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En la vida de todos ocurren cosas, a veces grandes, a veces pequeñas, que causan frustración, exasperación, y a veces dolor. La parashá de esta semana nos enseña acerca de Iom Kipur, el Día del Perdón, en el cual hacemos un esfuerzo para mirar nuestra vida y pensar de qué manera podemos ser mejores personas. Una manera en que hacemos esto es disminuyendo nuestras comodidades a través del ayuno. El malestar que experimentamos cuando ayunamos nos hace estar en un estado mental más serio, de esta manera es más fácil que nos concentremos en los valores importantes y consideremos formas de mejorarnos a nosotros mismos. Esto es uno de los objetivos principales de Iom Kipur. Podemos aprender de esto que, si bien no necesitamos buscar malestares en nuestras vidas, en caso de que se presenten, podemos tratar de verlos como experiencias de crecimiento personal, ¡y de este modo convertir nuestro dolor en algo positivo!
En nuestra historia, un joven sale de una experiencia difícil con una nueva visión de la vida.
Un Golpe de Suerte
Si pudiéramos decir que la escuela tenía un "rey", sin duda sería Roberto. Un joven grande, alto y musculoso, conocido como 'buldózer'. No sólo era el capitán del equipo de fútbol, sino también la estrella del equipo de béisbol y del equipo de atletismo.
En la escuela, la gente naturalmente se apartaba cuando Roberto caminaba por el pasillo, ¡y con mucha razón!, ya sabes, Roberto también era un poco temperamental, por decir lo menos, y consideraba que cualquier persona lenta que se cruzara en su camino merecía el "tratamiento buldózer". Más de un niño desventurado terminó tirado en el suelo, después de un duro empujón del gigante.
Y así eran las cosas, hasta que llegó el día que cambiaría la vida de Roberto para siempre, y también la vida de todos en la escuela.
Todo comenzó en una típica práctica de fútbol. Los chicos habían entrenado duro y estaban a punto de finalizar, pero decidieron practicar una jugada más. Roberto corrió hasta el otro extremo del campo y saltó para capturar el balón de fútbol. Él logró tomar el pase, pero al pisar, su pierna se torció de una manera incorrecta, y el ruido que produjo la rotura de su hueso se escuchó claramente en todo el campo de juego. Los doctores ingresaron rápidamente al joven a la sala de emergencia, y aunque dijeron que se recuperaría sin problema, Roberto se vio confinado a una silla de ruedas y luego a un par de muletas durante dos largos meses.
El muchacho estaba devastado. Ahora, en lugar de ser el 'buldózer' que empujaba a todos como de costumbre, tendría que cojear por los pasillos como un anciano. El pobre joven no podía ni siquiera abrir una puerta. Uno de los momentos más difíciles para Roberto fue cuando trató de abrirse camino a través de los corredores de la escuela llenos de gente. Los chicos pasaban velozmente por su lado camino a clases, y a veces pasaban tan apurados que incluso lo empujaban hacia un costado.
"¿Cuál es su prisa?" Él pensaba. "¿No pueden demostrar un poco de cortesía por una persona que no puede moverse tan rápido?"
Roberto realmente comenzaba a sentirse muy mal por su difícil situación, cuando de pronto tuvo un pensamiento que casi lo hizo reír en voz alta. "Hey, ¡mira quién habla!" Pensó. "Ellos aquí en la escuela no me llaman 'buldózer' por nada. Yo he empujado a la gente de la misma manera durante años. Supongo que por lo menos algo bueno de estar lesionado es que ahora tengo la oportunidad de saber lo que se siente estar en el otro extremo del empujón".
El tiempo pasó, a Roberto le retiraron el yeso de su pierna y volvió a ponerse de pie. Muy pronto se convirtió nuevamente en el joven fornido que siempre fue. Pero ahora había una gran diferencia que todos en la escuela no podían dejar de percibir. Cuando Roberto caminaba por los pasillos, no empujaba a nadie. En realidad él incluso esperaba pacientemente a que los más pequeños, que se movían lentamente, pasaran. Cuando alguien comentaba al respecto, Roberto simplemente sonreía, y decía: "Mi tiempo en silla de ruedas fue duro, pero me enseñó una lección importante: los 'buldózer' pertenecen al campo de juego, y no a los pasillos de la escuela".
Toda la escuela se vio beneficiada con la nueva actitud de Roberto, todos se sintieron inspirados por el joven que revirtió su duro 'golpe' en el campo de juego y lo transformó en un 'golpe de suerte' para sí mismo y para toda la gente a su alrededor.
De 3 a 5 años
P. ¿Cómo se sentía Roberto con respecto a empujar a los demás en los pasillos, antes de que se rompiera su pierna?
R. Él sentía que estaba bien empujar ya que él era más grande y más rápido que los demás.
P. ¿Cómo se sentía después?
R. Su tiempo en silla de ruedas le hizo ver lo que se sentía ser empujado, y se dio cuenta que no era lo correcto.
De 6 a 9 años
P. ¿Por qué crees tú que el hecho de haber sufrido una fractura de pierna hizo que la actitud de Roberto cambiara para siempre?
R. Mientras Roberto estaba sano, sólo era capaz de ver las cosas desde su punto de vista, como él era el más fuerte, supuestamente tenía el derecho de empujar a cualquier persona que quisiera. Pero una vez que se fracturó la pierna y se encontró en una situación vulnerable, pudo examinar más profundamente su comportamiento y darse cuenta de que realmente no era la forma adecuada de comportarse. Roberto se transformó en una persona más sensible como resultado directo de las molestias que sufrió por su lesión.
P. ¿Puede una persona realmente crecer con cada una de las dificultades que experimenta?
R. Nuestro crecimiento depende en gran medida de las decisiones que tomamos. De hecho una persona puede salir de una situación dolorosa sin ningún tipo crecimiento espiritual. Pero esto sería únicamente por que decidió no concentrarse en lo que había que aprender. Cada situación difícil, sin duda contiene dentro de sí una lección, y una oportunidad para el crecimiento espiritual personal, pero tenemos que tomar la decisión de estar abiertos para ser capaces de aprovecharla.
10 años y más
P. ¿Vale la pena el dolor que experimentamos para crecer a partir de las experiencias difíciles?
R. Tal vez no en el mismo momento. Nadie disfruta de la dificultad y el dolor, pero si tenemos en cuenta que nuestro objetivo en la vida es perfeccionarnos a nosotros mismos para ser cada vez mejores, más amables, y cada vez más espirituales, entonces todo lo que nos acerque a ese objetivo, a pesar de que duela, finalmente vale la pena.
P. ¿Hay alguna forma de crecer que no sea dolorosa?
R. El crecimiento, al igual que cualquier cosa importante, exige un esfuerzo. Sin embargo, hay maneras de crecer que no requieren que experimentemos directamente dolor. Una forma es ser más sensibles con respecto a las dificultades que otros experimentan. Al ser solidarios, nos ponemos en contacto con el potencial de crecimiento de las situaciones de los demás. Otra cosa que podemos hacer es realizar un esfuerzo consciente y constante para mejorarnos a nosotros mismos. Cuando hacemos esto, aprendemos por nuestra propia cuenta muchas de las lecciones que de otra forma requerirían experiencias dolorosas.
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