Doble Impresión

6 min de lectura

Vaieshev (Génesis 37-40 )

Todos tenemos un tribunal de justicia en nuestra cabeza, y cada uno de nosotros es juez y jurado al mismo tiempo. Cada vez que vemos a alguno de nuestros amigos hacer algo que parece incorrecto, tomamos una decisión, ¿le daremos el beneficio de la duda o lo declararemos culpable en el acto?

La Torá nos enseña a juzgar a cada persona favorablemente. Tal vez hay una buena razón por la cual nuestro amigo hizo lo que hizo, o tal vez no vemos toda la imagen en su totalidad.

En nuestra parashá de la semana, Yosef le lleva informes desfavorables a su padre Jacob, acerca de la aparente mala conducta de sus hermanos. Pero nuestros sabios nos enseñan que los hermanos eran realmente inocentes y que Yosef había malinterpretado lo que vio. Sus hermanos, muy molestos, reclaman por las cosas que Yosef informó a su padre.

Aún cuando Yosef tenía sólo la mejor de las intenciones, él estaba equivocado, debería haber juzgado a sus hermanos favorablemente. Cuando la gente se otorga mutuamente el beneficio de la duda, todos se relacionan de mejor manera.

 

En nuestra historia, una niña aprende el valor de otorgar el beneficio de la duda.

"Doble Impresión"

Leah Stein se había mudado recientemente a la ciudad. Salir de la pequeña ciudad donde había crecido era un gran cambio, pero ella era una chica amistosa y sociable que parecía ser capaz de adaptarse rápidamente. De hecho, ya había hecho varios amigos en la nueva escuela.

Ella se hizo muy amiga de una chica en particular, llamada Debbie. Desde que se vieron por primera vez parecía que se hubieran conocido desde siempre. Leah le contaba apasionadamente a sus padres acerca de las cosas que ella hacía con su nueva amiga, y estaba muy emocionada con el próximo domingo, ya que Debbie había accedido venir a su casa para hacer la tarea juntas.

Llegó el día domingo y Leah preparaba las cosas apasionadamente para la visita de su amiga, cuando de pronto, el teléfono sonó. Leah corrió a contestar.

"Hola... sniff... ¿Leah?", Dijo una voz ronca en el otro extremo. "Es Debbie ...cof, cof... realmente lo siento, pero me resfrié terriblemente durante el fin de semana. Yo... sniff... no creo que pueda ir hoy".

Leah le aseguró a su amiga que ella entendía completamente y le deseó una pronta recuperación. Sintiéndose decepcionada, Leah se sentó sola y comenzó a trabajar en la tarea que había esperado hacer con su amiga.

Una hora más tarde Leah soltó su lápiz. "¡Menos mal!", se dijo a sí misma. "No fue fácil, pero he terminado". En ese instante, decidió premiarse a sí misma por su ardua labor con un helado de Benny's. Aunque ella nunca había estado allí, todos los niños en la escuela hablaban acerca de lo bueno que era, y Leah pensó que este era el momento indicado para probarlo.

Ella disfrutó el paseo de tres cuadras por la avenida llena de tiendas hasta la heladería, era tan diferente de las tranquilas, casi vacías calles de su ciudad natal. Finalmente llegando a la heladería, ella se puso en línea para hacer su pedido. Mientras estaba en línea, observó a su alrededor las mesas repletas. De repente sintió un shock. Allí, sentada en una de las mesas de la esquina con un grupo de niños de la escuela estaba... ¡Debbie!

Aunque llevaba su cabello amarrado, en vez de la forma habitual, no cabía duda de que era Debbie, que supuestamente estaba enferma en casa. No sólo que no se veía enferma, sino que lo estaba pasando genial, riendo con sus amigos y comiendo un helado de cono.

Leah rápidamente dio media vuelta y salió de la heladería antes de que Debbie la reconociera. "¡Resfrío! ¡Ella sólo quería deshacerse de mí!", murmuró Leah molestamente mientras corría a casa, ignorando toda la actividad y las tiendas de la calle que había disfrutado en su camino de ida hacia la heladería.

Cuando se acercaba a su casa, sus ojos estaban rojos y llorosos. El padre de Leah, que había salido a recoger las hojas del jardín, observó la frustración de su hija y la siguió hasta dentro de la casa.

"Leah, ¿qué ocurre?", preguntó con preocupación.

"Pensé que Debbie era mi amiga y ella me ha engañado", dijo Leah y procedió a contarle toda la historia.

El Sr. Stein asintió con empatía mientras escuchaba a su molesta hija. "¡Y mañana, tan pronto como la vea voy a decirle todo lo que pienso acerca de lo que hizo!". Concluyó Leah, amargamente.

"Entiendo cómo te sientes", dijo su padre. "Pero tal vez deberías darle a Debbie una oportunidad de explicar su conducta. En base a todo lo que nos has contado acerca de ella desde que la conoces, Debbie no parece el tipo de chica dañaría a alguien de esa manera. Tal vez existe una buena razón para lo que sucedió y hay una manera de juzgarla favorablemente".

Leah pensó en las palabras de su padre, pero ella no podía dejar de sentirse enojada con su amiga.

Al día siguiente en la escuela, mientras Leah caminaba por el pasillo, escuchó una voz familiar. "¡Hola Leah!". Era Debbie.

Leah estaba a punto de explotar. Sin embargo, recordó las palabras de su padre y lo pensó dos veces. "Debe haber una buena razón...", se dijo a sí misma mientras volteaba en silencio hacia Debbie.

Leah no podía creer lo que veían sus ojos. Ella pensó que estaba viendo doble. ¡Había dos Debbies de pie una al lado de la otra! Una de ellas, sosteniendo un pañuelo, y a su lado, otra "Debbie", con el cabello amarrado.

La primera "Debbie" habló. "Hola... cof cof", dijo. "Siento no haber podido ir a tu casa. Pero el día en la cama me hizo muy bien. Por cierto, esta es mi hermana gemela, Eva. No creo que se hayan conocido".

Leah estaba boquiabierta. "Hola... Eva", se las arregló para tartamudear. "Encantada de conocerte... creo que... mmm... te he visto por ahí".

Ahora Leah entendió lo que había sucedido y estaba muy contenta por haber juzgado a su amiga favorablemente.

De 3 a 5 años

P. ¿Cómo se sintió Leah cuando pensó haber visto a Debbie en la heladería?
R. Leah estaba muy molesta porque pensaba que su amiga le había mentido al decirle que estaba enferma.

P. ¿Cómo se sintió después de ver a Debbie y a su hermana gemela en la escuela?
R. Leah entendió que en realidad había visto a la hermana de Debbie en la heladería. Se sintió contenta de haber juzgado a su amiga favorablemente y no simplemente de haber asumido que había mentido.

De 6 a 9 años

P. ¿Qué ganamos al otorgarle a las personas el beneficio de la duda?
R. Ganamos mucho. En primer lugar, nos sentimos mucho mejor con las personas que nos rodean. El hecho de pensar que las personas actúan mal nos hace tener sentimientos negativos sobre el mundo en que vivimos. Pensar que las personas tienen buenas razones para explicar sus comportamientos, aparentemente negativos, mejora nuestra perspectiva general y nos ayuda a sentirnos mejor en relación a los demás. Dado que las personas a menudo nos responden con sentimientos similares a los sentimientos que nosotros proyectamos hacia ellos, esta actitud podría dar lugar a relaciones mucho más pacíficas en nuestras vidas. También nos salva muchas veces de juzgar a la gente de manera incorrecta.

P. Imagina que viste a alguien saliendo de una tienda de cámaras fotográficas con una cámara nueva en la mano y mirando sobre su hombro nerviosamente. ¿Qué pensarías tú que está sucediendo si decidieras no juzgarlo favorablemente?
R. Podrías asumir que esta persona ha robado la cámara y está mirando detrás de él para asegurarse de que no lo están siguiendo.

P. En la situación anterior - ¿Qué pensarías tú que está sucediendo si decidieras juzgarlo favorablemente?
R. Podrías pensar que quizás esta persona acababa de comprar una cámara y tenía tanta prisa para coger el autobús que no alcanzó a pedir una bolsa. De esta manera él corrió apresuradamente hacia la parada, mirando hacia atrás para asegurarse de no perder el autobús.

P. ¿Puedes pensar en otras situaciones que podrían interpretarse en ambos sentidos otorgando el beneficio de la duda?

10 años y más

P. Nuestros sabios nos enseñan que "no debemos juzgar a alguien a menos que estemos en sus zapatos". ¿Qué nos enseña esta declaración?
R. Aunque todas las personas se ven más o menos igual, cada uno de nosotros es realmente un "mundo en si mismo". Nuestros antecedentes, la forma en que fuimos criados y nuestros rasgos de personalidad nos hacen ser lo que somos. Es razonable suponer que todo esto hace que dos personas interpreten y reaccionen ante la misma situación de maneras totalmente diferentes. Por ejemplo, un comentario que puede ser inofensivo para una persona, para otra puede ser muy insultante. Si somos concientes de que realmente no sabemos cómo las demás personas están viendo las cosas, entonces será mucho más fácil no "declararlos" culpables inmediatamente y en cambio podremos otorgarles el beneficio de la duda.

P. ¿El concepto de juzgar favorablemente nos enseña que nunca podemos criticar las acciones de otra persona?
R. Cuando juzgamos a alguien favorablemente, nos concentramos en una acción que parece impropia y tratamos de encontrar buenas razones para justificar su comportamiento, o tratamos de entender por qué nosotros no hemos visto las cosas con claridad. Esto no es lo mismo que no criticar, el hecho de no criticar implica que no existe tal cosa como una acción incorrecta. De hecho, la Torá claramente enseña que existen acciones inadecuadas que deben ser juzgadas como tal. Sin embargo, debemos intentar todo lo posible para otorgar el beneficio de la duda antes de concluir que alguien actuó indebidamente.

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