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Quieres seguir adelante, pero… ¿cómo se hace para ignorar las emociones de amargura, dolor y traición?
Piensa en alguna ocasión en la que alguien te haya herido u ofendido. Quizás te sentiste acusado injustamente de algo que no hiciste o tal vez te sentiste menospreciado y que se aprovecharon de ti. ¿Qué emociones surgieron? ¿Enojo? ¿Traición? ¿Resentimiento?
Mientras crecíamos, a muchos nos dijeron cosas como “el pasado pisado" o “déjalo atrás”. A fin de cuentas “no guardar rencor” es uno de los mandamientos del judaísmo. ¿Quién quiere vivir su vida pegado al pasado, cargando con sus reclamos y perpetuando el ciclo de negatividad?
Pero el problema es: ¿cómo se hace para no ser rencoroso? Sí, quieres seguir adelante. ¿Pero, cómo ignoras las emociones de amargura, dolor, traición y la sensación de que te han hecho algo malo? ¿Cómo podemos realmente dejar las cosas atrás?
Aquí hay cuatro estrategias para lograr no guardar rencor.
Cuando sientes que una persona te hiere, comunícale tus sentimientos directamente y enfrenta el problema hablando con ella. Los rencores surgen cuando mantienes tus sentimientos embotellados, a menudo por creer que lo mejor y más pacífico es evitar la confrontación. En realidad, si quieres evitar rencores, tienes que cortar los problemas de raíz apenas ocurren y no dejar que hiervan bajo la superficie, preparándose para explotar más adelante.
El judaísmo da una medida preventiva que apunta a evitar el problema potencial de tener rencor incluso antes de que eso ocurra: “No odiarás a tu hermano en tu corazón. Reprende a tu vecino, pero no cargues un pecado debido a él” (Vaikrá, 19:17).
Erróneamente se piensa que una reprimenda clasifica negativamente como crítica, que involucra enojo, voces elevadas, una actitud de superioridad moral y rebajar al otro. Pero el mandamiento judío de reprender tiene que ser un acto que surge del amor, que tiene lugar en una atmosfera de confianza, privacidad y preocupación. Decirle a alguien, de una forma gentil y apropiada, que lo que hizo te ha herido, le da la oportunidad de corregir su comportamiento y tomar mayor consciencia.
Cuando alguien te ha herido u ofendido, quizás hay en la situación más de lo que se ve. Quizás la otra persona estaba pasando por una situación financiera difícil y no estaba de buen estado de ánimo. Tal vez viene de una cultura diferente y para esos estándares, su conducta no sería considerada fuera de lugar. Quizás a esa persona le falta consciencia de sí misma y no entendió que lo que estaba haciendo podía causar dolor a otro.
Puede haber toda clase de razones para que la otra persona hiciera lo que hizo o dijera lo que dijo. No puedes cambiar el pasado, pero puedes cambiar la luz con la que enfocas a la otra persona. Antes de saltar a una conclusión (“Es una persona terrible y nunca más quiero tener algo que ver con ella”), da un paso atrás y considera: “Quizás hay en la situación más de lo que se ve”. Como dice la Mishná en Pirkei Avot: “Juzga a todos favorablemente” (1:6).
Esforzarte por entender la perspectiva de la otra persona no significa que tienes que estar de acuerdo con ella. Puedes seguir pensando que estuvo equivocada. Pero este entendimiento puede proveerte claridad y disminuir o eliminar por completo tu resentimiento.
El Talmud (Kidushín 70a) enseña un principio eterno sobre la naturaleza humana: cuando una persona denigra a otra, de hecho está invalidando al otro con sus propios defectos. Por ejemplo, cuando hablas mal de otras personas por ser demasiado desorganizadas o discutir mucho, es probable que el defecto por el cual las acusas en realidad indique un defecto que tú tienes. Tú eres quien tiene el problema de la pereza o del enojo. Como suelen decir: "mira quien habla".
Cuando estés enojado con alguien, considera si el defecto que ves en esa persona es algo que tú también tienes. Si crees que la otra persona es maleducada, pregúntate: “¿Soy yo completamente inocente respecto a esta mala cualidad?". Antes de criticar o culpar a otros, mira hacia adentro y examina primero tus propias acciones.
Muchas veces, si tuvieras que explicar en voz alta por qué le tienes rencor a alguien, te avergonzaría la cantidad de pequeñeces involucradas. Aunque te parecía estar muy seguro de su mala conducta cuando todo estaba en tu mente, de repente suena trivial y menor cuando lo expresas en palabras.
A menudo, la ofensa original puede no justificar una emoción negativa prolongada o intensa. Al aferrarte al rencor, probablemente estás magnificando la importancia de la ofensa mucho más allá de su impacto real, haciendo una montaña de un grano de arena.
Yo he sido culpable de esta clase de críticas. En el pasado, estaba tan pegada a “él dijo esto” y “ella dijo que yo dije esto”, que perdí por completo la visión de la imagen completa. Nadie es perfecto. Las personas dirán cosas que te hieren y probablemente también tú dirás cosas que hieren a los demás. En el gran esquema de las cosas, no vale la pena quedarse estancado en estos sentimientos de resentimiento. No merecen tu energía mental.
Aferrarte al dolor sólo te lastima a ti mismo y los corazones más fuertes son aquellos que perdonan.
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