Dios Hace Una Visita Médica

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Una pequeña obstrucción le permite a un hombre apreciar las maravillas del cuerpo humano – y el poder del rezo auténtico.

Este no es uno de mis usuales comentarios sobre los profundos misterios de nuestra fe; esto es más bien una megilá médica. Es una historia real y tengo una carta de mi doctor para probarlo.

Son las 2 a.m. y tengo – disculpen la expresión – una obstrucción urinaria. Mi esposa, una dedicada y experimentada enfermera, comprende inmediatamente. Salimos para la sala de emergencias.

"¿Dónde está George Clooney?", refunfuño con histeria. "¡Quiero a George Clooney!".

Este episodio comenzó una semana antes con una serie de "procedimientos". "Procedimientos", el mantra de la comunidad médica, ya que nos trae visiones de sangre, dolor y lágrimas.

"¿Procedimiento? Seguro doctor, hagamos un procedimiento. Usted no dijo cortar, rebanar, coser, cauterizar, remover, ¿verdad? Procedimiento – que linda, y no-intrusiva, palabra. Hágalo".

Y lo hicimos. Muchos de ellos por una semana – finalizados por dos días en ese extraño pedazo de inmueble en el centro de la ciudad que tiene 400 habitaciones, 400 baños – ni una chimenea – y una gran cafetería no-casher. Y si tienes suerte, la renta está cubierta por tu seguro médico.

Así que ahora estoy en mi casa, después de una semana que le desearías al comandante de Hizbolá. Se supone que todo terminó. Se supone que tengo un caudal tan libre como el del arroyo que salpica alegremente mientras baja desde el Monte Hebrón hacia el mar. Pero oh-oh. De repente – aquel problema.

Aquí debo hacer una interrupción para educar a los lectores que conocen más a Seinfeld, Dershowitz y Larry King que a Maimónides o Rashi, los grandes comentadores de la Torá. Nosotros los judíos tenemos una elevada visión de Quién creó el cosmos y los vasos capilares; Quién activa el pulso de la mariposa migratoria, de la madre lobo que sabe amamantar a sus crías, y del astrónomo que mira con asombro ver la Vía Láctea.

Una pizca de polvo en un "pasillo rosado" – y estás frito.

C. S. Lewis, el gran filósofo cristiano, llama a nuestros cuerpos: "enormes y peligrosos patrimonios latiendo con la energía que hizo los mundos". Nosotros los judíos compartimos esta intimidación del marco humano y entendemos que solamente arrendamos estos pedazos terrenales. Rodeado de un millón de posibilidades de fracaso, el cuerpo sólo funciona a causa de un juego de manos que no entendemos. Su operación es una pesadilla matemática. Un desafío de las leyes de probabilidad que causarían dolor a un ingeniero.

Pensamiento, sensación, respiración, digestión, movimiento, y eliminación dependen todas de una ejecución sincronizada de un grupo de sistemas funcionando perfectamente. Una pizca de polvo en un "pasillo rosado" – y estás frito.

Para declarar su admiración, intimidación, y gratitud por estas caritativas operaciones, los judíos observantes tienen un rezo diario – Asher Yatzar. Tu creas al hombre con "muchos huecos y aperturas" dice. Y si "uno de ellos estuviese roto... o bloqueado, sería imposible sobrevivir." Sigue y más adelante dice, "Bendito eres Tú, Dios, Quien cura a toda carne y actúa maravillosamente".

Ahora de lo sublime, volvamos a mi cuarto, inquietantemente iluminado por la luz nocturna. Mis "huecos" – uno de ellos – obstruido como el corazón del Faraón.

¿De vuelta a la sala de emergencias? Insoportable.

Entonces lo vi en la mesa de luz. Mi hijo – impulsado por una fe mucho más fuerte que la mía – me lo había mandado. Un póster enorme, chillón y laminado. El rezo, Asher Yatzar, en el medio, rodeado por ilustraciones estilo caricaturas. Primitivo, casi ridículo, especialmente para mí: un socio fuerte pero imperfecto del judaísmo, al que su promedio de mitzvot no lo califica para el salón de la fama. Pero no hay ateos cuando hay peligro, o en la sala de emergencias, como cualquier enfermera podría declarar. Y cuando te estás ahogando en un mar de sufrimiento, si te tiran una cuerda de fideos, te agarrarás a ella.

Leí el rezo mientras me dolía. Dos veces. En español y en hebreo. La voluntad, la pasión de mis rezos de Iom Kipur era un susurro comparado con este torbellino. Lo dije dos veces, leyendo cada palabra lenta y claramente. No quería ningún malentendido de mi situación apremiante o de mi pasión. El "Amo de la Curación" debe tener un diagnóstico claro y extenso.

Y entonces ocurrió. Alivio. No más sala de emergencias, no más técnicas intrusivas. Asher Yatzar – un buscador de Internet tan poderoso que inmediatamente llega al portal sublime. Peticiones, arrepentimientos, alabanzas, súplicas de todo el mundo – todas simultáneamente tratando de conectarse. Las grietas y pasillos humanos obstruyeron este mundo agitado. Millones de plegarias – en el aire – cubriendo la tierra misma; y la MÍA, en las alas de Asher Yatzar llegó.

Ahora está en la pared de mi habitación. Admito que el número de la sala de emergencias también está sobre un papel en mi mesa de luz. Pero está bastante más abajo que Asher Yatzar, y rápidamente se desvanece con la luz del sol que atraviesa las ventanas de mi habitación.

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