Rompiendo los ídolos

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Lej Lejá (Génesis 12-17 )

Enseñanzas profundas de la parashá semanal del líder espiritual de Moshav Matitiyahu en Israel.

      “Abram tomó a Sarai su esposa y a su sobrino Lot, toda la riqueza que habían acumulado y a todas las personas que habían adquirido en Jarán; y se embarcaron rumbo a la tierra de Canaan, y fueron a la tierra de Canaan” (Génesis 12:5)

      Ellos llevaron a estas personas bajo las alas de la Presencia Divina: Abraham convirtió a los hombres y Sara convirtió a las mujeres (Rashi en Génesis 12:5)

La historia del mundo, tal como nos dicen los sabios, está dividida en tres períodos, cada uno de 2000 años. El primero se llama “la Era del Tohu Vavohu” (del vacío y de la nada), el segundo, “la Era de la Torá” y el tercero, “la Era Mesiánica”. Los sabios identifican el inicio de la Era de la Torá con la conversión de Abraham de los adoradores de ídolos de Jarán a creyentes en Dios.

Surge la pregunta: ¿Por qué vieron los sabios este hecho como el evento que dio paso a la Era de la Torá? Después de todo, la Torá precedió a la Creación y fue el plano de la Creación. Adam y Noaj aprendieron Torá mucho antes de que Abraham naciera, y Shem y Ever incluso establecieron una Ieshivá.

Para responder esta pregunta, primero debemos entender el rol único de Abraham en la transmisión del conocimiento de Dios. El Raavad (Hiljot Avodá Zará 1:3) pregunta por qué sólo a Abraham, de todas las personas justas de su generación y de las diez generaciones previas, se le da el crédito de haber influenciado a las masas. Seguramente los otros también protestaban en contra de la idolatría y reprochaban a los malvados de su época. Él responde que las otras personas sabias amonestaban a sus contemporáneos, pero no eran capaces de romper sus ídolos porque los adoradores los escondían. Sólo Abraham fue capaz de encontrar los ídolos.

Las palabras del Raavad son difíciles de entender. ¡¿Era acaso, nuestro patriarca Abraham solamente un mejor detective que las otras personas sabias y por eso fue capaz de descubrir los ídolos ocultos?! Más allá de eso, ¿qué quiere decir el Raavad con que ellos “escondían" sus ídolos? Nimrod y sus cómplices adoraban públicamente ídolos y los productores de ídolos, como el padre de Abraham, tenían un comercio abierto.

Para entender al Raavad necesitamos un entendimiento más profundo de la antigua idolatría. Maimónides explica que la idolatría original era un error bien intencionado. Tal como uno honra a un rey al honrar a sus emisarios, así la generación de Enosh adoraba a varios fenómenos naturales, a los que Dios había investido con ciertos poderes, como medio para honrar al Creador de esos fenómenos. Su error fue que fallaron en reconocer que demostrar respeto a los emisarios del rey es sólo una forma de honrar al rey cuando él está ausente. Pero cuando él está presente, es equivalente a una rebelión. Dado que Dios siempre está presente, adorar a sus creaciones es siempre una rebelión:

      “No aceptes ningún otro poder en Mi presencia” (Deuteronomio 5:7)

El período de 2000 años que precedió a la Era de la Torá se describe como Tohu Vavohu - una era de confusión, de luz y oscuridad mezcladas y sin una delimitación clara entre ellas. Con el pecado de Adam, los términos relativos “bien” y “mal” reemplazaron a los absolutos “verdad” y “falsedad”. Los tonos del bien y mal se convirtieron en una mezcla confusa.

La Torá, en contraste, distingue absolutamente entre puro e impuro, luz y oscuridad, vida y muerte:

      “Ve, Yo he puesto hoy delante de ti la vida y el bien y la muerte y el mal” (Deuteronomio 30:15)

Sólo la Torá nos permite separar la luz de la oscuridad, percibir el bien como la verdad absoluta y el mal como la falsedad absoluta.

La confusión que se introdujo con el pecado de Adam se convirtió en la herramienta principal del yetzer hará (la inclinación al mal). Tal como lo explica el Baal Shem Tov, el Satán será culpado en el futuro, no por tratar de seducir al hombre para que cometa pecados (esa es su función), sino por hacer que el pecado parezca una mitzvá. Por eso, nosotros nos decimos a nosotros mismos cuando nos dormimos tarde y perdemos el rezo con minián, que nuestro sueño es una mitzvá y que nuestra intención era estudiar Torá con la cabeza despejada ese día. Ese es el Tohu Vavohu del yetzer hará. La Torá es el remedio.

Los que adoraban ídolos en la generación de Abraham no escondían su idolatría físicamente, sino espiritualmente. Ellos la enmascaraban como un acto de rectitud y de honor a Dios. Creaban ideologías para camuflar sus pecados con luz y virtud. Antes de Abraham nadie había sido capaz de exponer esta falsa apariencia, de delinear la luz y la oscuridad. Esta falla les impidió ejercer todo tipo de influencia duradera en aquellos a los que amonestaban. Ellos no pudieron “romper” los ídolos.

Sólo Abraham vio la luz y la oscuridad en su verdadera perspectiva y transmitió eso a las masas. Expuso al mal por lo que era y así transformó a los adoradores de ídolos en fieles creyentes. Por eso la labor de Abraham fue el comienzo de la Era de la Torá, el delineamiento de la luz y la oscuridad.

Dado que la habilidad única de Abraham era distinguir entre la luz y la oscuridad, él podía recibir en su casa a los viajeros que se inclinaban ante el polvo de sus pies; y aún así encontró necesario distanciarse de su sobrino Lot. El parecido de Abraham y Lot, hizo imperativo que se separara de él para así no confundir su verdadera rectitud con la rectitud aparente de Lot. “Sepárate de mí”, le dijo Abraham a Lot, “porque somos hermanos”. Rashi explica el término “hermanos” como que “eran parecidos”.

Lot era la personificación de Tohu Vavohu. Por una parte, él parecía ser recto como Abraham; horneaba matzot y recibía invitados, incluso a riesgo suyo. Pero de hecho, la confusión de la oscuridad permeaba su vida: Él eligió vivir entre las personas malvadas de Sodoma, tentado por la riqueza que vio allí. La confusión entre el bien y el mal de Lot representaba la antítesis de la misión de Abraham en este mundo. Por eso, Abraham tuvo que separarse de él.

De todos los animales no casher, el cerdo siempre ha simbolizado la impureza para el pueblo judío porque precisamente, él tiene el signo externo de un animal casher, la pezuña partida. Es el pie casher lo que lo hace ser el más abominable de los animales no casher. Así también, las ideologías más peligrosas son aquellas que logran exitosamente vestirse de un aura de piedad y rectitud, que proclaman ser el manto de la Torá y auténtico judaísmo, pero que en esencia son distorsiones totales de la Torá.

Como descendientes de Abraham, que introdujo la Era de la Torá, es nuestra misión esforzarnos en el estudio de la Torá para discernir entre la verdad y la falsedad, entre la luz y la oscuridad y entre lo santo y lo profano.

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