárbara. Los ocupantes se apretaron y nos metimos a la fuerza. En el centro de la mesa había un gran plato plástico con humus y un recipiente lleno con ensalada de cebada. "Sírvete", ofreció Bárbara, mientras yo me preguntaba gravemente, ¿Esto es lo que recibimos por una donación de 250 dólares por persona?
Miré alrededor de la habitación. La edad promedio era 23, todos se veían como israelies y ciertamente era más probable encontrarlos en Burgers Bar que en este "Banquete de Gala". ¿Dónde estaban los adinerados donantes de Estados Unidos?
"¿Dónde está Pauline? Le pregunté a Bárbara, mencionando a una leal y generosa partidaria de Aish que de seguro no se perdería la Cena de Inauguración.
"Ah, ella probablemente está abajo con los donantes", respondió Bárbara.
"¿Abajo?", pregunté yo, perpleja.
"Si, dos pisos más abajo en el salón de banquetes, con los donantes. Esta es la cena gratis para el personal".
Algunas personas pasan toda su vida en el banquete equivocado.
Mi esposo y yo nos miramos el uno al otro consternados. Nos levantamos y corrimos hacia abajo a un nivel que no sabíamos que existía. Al entrar al salón de banquetes con paneles y candelabros, fuimos recibidos por una magnífica escena. Las mesas estaban puestas con fina porcelana, copas de cristal (dos copas para vino y una copa para agua por asiento), y servilletas de seda atadas con cintas. Nuestros asientos, sillas de madera hermosamente talladas, estaban esperándonos. Nos sentamos, y meseros con uniforme nos sirvieron el plato principal, elegantemente presentado. Estuvimos cerca de pasar toda la velada en el banquete equivocado.
Una Dimension Más Profunda
Algunas personas pasan toda su vida en el banquete equivocado, porque no están concientes de la existencia de un nivel espiritual más profundo. Ellos disfrutan de los placeres de este mundo físico – humus y ensalada de cebada – pero son ajenos a los placeres más refinados y maravillosos del mundo espiritual.
El punto definitivo en mi propia vida llegó cuando yo tenía 20 años y estaba pasando mi penúltimo año universitario en India, y mi gurú me introdujo a la existencia de una dimensión espiritual. Habiendo crecido en la suburbana Nueva Jersey, yendo a la escuela judía dos veces por semana, nunca había aprendido las enseñanzas profundas del judaísmo, y por lo tanto no tenía noción de que la dimensión espiritual existía. Yo vivía mi vida en dos dimensiones: la física y la intelectual (la cual incluye la emocional). Mi gurú me enseñó que hay una tercera, una dimensión espiritual, poblada por Dios, almas y fuerzas espirituales. Y la dimensión espiritual no solamente existe, sino que es la dimensión más importante de la realidad, porque todo lo que se manifiesta en el mundo físico es primero planeado, diseñado y puesto en marcha en el reino espiritual.
Este mundo es como un parque de diversiones. Pocas personas que están en la montaña rusa se detienen a considerar que un prolongado y complicado proceso de planificación, diseño y ejecución, que involucra ingeniería, arquitectura industrial y finanzas en distantes oficinas y fábricas produjo el emocionante paseo que están experimentando ahora.
Nada en mi educación universitaria me había preparado para el descubrimiento de una tercera dimensión espiritual.
La Teoría de Supercuerdas postula que hay nueve dimensiones espaciales. Para ayudarnos a nosotros, las personas comunes, a captar la idea de que existe la posibilidad de que haya más de tres dimensiones espaciales, el astrónomo Carl Sagan familiarizó a los estadounidenses con el modelo de "Planilandia" de Edwin Abbot. En el "cosmos" de su serie de televisión Sagan representó a Planilandia como un mundo de dos dimensiones en una delgada mesa. Cuando una zanahoria viene a visitar Planilandia, los habitantes perciben solamente una línea plana que va creciendo a medida que la tridimensional zanahoria pasa por su mundo de dos dimensiones y luego desaparece. Nada en mi educación universitaria me había preparado para el descubrimiento de una tercera dimensión espiritual. Aunque Dios era mencionado ocasionalmente en nuestra sinagoga, yo era una persona de Planilandia, y Dios era una zanahoria pasando por mi mundo de dos dimensiones.
El Menú en el Banquete Espiritual
Cenar en el “banquete espiritual” significa verse a uno mismo como un alma inmortal habitando un mundo creado y dirigido por un Dios amoroso. Entre las exquisiteces que disfruta una persona que vive con conciencia espiritual están:
"Depende de ti tomar la responsabilidad y hacer un esfuerzo. Dios se encargará del resto".
"¿Qué puede hacer una persona? Una persona puede lograr cualquier cosa - ¡ya que de todas maneras todo es un regalo de Dios! ahora podemos entender porque la Torá obliga a cada uno de nosotros a cambiar el mundo. Pregúntale al típico estudiante universitario: "¿No es terrible que las personas en África se estén muriendo de hambre? ¿Qué vas a hacer al respecto?" Él dice, "¿Qué puedo hacer yo al respecto? ¿Quién soy yo? Soy solamente una persona".
"El judaísmo dice que tú puedes hacer algo. Si crees que Dios lo está haciendo todo, y si ves cuanto Él ya ha hecho por ti, entonces puedes estar seguro de que Dios ayudará. Depende de ti tomar la responsabilidad y hacer el esfuerzo. Dios se encargará del resto". [haz clic aquí para leer el artículo completo]
Entradas al Salón de Banquetes Espiritual
El salón de banquetes espiritual tiene varias puertas de entrada. Aquí hay tres:
La Torá – el manual de instrucciones de Dios – revela las complejas leyes espirituales del universo.
La palabra "mitzvá" viene de la palabra en hebreo "tzevet" que significa conexión. Todas las mitzvot positivas conectan al alma con los niveles celestiales más altos de la Voluntad Divina, mientras que todas las mitzvot negativas protegen al alma de cortar esa conexión mística. Cuando un judío se ata los tefilín en su cabeza y en su brazo izquierdo, él está completando un circuito espiritual más complejo que la placa madre de la computadora central de la NASA y con un efecto de mucho mayor alcance que las señales de radio transmitidas a galaxias distantes. La realización de cualquier mitzvá presiona una combinación de teclas en un teclado espiritual conectado a un sistema celestial más extenso que la red de Internet: la Red Cósmica.
Esta verdad está en desacuerdo con las interpretaciones populares de "ley espiritual", tales como El Secreto, que afirma que puedes atraer hacia ti lo que deseas a través de la concentración adecuada de tus pensamientos. Dichos métodos constituyen el rezo de Planilandia, el cual te conecta con el objeto de tu deseo.
El judaísmo impone un rezo tridimensional, el cual te conecta con Dios. Y Dios, en vez de cumplir automáticamente tus peticiones como una máquina expendedora cósmica, decide qué es a fin de cuentas mejor para ti y te da lo que necesitas, no necesariamente lo que tú quieres. De este modo, el rezo debiera ser una forma de generar relación con el Dios infinito. Cuando Dios te concede aquello por lo que rezaste, tú respondes con amor y gratitud. Cuando Dios te niega aquello por lo que rezaste, reflexionas sobre como puedes cambiarte a ti mismo para ser un recipiente mayor para recibir bendiciones Divinas. Finalmente, la relación con Dios que se forma a través del rezo es más valiosa que la bendición particular que pediste.
Desgraciadamente, la mayoría de las personas son como el hombre que estaba atrasado para una cita importante porque no podía encontrar sus anteojos. Luego de una frenética búsqueda, él finalmente miró hacia el cielo y rezó, "Por favor, Dios, ayúdame a encontrar mis anteojos". Miró hacia abajo, y ¡he aquí! Sus anteojos estaban en el escritorio frente a él. Mirando nuevamente hacia el cielo declaró, "No te preocupes Dios. Los encontré yo mismo".
Mientras más reemplazas la aleatoriedad por la Providencia Divina, más entras en un diálogo con lo Divino.
Mientras más atribuyes eventos y fenómenos naturales a su Fuente Divina, más espiritualmente conciente te haces. Mientras más reemplazas la aleatoriedad por la Providencia Divina, más entras en un dialogo con lo Divino, en donde las ocurrencias diarias se convierten en mensajes de Dios. Cuando sigo leyendo mi email una hora después de que había decidido irme a dormir porque tengo una reunión importante por la mañana, y repentinamente la computadora falla, entiendo que es Dios diciéndome, "Sara, es momento de ir a la cama". Cuando intento encargar un suéter carmesí en oferta por Internet y descubro que no les queda mi talla, entiendo que es Dios diciéndome, "Sara, no necesitas ese suéter". (Y entonces, para corroborar el mensaje, una semana después, mi suegra me regala su hermoso suéter carmesí).
Un Conocedor
David era un joven arquitecto de Nueva York que se mudó a Israel. Buscando empleo, le dijeron sobre una compañía de arquitectos ubicada en la calle King George en Jerusalem que podía estar contratando. Cuando David no pudo encontrar la dirección, le pidió ayuda a un transeúnte con una larga barba gris.
"¿Qué estás buscando exactamente?". Le preguntó el hombre.
David explicó que estaba buscando una compaña específica, con esperanza de conseguir un trabajo como arquitecto. El hombre guió a David a un callejón cercano que tenía acceso a un patio escondido. Apuntó hacia un edificio al final del patio, y le dijo a David, "Nunca he escuchado de la compañía que estás buscando, pero en el segundo piso de ese edificio hay una compañía diferente que está buscando contratar un nuevo arquitecto".
David obtuvo el empleo. Al contarme la historia, David atribuyó su nuevo empleo no a "coincidencia" sino a Providencia Divina. Dios, él estaba seguro, había enviado al hombre con barba para guiarlo a su nuevo empleo.
Dos años más tarde, David fue diagnosticado con una enfermedad muy grave. Él no respondió con miedo ni con ansiedad. Él creía que el mismo Dios afectuoso que le había dado su empleo le estaba enviando ahora esta enfermedad. Con limitada intervención médica y mucha intervención espiritual, David experimentó una completa recuperación.
David es un conocedor de la cena de la tercera dimensión, pero el “banquete espiritual” llama a cada alma. Tus asientos te están esperando.
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