El significado secreto de la Matzá

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Comer Matzá es un acto de desafiar las leyes de la naturaleza, tiempo e historia.

¿Por qué es tan indispensable la Matzá para la celebración de Pesaj? ¿Por qué la Torá se refiere a Pesaj como Jag HaMatzot, "la fiesta de las Matzot"? ¿Por qué es ésta simple comida una base de la ideología y la experiencia judía? ¿Por qué la Matzá viene a simbolizar el símbolo de la libertad humana?

La Matzá tiene muchos aspectos. Es el "pan de la aflicción", el pan del hombre pobre, comido por esclavos. También es el pan de la liberación y la libertad. Vamos a tratar de sondear sus múltiples significados.

El pan es fundamental en la vida, pero la Matzá es el pan más básico, el alimento más simple hecho por el hombre. La Matzá implica la fusión de los tres elementos más básicos que definen al hombre civilizado: grano, agua y fuego. Ningún elemento externo más allá de la harina y el agua permite definir o influenciar su forma. La Matzá esta hecha de harina y agua fría -- nada más. Si se permitió dejar la mezcla de harina y agua por más de 18 minutos, el proceso de fermentación habrá comenzado a tener lugar. Bacterias de levadura, que se encuentran en el aire, invaden la masa, se multiplican por millones y causan fermentación. Los microorganismos de levadura son un ejército invasor no invitado, que se inmiscuye en la mezcla de harina y agua, sirviéndose una deliciosa comida de moléculas de azúcar. Mientras que los microorganismos de levadura se multiplican por billones, ellos liberan gas dióxido de carbono que fermenta la masa, provocando que se eleve y se convierta en aireada y liviana.

La intervención de esta fuerza externa es una expresión simbólica de la intrusión de fuerzas externas sobre el hombre; fuerzas que desvían a la gente de sus caminos escogidos y las atraen al pecado, comprometiendo la independencia humana, la autonomía y la elección. Los microorganismos de levadura comienzan su trabajo independiente de la voluntad humana, independiente de la persona que combina la harina y el agua que constituye la mezcla de la masa. La fermentación, es decir, el jametz, representa estas fuerzas negativas. Representa la inclinación al mal, el impulso al pecado, la influencia de ideas extranjeras, placeres y fuerzas. Es la voz no invitada que nos lleva a ignorar la presencia y poder del mal, hasta que es demasiado tarde.

¿Cuál es la diferencia entre el jametz y la matzá? Tiempo. Nada más. Los ingredientes son los mismos. Por definición, la masa hecha de harina y agua que se deja por más de 18 minutos antes de que este completamente horneada se convierte en jametz. La matzá al ser pan que no está fermentado, representa al hombre que controla sus pasiones -- ejercitando su independencia, su voluntad disciplinada, y no influenciada por fuerzas externas. La matzá es lo contrario al jametz.

Parafraseando al Rabino Jaim Friedlander, uno de los gigantes del pensamiento judío en nuestra generación, la fermentación demuestra la relación de causa y efecto en el mundo de la naturaleza. Cuando somos testigos de la naturaleza trabajando -- aparentemente haciendo cosas por sí misma, sin ningún tipo de intervención exterior -- vemos como los procesos naturales tienen el efecto de ocultar la mano de Dios.

Las matzot son horneadas rápidamente, en un esfuerzo por superar las influencias y limitaciones del tiempo. Horneamos matzá plana y crujiente para recrear el Éxodo, cuando los hijos de Israel huyeron de Egipto a toda prisa, como la Torá dice: "Deberán comer matzot durante siete días... pan de sufrimiento, porque ustedes salieron de Egipto con gran prisa". Esta mitzvá nos enseña que el control de Dios sobre la naturaleza y la historia está por encima y más allá de los obstáculos y las limitaciones del tiempo. Dios no requiere de causa y efecto. Él no necesita tiempo para poder lograr sus objetivos. En Pesaj, nosotros también debemos emular a Dios y ser creativos espiritualmente apresurando el tiempo, actuando con entusiasmo y velocidad, viviendo la vida más allá del tiempo, en sociedad con Dios, que está por encima del tiempo y es atemporal. Respondemos a la voluntad de Dios actuando en desafío con la naturaleza, rompiendo los límites impuestos por el tiempo y la naturaleza.

La salida precipitada de los judíos de Egipto fue debido a la plaga de la muerte de los primogénitos egipcios, que convenció al Faraón que si no respondía a la presión de Dios inmediatamente y sin demora, todo Egipto se enfrentaría al colapso inmediato y a la destrucción. Para que Egipto sobreviviera, Israel debía salir inmediatamente.

Y para que Israel sobreviviera, tendría que huir de inmediato. Dios forzó la mano del Faraón. Lo hizo para enseñar al Faraón y a toda la humanidad que detrás del curso normal de los acontecimientos, que pueden ser descritos como el funcionamiento de la causa y el efecto, la mano de Dios obliga las fuerzas de la historia y la naturaleza para que se ajusten a su programa. Como el Maharal (Rab Yehudá Loewe ben Bezalel, una figura primordial del pensamiento judío) explica, era necesario que la humanidad tome conciencia del hecho de que el Éxodo fue el resultado directo de la voluntad y la intervención de Dios.

¿Cuál era la prisa? ¿Por qué, después de 210 años de esclavitud, Dios decidió presionar a los egipcios para expulsar a los judíos con velocidad y fuerza? Los sabios enseñan que los judíos habían alcanzado el grado 49 de decadencia. En el momento en que entraran al grado 50, una degradación que era ya inminente, habrían llegado al punto sin retorno y hubieran estado más allá de toda redención posible. Una vez que hubieran sucumbido a la infame inmoralidad, el materialismo, la decadencia y el paganismo de los egipcios, sus orígenes Abrahamicos se hubieran vuelto irreconocibles y se hubieran hundido en el pantano de la sociedad egipcia, desapareciendo para siempre.

Los sabios explican que cada grado adicional de decadencia involucra una progresión geométrica, algo como la escala de Richter donde cada número es diez veces mayor que el número anterior. En tanto Israel no alcanzó el grado 50 de impureza, sus orígenes Abrahamicos estaban todavía reconocibles, aunque manchados. Los sabios enseñan que durante sus 210 años de esclavitud, los "Israelitas, a su favor, no habían cambiado sus nombres, su cultura, su lenguaje o su vestimenta", claramente indicando que a pesar de las incesantes presiones y las burlas ellos se mantuvieron judíos en todos los sentidos. Los nombres hebreos de los judíos, según lo informado por la Biblia, demuestran que ellos habían adorado inalterablemente al Dios verdadero de Israel y se mantuvieron fieles a su patrimonio.

Pero después de 210 años se encontraban cerca de perder esta herencia. Tuvieron que sobreponerse a las presiones del tiempo volviéndose un pueblo atemporal y eterno. Esto requirió la intervención divina; Dios arrebato a su pueblo de las garras de la historia, liberándolos de tal manera que desplegó el tiempo. Su milagrosa liberación por lo tanto desafió las leyes de la naturaleza, el tiempo y la historia.

La matzá es la única comida cuya fabricación exige que sea creada sin tiempo. La prohibición de la levadura también nos enseña que la naturaleza no funciona independientemente sino que es controlada por Dios.

La matzá es la única comida cuya fabricación exige que sea creada sin tiempo. La prohibición de la levadura también nos enseña que la naturaleza no funciona independientemente sino que es controlada por Dios.

El Maharal explica que es por esta razón que se les ordeno comer matzá cuando observaron el primer Pesaj durante su liberación, y por cada Pesaj subsiguiente a través de toda la eternidad. La matzá es la única comida cuya fabricación exige que sea creada sin tiempo -- más allá del tiempo, lo más rápido posible. La prohibición de la levadura también nos enseña que la naturaleza no funciona independientemente sino que es controlada por Dios. La naturaleza es la voluntad de Dios, que se oculta en el mundo natural.

Cuando se aplica al ser humano mismo, los sabios enseñan que la "engreída" naturaleza del jametz simboliza el rasgo de carácter de arrogancia y presunción. La matzá plana y sin leudar representa la humildad total. La humildad es el comienzo de la liberación y el fundamento del crecimiento espiritual. Sólo una persona que puede reconocer sus deficiencias, y someterse a una sabiduría más elevada, puede liberarse de sus propias limitaciones. Cuando comemos matzá, interiorizamos la cualidad de humildad como la esencia de la fe. No comiendo jametz, nos liberamos de la arrogancia y el egocentrismo.

En un sentido simbólico, los Hijos de Israel habían comenzado a "fermentar" -- hasta el punto de que casi se convierten en jametz. Dios salvo a Israel de volverse jametz, lo que habría significado la destrucción de Israel. Fue la mano redentora de Dios lo que garantizo que Israel permanezca siendo "matzá", la esencia de la humildad, por toda la eternidad.

Por las razones mencionadas, las palabras "mitzvá" y "matzá" son análogas. Nuestros sabios enseñan "mitzvá she'haba'ah leyadja al tajmitzena"; cuando una mitzvá llega a tu mano, no permitas que fermente. Es decir, cuando la oportunidad de hacer una mitzvá surge, hazlo rápidamente. Esta enseñanza aplica la urgencia de hornear matzá para Pesaj con prontitud. Del judío se espera que conquiste el tiempo, que viva más allá del tiempo, que asocie su vida con Dios, que es atemporal y eterno. El judío nunca pierde el tiempo; el presente es ahora -- ésta es la razón por la cual es tan preciado. El judío emplea el tiempo para dirigir este mundo de tiempo limitado hacia los objetivos de la eternidad. Esto se logra haciendo del tiempo un bien preciado -- llenándolo con Torá, mitzvot y jesed (bondad).

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