El Secreto del Éxito de Pesaj

5 min de lectura

Como dar inicio a tu éxodo personal.

Shimon E., un campeón de kárate Shotokan Israelí de 16 años, estaba en Filadelfia con otros once niños israelíes para su primera competencia internacional. Él había entrenado mucho y muy duro, pero al ver a sus contrincantes, especialmente el contingente japonés, se sintió intimidado. Los contendientes japoneses parecían tener el kárate en la sangre.

¿Qué tenia él en su sangre? De pronto se dio cuenta: Él no había visto a ninguno de los contendientes rezar. Aunque Shimon no era religioso, él intuía que debía pedirle ayuda a Dios. Al comienzo de cada combate, él rezó por ayuda Divina. Shimon anotó victoria tras victoria; al final del torneo, él era el #1 en su división en Israel y el #2 en el mundo.

Como Shimon lo describió años después, su rezo no fue una fórmula mágica para fortalecerse o para anular a su contrincante. En vez, simplemente expresaba su reconocimiento de que Dios es el factor causal definitivo. Por supuesto, si él no hubiera entrenado duro, su victoria hubiese sido imposible. Pero muchas competencias deportivas le habían demostrado que el esfuerzo humano, incluso aumentado por enorme talento, no siempre implicaba éxito. Él concluyó que las victorias improbables tanto como las derrotas asombrosas son determinadas por lo Divino.

Hace muchos años, mi esposo y yo invertimos la mayoría de nuestros ahorros en un fondo mutuo llamado Tiger. Tiger era dirigido por Julian Robertson, quien era catalogado como uno de los directores de fondos más inteligentes y buenos en el mundo. La genialidad de Robertson se probó rápidamente. En poco tiempo, nuestra inversión se triplicó. Estábamos eufóricos.

No importa cuán inteligentes seamos o cuán duro trabajemos, éxito y fracaso están finalmente en las manos de Dios.

Entonces, literalmente de la noche a la mañana, Tiger se derrumbó. Tuvo algo que ver con la venta japonesa del yen. Nunca entendí la complicada economía de eso, pero repentinamente todas nuestras ganancias habían desaparecido. Robertson le escribió una carta a sus inversionistas explicando cómo este imprevisto debacle de un solo día no podía haber sido anticipado ni siquiera por su pericia, y cómo planificaba restaurar Tiger a su gloria anterior. La última frase rimbombante de la carta me hizo temblar. Robertson le aseguró a sus inversionistas que no tenían nada de que preocuparse, porque “Este Tigre (Tiger) rugiría nuevamente”.

No lo hizo. En unos cuantos meses el fondo había desaparecido.

Robertson no se dio cuenta de lo que Shimon de 16 años sabía: Dios es el factor causal definitivo. Aunque el esfuerzo humano es esencial, sin importar cuán inteligentes seamos o cuán duro trabajemos, victoria y derrota, ganancia y pérdida, éxito y fracaso son finalmente determinados por Dios.

Pidiendo a Gritos

Nuestros ancestros en Egipto se demoraron mucho tiempo en comprender este concepto. Durante 116 años de esclavitud y 80 años de opresión sádica, no se les ocurrió apelar a Dios. Asimilados a la cultura mayoritaria, nuestros ancestros adoraban a los ídolos de esa época y lugar. Ellos descendieron casi al más bajo nivel de impureza espiritual, olvidando el único Poder Supremo enseñado por Abraham, Isaac y Yaakov. En vez, buscaron su salvación en cambios políticos, tales como el advenimiento de un nuevo, más compasivo, Faraón.

Solamente cuando el Faraón murió y su sucesor continuó sus políticas opresivas, nuestros ancestros perdieron las esperanzas de cualquier mejora de su condición a través de medios naturales. Solamente en ese momento, testifica la Torá, ellos “pidieron a gritos” a Dios. El siguiente versículo nos dice que Dios inmediatamente inició el proceso de la redención.

El “pedido a gritos” que catalizó el Éxodo de Egipto no fue lo que llamaríamos rezo. Ellos no pronunciaron palabras, ni largas suplicas, ni apelaron elocuentemente por piedad Divina. En vez, su pedido a gritos fue simple, recurriendo a Dios inarticuladamente como la única fuente de salvación. Sin embargo ese básico reconocimiento inició todos los milagros del Éxodo.

Lo Que el Gasolinero Sabía

El Programa de Doce Pasos es el tratamiento más exitoso del mundo para adicciones y compulsiones serias. Una vez acompañé a una amiga alcohólica a una reunión de AA en Boston. El primer orador que se dirigió al gran grupo se introdujo como Tom, un alcohólico en recuperación. Él estaba vestido como un gasolinero. “Cada mañana”, declaró Tom, “me pongo de rodillas y le ruego a Dios que me ayude a pasar otro día sin alcohol”. En ese momento, él había estado “limpio” durante 22 años.

Los primeros dos pasos del Programa de Doce Pasos son: 1) Admitir que no tienes poder (sobre el alcohol o sobre comer en exceso o sobre una adicción a Internet o lo que sea) y 2) creer en un Poder Mayor que puede liberarte. Los siguientes diez pasos presentan un arduo programa de “audaz inventario moral”, admitir haber obrado mal, hacer las pases, etc. El Programa de Doce Pasos requiere tremendo compromiso y esfuerzo, pero comienza con el simple y categórico reconocimiento de que Dios, y sólo Dios, está finalmente en control.

Me gustaría que Julian Robertson hubiese sabido lo que Tom sabía.

El Regalo de la Libertad

Para lograr cualquier cosa – ganar un torneo de kárate, hacerse rico, obtener una alta calificación en un examen, casarte con la pareja de tus sueños, ser admitido en la universidad/escuela de postgrado/escuela de medicina de tu elección, encontrar un buen trabajo durante la recesión, o superar obstáculos psicológicos y emocionales – debes trabajar duro. Y junto con (no en vez de) ese esfuerzo, debes saber que Dios maneja el mundo.

Pesaj es la festividad de la entrega Divina

Pesaj es la festividad de la entrega Divina. Para recibir el regalo de la expiación en Iom Kipur y la consiguiente alegría en Sucot, debemos realizar el arduo trabajo interno de arrepentirnos y rectificar nuestra mala conducta. Para recibir el regalo de la Torá en Shavuot, debemos “contar el Omer”, avanzar a través de 49 niveles de refinamiento espiritual. El regalo de la libertad interna en Pesaj, sin embargo, es gratis. En la noche del Seder, Dios le confiere a todos los judíos la posibilidad de redención de cualquier atadura interna que los retiene. Es como ganarse la lotería.

Por supuesto, para ganar la lotería tienes que hacer el esfuerzo de ir a una cabina de lotería, comprar un boleto, buscar el número ganador y presentarte a reclamar tu premio. Para hacerse merecedores del Éxodo de Egipto, nuestros ancestros tuvieron que hacer el esfuerzo de sacrificar la Ofrenda de Pesaj y untar su sangre en sus puertas. Hoy en día, para hacernos merecedores de la liberación concedida por Pesaj, tienes que hacer el esfuerzo de asistir al Seder, comer la cantidad requerida de matzá, tomar las cuatro copas de vino, y cumplir cuidadosamente las otras mitzvot del Seder.

Piensa antes del Seder, "¿de qué soy esclavo?".

Para reclamar tu regalo de Pesaj de libertad interna, otros dos pasos son necesarios: Piensa antes del Seder "¿de qué soy esclavo?". Las posibles respuestas son varias: rabia, aprobación de pares, materialismo, celos, hábitos auto-destructivos, miedo al compromiso, impulsividad, resentimiento, pereza, deseo de control, deshonestidad, una naturaleza crítica, etc. Luego, durante el Seder, mientras comes tu matzá en silencio, comprométete a intentar lograr ese cambio y apela a Dios para que te libere de esa esclavitud particular.

Esto no excluye trabajar duro cada día para superar esa esclavitud. Pero lograr verdadera libertad requiere admitir que lo que realmente cataliza el proceso de liberación interna es el reconocimiento de que Dios, y solamente Dios, es la fuente de esa liberación – y de todo lo demás.

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