Mitzvá 1: Saber que existe un Dios

13 min de lectura

Cultiva la mejor relación posible con los mejores beneficios posibles.

Una "meta de vida" es aquella que te lleva a un estado enaltecido de existencia. Por ejemplo, la meta de un hombre de negocios es ser rico. Comprar y vender acciones o invertir en bienes raíces son los medios para lograr esa meta.

Una fórmula similar aplica al judaísmo. La meta del judaísmo es cultivar la mejor relación posible con Dios.

Las 613 mitzvot son conductos que nos enseñan sobre la realidad de la existencia de Dios y sobre cómo vivir con esa conciencia.

La mayoría de las 613 mitzvot de la Torá requieren que hagamos algún tipo de acción, como dar caridad o comer matzá en Pesaj. Esos son los medios para lograr la meta.

Las seis mitzvot constantes son “mitzvot-objetivo”. En lugar de requerir la realización de alguna acción, estas mitzvot constituyen en sí mismas una forma de vivir con la realidad de la existencia de Dios.

Las seis mitzvot constantes son:

Cada momento de conciencia es otra oportunidad para llevar a cabo estos ideales. Ninguna de las otras mitzvot te brinda la misma oportunidad constante, y es por eso que las seis mitzvot constantes son nuestra prioridad. Todas las demás mitzvot sólo construyen y refuerzan estos ideales.

Conocimiento intelectual de Dios

El primero de los Diez mandamientos declara:

"Yo soy el Señor, Tu Dios, que te sacó de la tierra de Egipto" (Éxodo 20:2).

Esta es la mitzvá de "saber que existe un Dios". La lógica que hay tras este mandamiento parece difícil de entender. Alguien que ya observa los mandamientos de Dios obviamente cree en Su existencia; entonces, ¿para qué necesitamos un nuevo mandamiento que nos ordene hacerlo? Y si alguien no sabe que Dios existe, ¿por qué habría de escuchar este mandamiento?

Entonces, ¿para quién es esta mitzvá?

La respuesta es que no debemos creer en Dios “solamente con fe”. ¡Investiga la evidencia! ¡Obtén conocimiento! Busca. Estudia. Analiza. Es un principio fundamental del judaísmo: tienes que saber, no sólo creer.

Confianza emocional

"Tienes que saber este día, y entenderlo en tu corazón, que Hashem es Dios" (Deuteronomio 4:39, el rezo de Aleinu).

Pero hay más. No basta sólo con saber intelectualmente que existe un Dios que está a cargo de todo. ¡También debes saberlo en tu corazón!

Pero hay más. No basta sólo con saber intelectualmente que existe un Dios que está a cargo de todo. ¡También debes saberlo en tu corazón! Este conocimiento emocional es mucho más profundo, porque afecta la manera en la que la persona conduce su vida.

El protagonista del circo está dispuesto a caminar por la cuerda floja porque tiene la confianza de que hay una red debajo de él para atraparlo. Similarmente, un niño saltaría de una repisa a los brazos de su padre confiando en que su padre lo agarrará.

Todo el sentido de la vida es enderezar nuestra conciencia de Dios. ¿Cómo sabes si realmente estás consciente de la existencia de Dios? Por medio de la confianza. Si estás consciente entonces estarás dispuesto a caminar sobre una cuerda floja o a saltar a los brazos de tu padre, por decirlo así.

Pasos para confiar en Dios

Rabenu Bejaie (siglo XII) describe en su libro de superación personal Los deberes de los corazones (Jovot halevavot) cuatro pasos clave para construir confianza en Dios:

El primer paso es darnos cuenta que Dios nos ama con un amor sin límites. La cosa más cercana a la que podemos comparar esto es el amor que siente un padre por sus hijos. Dios es nuestro Padre en el Cielo. Su amor hacia nosotros excede todo el amor de este mundo. Tener conciencia de Dios es vivir sabiendo esto.

Muy en nuestro interior sabemos que Dios nos ama. Cualquier persona que esté en peligro le reza a Dios. Esto es cierto inclusive con gente que lo ha ignorado toda su vida. Como dice el dicho: "No hay ateo en una cueva de lobos". Inclusive que hayas hecho todo equivocadamente, cuando necesitas a tu Padre, Él estará ahí.

Segundo paso: Línea directa

El Departamento de Defensa de los Estados Unidos gasta millones de dólares anualmente para mandar señales a estrellas distantes con la esperanza de que exista vida allí. Puede tomar 2.000 años para que las señales lleguen a su destino, pero de todas formas están constantemente atentos.

Si alguna vez recibieran una respuesta —inclusive un simple "hola"—, todo el mundo quedaría boquiabierto.

¿Alguna vez tus plegarias han sido respondidas? Cuatro de cinco personas dirían que "sí". El Creador de este universo se ha comunicado privadamente contigo. ¡Es increíble!

La mayoría de la gente cuyo rezo ha sido contestado ni siquiera sabía en qué dirección mandar la señal. Simplemente dijeron: "Dios, por favor ayúdame...". Siete mil millones de seres humanos, toda una galaxia de planetas y estrellas, ¡y Dios le contestó a este individuo!

La mitzvá de saber que existe un Dios significa vivir con la realidad de que no estás solo. Dios está atento a cada detalle y sabe constantemente lo que ocurre en el mundo. Él recibe las señales cuando le pides algo.

Tercer paso: Él hace todo

Si tu padre te da un dólar, su cuenta bancaria se vería reducida, ¡incluso si es un multimillonario! Pero si Dios te da un billón de dólares, no pierde nada. Dios tiene todo el poder del mundo. Creó el universo de la nada. Puede transformarte en un genio. Puede sanar a tu hijo. Puede hacer lo que quiera.

Piensa en la gran cantidad de milagros que hizo Dios por ti para que pudieras dar tu primer respiro. Un feto no utiliza sus pulmones; toma oxígeno de la sangre de la madre. Cuando un niño nace, el bebé tiene que respirar por sí mismo y todo el sistema biológico cambia. Una válvula del corazón se cierra, los pulmones se inflan y todo tiene que encajar en el lugar correcto, en el momento correcto.

Piensa cuánto te ha dado Dios desde que naciste. Te ha dirigido en cada paso a lo largo del camino.

Piensa cuánto te ha dado Dios desde que naciste. Te ha dirigido en cada paso a lo largo del camino.

Todo lo que Dios hace por ti es un regalo. Y cualquier cosa que quieras de Dios no es nada comparado con lo que ya te ha dado. Si estás pidiendo un billón de dólares, no es nada comparado con el par de ojos que te dio gratis.

Dios mantiene el universo en cada segundo: cada criatura, cada pequeña hoja de pasto. Dios hace que tu corazón palpite. Te provee comida. Crea el sol con calor y luz. No hay nada que pueda detener a Dios. Tus padres, maestros y jefes son los mensajeros. Cada cosa que tienes fue enviada por Dios.

Saber esto te permite confiar en que Dios va a continuar dándote todo lo que necesitas.

Cuarto paso: Lo mejor de todo

Dios no necesita nada de ti. No necesita que comas comida casher ni que cumplas Shabat.

Dios sólo quiere dar. Todo lo que hay en el mundo es para nuestro beneficio.

Si Dios no te da lo que deseas, debes preguntarte por qué. ¿Por qué Dios no te ha dado 100 millones de dólares?

Tal vez no sería bueno para ti. Quizás te volverías terco, arrogante y tacaño. Tal vez intentarías contratar a otros para que logren tus objetivos y no harías el esfuerzo de intentarlo tú mismo.

Dios sabe lo que es bueno para nosotros. Tener confianza en Dios significa entender que cuando no te da algo te está enviando un mensaje. Está tratando de levantarte, de que reevalúes tus objetivos.

Los buenos padres hacen lo mismo con sus hijos. Tu hijo quiere cinco galletas, pero le das sólo una. O lo llevas al doctor para darle una vacuna aunque el niño llore y diga: "¡¿Por qué me estás haciendo esto?!", ya que tú sabes que es para su bien.

Cuando pasa algo "malo" debes preguntarte: "¿Por qué?". Entiende que Dios sabe lo que está haciendo. Nos está tratando de levantar. Él sabe lo que es bueno para nosotros y quiere que tengamos lo mejor de lo mejor.

Rendirte cuando las cosas se ponen difíciles

La tendencia auto-destructiva del hombre (ietzer hará) lo sobrepasa diariamente y lo amenaza de muerte. Si no fuera por la ayuda de Dios, el hombre no podría sobrevivir (Talmud, Kidushin 30).

Cada aspecto de nuestra existencia depende de Dios. Ya sea que nos paremos, levantemos nuestras manos, usemos nuestro cerebro, hagamos una mitzvá o batallemos en contra del deseo de hacer algo incorrecto, nuestra habilidad es un regalo de Dios. No tenemos fuerzas sin Él.

Consecuentemente, cualquier meta es posible sólo si Dios nos da el poder.

Entonces, ¿cómo es que las palabras "no puedo" entraron en nuestro léxico?

El Talmud dice que Moshé reprendió al pueblo judío: "Cuando estuvieron en el Monte Sinaí, Dios preguntó: '¿Quién me asegurará que siempre temerán a Dios?'. Ustedes deberían haber respondido: 'Dios, Tú lo asegurarás'. Deberían haber aprovechado la oportunidad para pedir que Dios les diera ‘temor al cielo’".

Los judíos querían ser capaces de recibir todo el crédito por su temor a Dios, por lo tanto, se rehusaron a pedirlo.

Si hubieran entendido que todas las cosas son un resultado de la ayuda de Dios, entonces obviamente también le hubieran pedido ‘temor al cielo’.

Si hubieran entendido que todas las cosas son un resultado de la ayuda de Dios, entonces obviamente también le hubieran pedido ‘temor al cielo’.

Esto demostró una falta de apreciación y de gratitud por todo lo que Dios había hecho con ellos hasta ese momento.

Este deseo de ignorar el papel de Dios en nuestros logros y tomar el crédito nosotros mismos es lo que hace que la gente diga: "Esto lo puedo hacer y esto no". Evitamos reconocer que todo es un regalo. Preferimos sentir que hemos peleado y logrado las cosas con nuestra propia fuerza. Entonces decimos: "No puedo" cuando preferimos no hacer el esfuerzo de hacer algo difícil.

Si estuviéramos realmente agradecidos, si cada mañana le agradeciéramos a Dios por nuestros ojos, nuestras manos y nuestro cerebro, entonces también le agradeceríamos por el entendimiento y diríamos: "¡Dios, por favor dame más!". Si reconocemos que cada logro proviene de Dios, entonces entenderemos que no hay nada que no podamos lograr... si Dios nos da el poder para hacerlo.

La responsabilidad de cambiar el mundo

¿Qué puede hacer una sola persona? Una persona puede lograr lo que sea y lo que quiera, ¡ya que de cualquier forma todo es un regalo de Dios! Ahora podemos entender por qué la Torá nos obliga a cada uno de nosotros a cambiar el mundo.

El Código de Ley Judía (O.J. 1:3) dice: "Es adecuado para todos aquellos que temen a Dios, estar en constante dolor por la destrucción del Templo Sagrado”. Pero, ¿por qué debo sentir dolor por algo que pasó hace 2.000 años?

El Talmud dice: "Cualquier generación en la que el Templo Sagrado no se ha reconstruido, es considerada responsable por su destrucción". En otras palabras, si no tomamos responsabilidad de cambiar nosotros mismos y de cambiar el mundo, entonces somos igual de culpables que todos aquellos cuyas acciones causaron que el Templo fuera destruido.

¿Qué podemos hacer al respecto? El Talmud (Yoma 86b) dice: "Si una persona hace teshuvá (se arrepiente) de forma sincera, entonces el mundo entero merece el perdón".

El pueblo judío es una sola unidad. Por lo tanto, las acciones de una persona pueden cambiar el destino del pueblo entero. Tú tienes el poder de cambiar el mundo entero por medio de la teshuvá. Y dado que tienes el poder... también tienes la responsabilidad.

¿Opio de las masas?

Marx dijo que "la religión es el opio de las masas". Pero Marx estaba hablando de la religión que dice: "No te resistas al mal, pon la otra mejilla".

El judaísmo, por otro lado, le enseña a la gente a que se levanten y tomen responsabilidad por el mundo. Por eso el secularismo es el opio de las masas, pues promueve la inactividad.

Imagínate preguntándole a los conquistadores romanos: "Los griegos se están muriendo de hambre, ¿no es eso terrible?". Ellos dirían: "De qué hablas, ¡es la mejor noticia que hemos escuchado! ¡Vamos a la guerra!".

Pregúntale a un típico estudiante universitario: "¿No es terrible que en África se estén muriendo de hambre? ¿Qué harás al respecto?". Él dirá: "¿Qué puedo hacer al respecto? ¿Quién soy yo? Sólo soy una persona. No puedo hacer nada al respecto".

Si no crees realmente en Dios, entonces simplemente te darás por vencido.

El judaísmo dice que sí puedes hacer algo al respecto. Si crees que Dios está haciendo todo, y si ves cuánto ha hecho por ti, entonces sabrás que te Él ayudará.

Todo lo que tienes que hacer es tomar responsabilidad y hacer un esfuerzo. Dios se hará cargo del resto.

El hombre propone y Dios dispone

¿Alguna vez has visto un edificio en construcción? Los constructores utilizan grúas para recoger un cargamento lleno de ladrillos, y después uno o dos hombres ponen sus manos bajo la grúa y empujen el cargamento hacia el lugar adecuado.

Un tonto ve a dos personas empujando el cargamento de ladrillos y cree que son tan fuertes como Hércules. Una persona sabia entiende que la grúa es la que lo está moviendo.

La Torá nos dice explícitamente que al final de los días, el pueblo judío va a regresar a Dios. Y eso ya está pasando.

Al final de los días, el pueblo judío va a regresar a Dios. Y eso ya está pasando.

Los judíos han regresado a Israel, lo cual es un hecho increíble. Hemos sido testigos de milagros impresionantes en Israel, ya sea la Guerra de la Independencia, la Guerra de los Seis Días, la Guerra del Golfo. Hemos vivido con milagros. Dios nos está regresando a casa. La grúa se está moviendo.

La gente a veces dice: "Me encantaría hacer aliá (emigrar a Israel), pero no tengo el dinero". ¿Cuál es la solución? Yo les digo: Pon un dólar cada semana en una cuenta de banco separada. Me miran como si estuviese loco. “¿De qué hablas, son $52 dólares al año. En 10 años, tendré $520 dólares. De que me servirá?”. Entonces les digo: “Si pones un dólar a la semana, Dios va a ver que eres sincero y se encargará del resto”.

Y para aquellos que ya han empezado a estudiar Torá o a respetar Shabat: ¿Recuerdan lo difícil que fue cuando empezaron a hacerlo? Ahora recuerden el progreso que han tenido. ¿No es cierto que estaban poniendo un dólar en el banco? Estaban haciendo el esfuerzo y Dios los llevó hasta la meta.

La cubeta y la montaña

El Midrash dice que tanto a la persona sabia como al tonto se les dice: "Toma la Torá y apréndetela toda". El tonto ve la Torá y dice: "¡Eso es como tratar de mover una montaña hacia el mar! Inclusive si trabajo día y noche, nunca podré hacerlo". Entonces, ¿qué es lo que hace? Llena una sola cubeta de tierra y después se va a dormir.

El sabio dice: "Me pagan por cada cubeta. Si hago el esfuerzo, me pagarán. No puedo imaginar cómo voy a mover esta montaña hasta el mar, pero si Dios me dijo que lo haga, al menos voy a intentarlo". Entonces toma una cubeta llena de tierra y la mete al mar; otra cubeta y la pone en el mar; otra cubeta....

"Hey, meshúguene, ¿qué estás haciendo?", grita el tonto.

"Escucha, me están pagando", contesta el sabio. Y sigue trabajando. Otra cubeta al mar. Hasta que se topa con una piedra. Mueve la piedra y ocurre un deslizamiento de tierra, con el que toda la montaña se deshace y cae en el mar.

Eso es lo que estamos haciendo. Un dólar a la semana y toda la montaña caerá eventualmente al mar.

Dios es tu Padre, el Creador de este universo. Te quiere dar todo. Al hacer el esfuerzo le estás dando la oportunidad de hacerlo. Lo estás aceptando. Aprecia cuánto ha hecho por ti hasta ahora. Quiere hacer mucho más. Tan sólo sigue poniendo las cubetas en el mar; un dólar a la semana en el banco. Los premios te están esperando.

Dios nos dio la habilidad

La Torá dice que cumplir con toda la Torá es algo “cercano a nosotros”, muy a nuestro alcance (Deuteronomio 30:14).

Nuestro problema es que no queremos intentarlo. No hacemos el esfuerzo.

Si escuchaste sobre una oportunidad de negocios que te haría ganar millones, ¿habría un límite en el esfuerzo que harías para que funcione? Si te dijera que te voy a dar un millón de dólares si te memorizas una hoja del directorio telefónico para la siguiente semana, ¿lo podrías hacer?

Debes darte cuenta que la recompensa inclusive por una sola mitzvá vale más que cualquier cosa de este mundo. Entonces no veas al esfuerzo como un dolor, sino que velo como una oportunidad. Tienes la habilidad de ser grandioso, y no hay nada mejor que puedas hacer con tu energía.

El Midrash (Tana de-bei Eliahu) cuenta la historia del profeta Eliahu cuando se encontró con un pescador:

—¿Estudias Torá? —le preguntó Eliahu.

—No —replicó el pescador—, soy un hombre simple. No estoy dotado con talento o inteligencia.

—Dime —le dijo Eliahu—, ¿cómo preparas tu red para pescar?

—Bueno —dijo el hombre—, es muy complicado. Primero tengo que escoger la medida adecuada de la red, y después tengo que tejer la red de una manera particular para asegurarme de que tenga el equilibrio adecuado en fuerza y flexibilidad.

—¿Cómo haces para pescar al pez? —preguntó Eliahu.

—Oh —dijo el hombre—, eso también es muy complicado. Hay muchos factores involucrados, incluyendo la estación del año, la hora, el tipo de pez, la profundidad del agua, la temperatura, la velocidad de la corriente.

—Cuando llegues al cielo —le dijo Eliahu—, vas a argumentar que no estudiaste Torá porque eras un hombre simple, sin ningún talento o inteligencia. Pero, ¿realmente crees que Dios te dio la cabeza para ser un pescador y no para estudiar Torá?

El pescador se dio cuenta que Eliahu tenía razón y empezó a llorar desconsoladamente.

El pescador se dio cuenta que Eliahu tenía razón; quedó devastado y empezó a llorar desconsoladamente.

Eliahu le dijo: —No estés triste. Te voy a decir un secreto. Todos usan esta excusa de una manera u otra. Todos esperamos llegar al cielo y decir: "Dios, yo quería cambiar el mundo; yo quería saber toda la Torá; quería amar a la humanidad. Pero no me diste la suficiente inteligencia, fuerza o personalidad". Y Dios te va a contestar: "Tus acciones contradicen tus palabras". Cuando se trataba de algo que te importaba, ya fuera ganar dinero o construir una casa, te las ingeniabas para hacerlo. Pero obviamente la Torá no te importaba lo suficiente.

Ese es nuestro problema. No tomamos la Torá con seriedad. La mitzvá constante de "saber que existe un Dios" significa reconocer que cambiar el mundo es nuestra responsabilidad. Y dado que el poder de Dios nos respalda, no estamos absueltos de hacer el esfuerzo.

Recursos ilimitados

"Abre tu boca y la llenaré" (Salmos).

El Jafetz Jaim (Polonia, siglo XX) dice: Si vas a recaudar fondos, el monto que pidas dependerá del estatus del otro. Si le estás hablando a un vendedor de periódicos no le pedirás $500 dólares; el tipo está intentando salir adelante. Pero si le pides un centavo lo vas a insultar. Entonces le pides $50 dólares. Discutirá un poco, pero si te da $20 dólares estará bien.

Si le pides a un hombre de negocios exitoso $5 dólares, lo estarás insultando. Pídele un millón de dólares y te dirá que estás loco. Entonces le pedirás $5.000 dólares, discutirás un poco y saldrás con $500 dólares.

Ahora llegas donde un billonario. (¡Si te da una cita!) Si le pides $500 dólares lo estás haciendo perder el tiempo. Si le pides $5 millones de dólares, le discutes, y al final, te dará $500.000 dólares.

Cuando te acercas a Dios, no lo insultes. Es tu padre. Te ama. Es el Creador del universo. ¿Qué es un billón de dólares para Él? Dios dice: "Abre tu boca y la llenaré".

Si prestas atención a los rezos judíos, te darás cuenta de que le pedimos a Dios por todo: comida, vivienda, salud, familia, sabiduría, Torá, Israel, paz, espiritualidad y mitzvot. Así es como reza un judío. Dios te quiere dar todo.

Todo es para bien

Si realmente entiendes que Dios te quiere y que tiene todo el poder, entonces cuando algo no resulte como quieres, debes buscar el porqué. Todo lo que hace Dios es por nuestro bien: nunca se enoja, nunca te castiga, nunca se venga. Todo es por nuestro beneficio. Muchas veces no nos damos cuenta hasta un tiempo después...

El Talmud cuenta la historia de Rabí Akiva, que era un alumno de Rav Najum Ish Gamzu (que significa "esto también es para bien"). Rabí Akiva estaba viajando una vez hacia un pueblo distante. Llevaba con él un gallo para que lo despertara, un burro para transportarse y una vela para alumbrar. Cuando la noche empezó a caer, llegó a una aldea y todas las posadas estaban llenas. No teniendo donde dormir se fue al bosque a acampar. Mientras estudiaba Torá, un viento apagó su vela, dejándolo en la oscuridad. Un rato después vino un león y mató a su burro. Y luego un gato se comió a su gallo.

Ahí estaba Rabí Akiva, solo en el bosque... ¡y acababa de perderlo todo! Pero dijo: "esto debe ser para bien".

Rabí Akiva se levantó en la mañana y continuó su travesía a pie. Pasó a través de la aldea y se espantó al ver que una banda de bandidos había llegado en la noche y había quemado toda la ciudad, matado a la gente y robado todas sus posesiones.

"Ahora veo cómo Dios me protegió. Si hubiera tenido un cuarto en la posada, me hubieran matado a mí también. Si mi burro o mi gallo hubieran hecho ruido, los bandidos me hubieran encontrado, y si mi vela no se hubiera apagado entonces me habrían visto. Todo lo que hace Dios es para bien".

Dios creó este mundo y nos dio la Torá. Es un regalo bellísimo, y debes estar agradecido. Y si haces el esfuerzo para lograr incluso lo "imposible", entonces seguramente Dios te ayudará a lograrlo.

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