Camino #4: Conócete a ti mismo

11 min de lectura

No vayas por la vida haciendo suposiciones sobre quién eres. Tómate un tiempo para conocerte, antes de que una crisis te obligue a hacerlo.

¿Alguna vez tomaste un tren hacia algún lugar y luego te diste cuenta que lo habías tomado en la dirección equivocada?

Lo mismo puede ocurrir en la vida. Nos ponemos metas y hacemos planes, pero a veces descubrimos que estamos “en el tren equivocado”.

El Camino #4 es Binat Halev, que significa literalmente 'entendimiento del corazón'. El corazón es donde se asientan las emociones. Decimos “me rompió el corazón”, “me robó el corazón”, “me duele el corazón”, etc. Entender tu corazón es entender tu verdadero yo interior.

Mucha gente va por la vida haciendo suposiciones sobre quiénes son. Nunca se toman el tiempo para conocerse a sí mismos. No tengas miedo de descubrir que el “verdadero tú” quizás es diferente al “tú actual”.

Generalmente suele haber una crisis en la adultez en la cual la gente se pregunta: “¿De qué se trata la vida? ¿Vale la pena todo este esfuerzo?”. Probablemente has escuchado historias de personas que repentinamente hacen un cambio de dirección, renuncian a sus trabajos y se divorcian. Ya sabes, como la típica historia del exitoso doctor que decide que nunca quiso ser médico realmente, por lo que deja el mundo de la medicina y se convierte en artista.

Conocerte a ti mismo es la esencia de estar vivo. Si no te conoces a ti mismo, no estás viviendo realmente. Si no sabes qué es lo que te interesa en realidad, entonces eres un robot, un zombi, una marioneta.

Por lo tanto, no esperes hasta la crisis. La vida es demasiado corta como para tomar el tren equivocado.

Comenzando

Piensa en alguien a quien te fascinaría conocer, alguien sobre quien te encantaría saber cuáles son sus intereses y pasiones.

Ahora, debes darte cuenta que la persona más fascinante que podrías llegar a conocer es… ¡tú mismo!

Siéntate, di “hola” y preséntate a ti mismo. Familiarízate contigo mismo como si estuvieras conociendo a un pariente perdido. Entrevístate. Haz preguntas sobre tu vida y sobre la dirección en la que estás yendo. Ve cuáles son tus sueños, tanto los que estás cumpliendo como los que has relegado al fondo de tu cerebro.

Vuelve a lo básico. Quieres ser rico. Quieres ser famoso. Quieres ser bueno. Quieres lograr cosas. Quieres obtener significado. Quieres ser creativo. Pero, ¿por qué quieres todas esas cosas? ¿Qué es lo que te motiva? ¿Qué quieres obtener realmente de la vida?

El proceso de autodescubrimiento involucra hacerse una serie de preguntas, investigando cada vez más profundo hasta que la verdad subyacente emerja. Hazte a ti mismo 10 preguntas que le harías a un amigo íntimo. Luego, espera por las respuestas. No te preocupes, nadie se va a burlar de ti.

  1. ¿Cuál es el propósito de la vida?
  2. ¿Cuál es mi meta en la vida?
  3. ¿Por qué elegí esta profesión?
  4. ¿Cómo utilizo mi tiempo libre?
  5. ¿Cuál es mi motivación para hacer lo que hago?
  6. ¿Qué me hace realmente feliz?
  7. ¿Soy tan feliz como quiero ser?
  8. ¿Es más importante ser rico o ser feliz?
  9. ¿Cuáles son mis planes para el futuro? ¿Por qué?
  10. ¿Cuáles son mis sueños y ambiciones secretas?

No te sorprendas si las respuestas no son inmediatas. Éste es un proceso que puede tomar varios meses. Mantente firme y descubrirás qué es lo que te motiva. Las respuestas están ahí. Después de todo, tienes un compañero fascinante.

Finalmente, la pregunta más importante que debes hacerte es:

¿Para qué estoy viviendo?”.

Suena como una pregunta simple, pero a muchos les avergüenza preguntarla. Una voz en nuestro interior dice: “Nah, ¿para qué hacer una pregunta tan básica?”. Nos resistimos porque sabemos que requiere mucha introspección. Pero cuando llegues a conocerte a ti mismo, habrás cambiado. Habrás cambiado tu relación contigo mismo y con el mundo.

Confianza en la toma de decisiones

Usualmente, la gente evita tomar decisiones por miedo a cometer un error.

La verdad es que el no tomar decisiones es uno de los errores más grandes de la vida.

Imagina un mendigo que recibe una carta que dice que ha heredado 1 millón de dólares. Si él no lee la carta, ¿es rico o no?

De forma similar, Dios nos dio libre albedrío para tomar decisiones en la vida y alcanzar de esta forma la grandeza. Pero si no estamos conscientes de nuestro libre albedrío, entonces no lo tenemos realmente. Y luego terminamos culpando a otros cuando las cosas no resultan bien – a pesar de que sabemos que la decisión está en nuestras manos.

Si no utilizas tu potencial, tu confianza en ti mismo se verá disminuida. ¿Sabes cuál es tu potencial? ¿Has intentado utilizarlo? Tienes que hacer frente a la vida. No te has rendido aún, ¿o sí? Debes seguir con el juego – debes comenzar a vivir de verdad en vez de simplemente “seguir con la inercia”.

Debes conocer la diferencia entre “tomar decisiones” y “seguir la corriente”. ¿Escogiste ir a la universidad, o quizás no tuviste nada que ver con esa decisión? ¿Fue algo que simplemente hiciste porque te graduaste de la secundaria y todo el resto de la gente lo estaba haciendo? ¿Lo pensaste con calma y luego tomaste una decisión?

Imagina la siguiente conversación privada de un estudiante universitario:

¿Para qué estoy yendo a la universidad?
Para obtener un título.
¿Para qué?
Para realizar un postgrado en una institución de renombre.
¿Para qué?
Para obtener un buen trabajo.
¿Para qué?
¡Para poder pagar mi deuda universitaria!

Mediante el proceso de cuestionamiento, él reveló una falla lógica en su razonamiento. En realidad, la razón principal para ir a la universidad debiese ser adquirir conocimiento, sabiduría e información. En otras palabras, ¡para obtener una educación!

Ahora intenta hacer tú mismo el proceso, utilizando éste ejemplo:

¿Por qué quiero casarme?

No aceptes respuestas fáciles. Sigue preguntando “¿Por qué?, ¿Por qué?, ¿Por qué?”. Sé franco. Se trata de ti mismo. Haz cualquier pregunta que quieras. Sé paciente y persistente. Eventualmente, obtendrás una respuesta.

Cuando analizas un tema a fondo, entonces puedes tomar decisiones sabias con confianza.

Identifica dónde te falta confianza. ¿Qué te pone nervioso? ¿Qué situación impide que seas tú mismo? ¿Por qué no puedes tomar decisiones? ¿Es porque no sabes cómo tomar decisiones? ¿O es porque dudas sobre tus decisiones una vez que las has tomado? ¿O quizás simplemente no tienes ganas de tomar decisiones?

Disfruta el tomar decisiones. Involúcrate con el mundo en el que vives. Eso es amar la dinámica de la vida.

Aísla tus bloqueos

Cuando se te haga difícil alcanzar una meta, deberás descubrir qué es lo que te está deteniendo.

Todos tenemos problemas. Estar conscientes de esos problemas es la clave para entrar en contacto contigo mismo. Porque mientras no enfrentes tus problemas, estos te irritarán y fastidiarán por detrás.

Escribe cuáles son tus “bloqueos” en un pedazo de papel. Eso es dar un paso en la dirección correcta. Al ser capaz de aislar los obstáculos específicos, los convertirás en desafíos concretos que requerirán de una solución.

Pregúntate a ti mismo:

  • ¿Soy flojo? ¿Por qué?
  • ¿Soy desorganizado? ¿Por qué?
  • ¿Suelo enojarme? ¿Cuándo?
  • ¿Me pongo alguna vez a la defensiva? ¿Respecto a qué?
  • ¿Qué me pone celoso?
  • ¿Qué me hace ser arrogante?
  • ¿Tengo problemas para tomar decisiones? ¿Por qué?
  • ¿Me falta tener autodisciplina?
  • ¿Me falta tener confianza en mí mismo?
  • ¿Por qué no tengo más iniciativa?

Las características personales negativas son la raíz de nuestros problemas. Haz una lista de tus características negativas e identifica cuándo te ves más afectado por ellas. Luego, analiza qué cosas desencadenan esas reacciones en ti. Finalmente, formula un método efectivo para enfrentarlas.

Trabajar en esto toma tiempo. ¿Pero tienes algo mejor para hacer ahora mismo?

Revisa tus emociones

Ponte en contacto con tu estado emocional. Revisa cómo te sientes. ¿Feliz? ¿Enojado? ¿Tenso? ¿Triste? Las emociones son un medidor respecto a qué está pasando bajo la superficie. Es como tomarte la temperatura. Si estás enfermo, necesitas estar al tanto para que puedas arreglar el problema.

Descubre por qué estás enojado. ¿Qué o quién te está presionando? ¿Es un problema interno o externo? Identifícalo.

Digamos que estás irritado. ¿Por qué?

Porque el jefe me regañó.
¿Y por qué estoy irritado?
Porque estoy resentido con él.
¿Por qué? ¿Qué me importa?
Porque siento que no soy bueno.
¿No soy bueno? ¡Él está loco!

Salte de ti mismo y rastrea la causa. Si no lo haces, es simplemente enojo. Y lo siguiente que harás probablemente será ir a casa a gritarle a tus hijos.

Una vez que hayas identificado la causa de tus sentimientos negativos, ajústate para minimizar el impacto. Puedes intentar evitar ese tipo de situaciones, o bien puedes prepararte a ti mismo para enfrentarlas cuando aparezcan.

Y no sólo eso. También debes rastrear las motivaciones negativas que corrompen tu comportamiento. Digamos por ejemplo que das dinero a caridad. ¿Por qué? Una motivación posible es ayudar a la humanidad. Otra es el placer de ser constructivo. Una tercera opción es el deseo de hacer lo correcto. Todas estas son motivaciones positivas. Una motivación negativa para dar dinero de caridad podría ser: “quiero que la gente me admire”. Eso te corrompe. ¿Me entiendes?

La próxima vez que des dinero a caridad, hazlo de forma anónima. Elimina las razones negativas. Éstas son destructivas.

Lo mismo ocurre con las emociones positivas. Debes estar consiente de cómo tu estado emocional afecta tus decisiones. Por ejemplo, no compres una radio nueva cuando estés eufórico. Espera. Piénsalo de nuevo. Eres susceptible.

Identifica qué es lo que te hace feliz. Puedes obtener más alegría cada día por medio de establecer algunas aplicaciones prácticas. Te levantas en la mañana, es un hermoso día y te sientes genial. Te sientes con energía. Ahora, toma ese sentimiento y enséñate a ti mismo cómo levantarte con el pie derecho – ¡todos los días!

Otro ejemplo: Hiciste un buen trabajo y recibiste una felicitación de tu jefe. Ahora enfócate: ¿Necesitas un jefe que te diga que hiciste un gran trabajo? ¡No! Crea tu propio placer cuando hagas un buen trabajo.

Ponte en contacto con tus dos lados

Todos desean grandeza. Queremos honor, poder, fama. Queremos lograr cosas, ser fuertes, hacer lo correcto e inclusive salvar el mundo.

Sin embargo, al mismo tiempo, tenemos un sentimiento opuesto, que nos hace querer escapar de la responsabilidad, que nos hace querer meternos en la cama y escondernos bajo las sábanas.

Alguien puede decir que “la vida es hermosa”, pero puede no sentirlo. Sus emociones lo detienen, y él va por la vida pensando “Ugh, la vida es agobiante”.

Reconoce el gran conflicto que se desarrolla en tu interior: Está lo que “quieres” hacer, versus lo que “tienes ganas” de hacer. Éste es el conflicto entre el cuerpo y el alma.

Una vez que te des cuenta de la dicotomía, podrás identificar en todo momento si es tu cuerpo o tu alma la que está hablando. Esto hace posible vivir con sanidad y escoger lo correcto.

El siguiente paso es hacer las paces entre ambos lados. La forma más simple sería eliminar tu deseo de ser grandioso. Pero la vida no se trata de tomar el camino fácil. El hecho de que te sientas incómodo con una idea no quiere decir que sea incorrecta para ti. Es difícil romper los hábitos, y crecer puede ser atemorizante.

Por ejemplo, ¿preferirías ser rico o feliz? Está bien, preferirías ser feliz. Ahora imagina el siguiente diálogo:

Vamos, te enseñare cómo ser feliz. Todo lo que se requiere es esforzarse y cambiar”.

Me encantaría, pero no puedo ahora. Me es imposible. Tengo un vuelo que tomar”.

¿En verdad? Te pagaré $10.000 dólares a la semana si trabajas en tu felicidad”.

¡Por supuesto! ¿Dónde firmo?”.

Pensé que no podías ahora…”.

Ocultamos nuestros problemas por medio de la racionalización. “Arruinaré mi mente si me pongo a pensar cuál es el objetivo de la vida. Nadie lo sabe realmente. No va a funcionar. Y de cualquier forma, no hay nada que hacer al respecto. En realidad, no me importa. ¡No vale la pena invertir mi tiempo en ello!”.

Nuestros sabios dicen que una persona actúa mal sólo cuando tiene un momento de locura. Entonces, date cuenta que estás combatiendo la “locura”. No es algo lógico. Debes estar en guardia, porque si te distraes, pagaras el costo.

Entonces… ¿quieres cambiar? ¿Qué es lo que te detiene? Siente la aversión del cuerpo. Somos tan perezosos. Lo único que quiere el cuerpo es dormir. “Aaaah… no quiero cambiar. Soy suficientemente feliz. Estoy cómodo en mi nicho de miseria.” ¿Eres suficientemente rico? ¡No! ¿Eres lo suficientemente feliz?

¿Te das cuenta de la importancia de detectarlo? Debes identificar al animal con el que estás peleando. “El temor al cambio”.

Si estás alerta, verás al enemigo. Puedes luchar contra él. Puedes perder una batalla contra el cuerpo, pero al menos tendrás confianza en ti mismo. “Sé lo que hago”.

Convence al cuerpo

Ponte en contacto con tu núcleo espiritual. Descubre qué es lo que te motiva. No dejes que el libre albedrío sea algo subconsciente. Tú quieres alcanzar la grandeza. Pero el cuerpo dice que eso es demasiado esfuerzo.

Para intentar convencer al cuerpo, debes identificar el beneficio tangible. “¿Por qué es necesario? ¿En qué me va a ayudar?”. Debes llevarlo al plano de la comprensión emocional. “¿Qué tengo para perder? ¿Qué tengo para ganar?”. Sólo entonces la idea tendrá poder y podrás convencer a tu cuerpo.

Ésta es la fórmula secreta: Identifica con tu intelecto, y convence a tu cuerpo. Por ejemplo, si estás emocionalmente convencido del beneficio de ponerse en buen estado físico, entonces incluso cuando estés sudando y tu corazón esté latiendo sumamente rápido, seguirás adelante. Eso es porque has decidido “yo quiero esto”, porque sabes que es importante.

Para evitar una reacción negativa, tus emociones deben sentirse cómodas con los cambios que hagas. Aprende a relajar y tranquilizar a tu cuerpo. Engatusa a tu cuerpo y dile: “No va a ser tan malo. ¡Recuerda cuán bien te sentiste la última vez que hiciste un esfuerzo!”. Dale aliento a tu cuerpo y recompénsalo cuando tengas éxito.

No digas que no funciona. No has hecho el esfuerzo. No renuncies a tu intuición y percepción. Simplemente date cuenta que aún no has hecho lo necesario para lograrlo.

Considera cómo las motivaciones humanas básicas te afectan: seguridad, autoestima, honor, pasión, presión social y posesiones. Pon especial atención en cómo aceptas la responsabilidad. Digamos por ejemplo que cometes un error. Tú quieres disculparte de forma plena y directa. Sin embargo, “tienes ganas” de olvidar el asunto, de esconderte, de escapar y decir “no es mi culpa”.

Éste es el “gran conflicto”. Queremos ser firmes, dedicados y poderosos, pero no tenemos ganas. Elegir el camino del alma no es algo que nace naturalmente. Requiere mucho tiempo y esfuerzo.

Debes saber lo que sabes

No creas que sólo porque entiendes algo estarás viviendo acorde a eso. Es posible creer en algo y sin embargo actuar de otra manera. Nos ocurre a todos constantemente. Puedes creer que es importante comer comida saludable y sin embargo atiborrarte de papas fritas y tarta de chocolate.

Nuestras acciones están determinadas por nuestro nivel de claridad. Si entendemos una idea sólo en un nivel superficial, entonces tendremos dificultades para apegarnos a ella cuando las cosas se pongan difíciles.

La próxima vez que vayas a un funeral, observa cuidadosamente. Cuando llevan el cuerpo hacia el cementerio, los dolientes comienzan a llorar. ¿Acaso lloran porque quieren que el cuerpo se quede donde estaba? No. De pronto, tienen una mayor conciencia sobre la muerte, sobre el hecho de que él difunto no volverá. En el cementerio, cuando sitúan el ataúd bajo la tierra, los dolientes lloran nuevamente. Se dan cuenta en un nivel emocional que la muerte es definitiva.

Mientras no pongas en línea tus sentimientos con la realidad, estarás viviendo en el mundo de los sueños. El crecimiento comienza en la mente, pero el corazón debe aceptar todo lo que tu mente descubra. Sólo entonces podrás integrar estas ideas a tu vida diaria.

Mucha gente cree en Dios, pero hay muy pocas personas que viven con Dios. ¿Hace eso sentido? Debes asimilar algo que has aceptado como verdad. Debe convertirse en parte de ti.

Claridad absoluta

Debes conocerte a ti mismo de forma objetiva, tal como sabes que tienes 5 dedos en la mano. ¿Cómo sabes que estás en el camino correcto? ¿Cómo sabes que no estás cometiendo un error ahora mismo?

Para desarrollar esta claridad, debes articular los principios más importantes que guían tu vida. Por ejemplo, en el judaísmo decimos que amar es una obligación. ¿Es esto lógico? Piensa en ello:

Ridículo. No puedes obligarme a amar”.

Pero si tuviera hijos, ¿los amaría?”.

¡Obvio que amaría a mis hijos!”.

¿Cómo puedo saber? No sé que clase de hijos voy a tener. Quizás sean unos maleducados y no los ame”.

Lo haré. Estoy obligado a amar a mis hijos”.

¿Ves la contradicción? En un nivel intuitivo, sabes que el amor es una obligación. Pero el concepto no está tan claro como para que puedas articularlo.

Tómate tu tiempo. Resuelve los aspectos básicos de la vida. Hazte preguntas importantes respecto a los temas globales y espirituales de la vida.

  • ¿Cuál es el significado de la vida?
  • ¿Qué es lo bueno de vivir?
  • ¿Cómo me siento respecto a la humanidad?
  • ¿Qué hay después de esta vida?
  • ¿Cómo entiendo el bien versus el mal?
  • ¿Tengo libre albedrío? ¿Cómo lo activo?
  • ¿Qué me pone triste? ¿Está bien estar triste?
  • ¿Cómo me siento respecto a Dios?
  • ¿Estoy orgulloso de ser judío?
  • ¿Cómo entiendo el Holocausto?

Puede ser desagradable pensar sobre algunos de estos temas. Si es así, ¿por qué es desagradable? Rastréalo.

No repitas como un perico las cosas que has escuchado. Debes saber por qué estás haciendo lo que estás haciendo. De otra forma, será solo la sociedad la que estará hablando. Es posible que hayas adoptado cosas de la sociedad sin haber analizado su validez. Revísalas.

Trabaja los distintos temas hasta que tengas claridad absoluta. Una persona que sabe lo que quiere, lo obtendrá, a como dé lugar. Es como un misil teledirigido. Si lo programas adecuadamente, llegará a su destino.

¿Por qué conocerte a ti mismo es un camino a la sabiduría?

  • Puedes conocer la verdad si miras honestamente dentro de ti.

  • Las emociones son fuerzas sumamente poderosas para alcanzar la grandeza. Conócelas. Aprovéchalas.

  • Identifica tus problemas. Es el primer paso para resolverlos.

  • Si no lo clarificas ahora, estarás destinado a cometer graves errores.

  • No tengas miedo de descubrir quién eres realmente.

  • Utiliza tu libre albedrío como una herramienta consciente para tener una mejor vida.

  • Si estás enojado o molesto, rastrea la causa. ¿Dónde se origina?

  • Si estás actuando de forma ilógica, ¡por lo menos date cuenta!

  • La clave para obtener sanidad es dejar que la verdad penetre en tu cuerpo.

  • No puedes permitirte esperar mucho tiempo para conocerte a ti mismo. Tú eres la persona más fascinante que puedes llegar a conocer.

 

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