Celebrar la vida

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Una carta abierta a Eva Sandler, quien perdió a su marido y a sus dos hijos en el atentado terrorista de Toulouse.

En el año 2001, cuando mi hijo Koby tenía 13 años, terroristas palestinos lo asesinaron a él y a su amigo, Yosef Ish Ran, aquí en Israel. Desafortunadamente, el horror de ese acto me convirtió a mí y a mi familia en parte de la historia judía. Ahora, tú y tu familia son parte de la historia también.

Eva, es obvio que eres una grandiosa mujer judía, transformando desde ya tu dolor, escribiéndonos para decirnos que aumentemos nuestro estudio de Torá, que encendamos las velas antes del comienzo de Shabat, para que tu tragedia traiga más luz al mundo.

Y gracias a tu generosidad de espíritu y a tu empatía por el pueblo judío, el terror perpetrado a tu propia familia no será el único en ser recordado. Porque nombraste Gabriel a tu hijo en memoria de Gavriel Holtzburger, quien fue asesinado junto a su esposa en el ataque terrorista en la casa Jabad en Mumbai, también lo recordamos a él.

Pero la pregunta que la gente me está haciendo, y la pregunta que yo me estoy haciendo, es personal. ¿Cómo vas a superar esta pérdida? ¿Cómo vas a sobrevivir? Es como ser minusválida, Benjamín Netanyahu te dijo después de que tus dos hijos y tu esposo fueran asesinados en el ataque terrorista de Toulouse la semana pasada: "Es como perder un miembro". Te lo está diciendo basado en experiencia personal, porque él también perdió a un ser querido. Su hermano Yoni fue asesinado en la operación Entebe.

Y al igual que Netanyahu, puedo decirte por experiencia propia. El dolor es indescriptible. Nadie quiere imaginarlo. A todo el mundo le aterroriza el dolor.

La gente también tiene miedo del dolor de mi familia. Koby y Yosef fueron cruelmente asesinados, golpeados con rocas hasta la muerte.

Es como si te atropellara un camión, un tsunami, un terremoto.

Cuando Koby fue asesinado, sentí que no valía la pena vivir, que todo con lo que contaba había desaparecido.

El mal invadió mi casa.

En mi infancia en Nueva York en la década del 60 yo escuché que los judíos habían sufrido. Pero yo, yo no sufría. No entendía la historia judía de sufrimiento.

Durante la shivá le preguntamos a un rabino que también había perdido a su hijo, cómo se suponía que sobreviviríamos. Nos respondió: "Tienen que utilizar el dolor para crecer".

Tú ya estás haciendo eso.

Eva, me recuerdas a Oscar Pistorius, el atleta sudafricano que corre con piernas artificiales de fibra de carbono. Los críticos afirman que tiene una injusta ventaja: él es más rápido que un atleta normal.

Te rehúsas a permitir que la discapacidad te paralice; ya estás aprendiendo a caminar sin los miembros que te faltan.

Tú ves algo que la mayoría de la gente no percibe: tienes la capacidad de hacer cosas grandiosas.

De ir más allá.

La mayoría de la gente no sabe nada sobre el crecimiento post trauma – algunas personas que sufren tragedias creen que eso les da una especie de sabiduría. Algunas de ellas logran cosas grandiosas.

Pero la grandeza en el judaísmo tiene que ver con los actos de bondad.

Hace años, cuando conocí al actor Christopher Reeves, que interpretó a Superman en las películas, me dijo que antes de quedar paralizado a causa de un accidente en un caballo, creía que la grandeza estaba relacionada a actividades heroicas: navegar alrededor del mundo, escalar altas montañas, hacer saltos con caballos.

Después de quedar seriamente lesionado, incapaz de mover sus miembros, entendió: la grandeza estaba relacionada con los actos cotidianos de bondad y con la superación de los obstáculos cotidianos.

No es sorprendente que, en hebreo, un sinónimo de bondad es guedulá, grandeza.

A veces la grandeza significa sólo eso – engrandecerse.

El dolor y el terror del caos, de la oscuridad y del mal de la pérdida son tan grandes que amenazan con desestabilizarte. Al principio lo harán.

Construimos a partir del dolor. Mientras que nuestros enemigos celebran la destrucción, nosotros celebramos la vida.

Pero tú crecerás para recalibrar tu centro de gravedad. Un día, tu felicidad también será mayor. Vemos eso en Camp Koby, la colonia de vacaciones que dirigimos para 400 niños despojados de Israel. Su felicidad es tremenda, maravillosa. Uno de los profesores dijo que es "el lugar más feliz del mundo".

A pesar del hecho de que todo niño ahí ha perdido una madre, un padre, una hermana o un hermano a manos del terror o de una tragedia.

Tengo una amiga minusválida que es una nadadora excelente.

Ella me dijo: "Si el mundo fuese una pileta, yo no sería minusválida".

Hay maneras de esquivar el sentimiento de incapacidad.

Ahora todo tiene que ser redefinido, tú ya estás haciendo eso.

Durante nuestra shivá, un general del ejército israelí vino a vernos. No lo habíamos conocido previamente, y mientras se sentaba al final del sofá, tieso como un palo, nos dijo: "Todo el mundo se irá, y quedarán solos en esto".

Es cierto. Todos los despojados terminamos quedándonos solos. Pero nosotros los judíos estamos rodeados por una comunidad que se rehúsa a dejarnos caer, que nos apoya y nutre.

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Como pueblo hemos vivido siglos de levantarnos desde las cenizas de la tristeza y de redimirnos con un amor por la Torá y el estudio y los valores judíos, incluyendo un amor por la tierra de Israel, en donde tu esposo e hijos ahora están enterrados. Dios, por favor, Israel será también el sitio, para ti y para todos nosotros, de gran simjá – felicidad.

Porque puede que este sea el secreto del pueblo judío: somos maestros en el crecimiento post trauma. A partir de las cenizas del Holocausto, Israel renació. Mientras que nuestros enemigos celebran la destrucción, nosotros celebramos la creación. Nosotros celebramos la vida.

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