¿Quién es un Líder?

5 min de lectura

Bo (Éxodo 10:1-13:16 )

Conceptos prácticos y relevantes de la parashá semanal por Rav Shraga Simmons.

El tema del liderazgo nacional consiste en apoderarse de los titulares alrededor del mundo. Qué mejor momento para entender la perspectiva de la Torá acerca del liderazgo que la parashá de esta semana – que nos cuenta cómo el Faraón y Moisés lideraban a sus respectivas naciones.

Concentrémonos primero en el Faraón. Dios manda una plaga tras de otra en contra de los egipcios, tratando de convencerlos de "dejar ir a mi gente en libertad". Las reservas de agua están arruinadas (sangre), los animales mueren (pestilencia) y la cosecha esta destruida (granizo). Las mismas personas sufren con piojos, quemaduras, oscuridad – cualquier cosa que se te ocurra. Y mientras las plagas continúan por meses, los egipcios se convencen cada vez más que lo que más les conviene es ¡dejar a los judíos en libertad!

Todos están convencidos menos el Faraón. ¿Por qué? Porque para el Faraón esto no se trata simplemente de salvar a su gente. Esto se ha transformado en una batalla personal entre él y Dios. El Faraón ha pasado años creando su imagen como un dios inmortal; él no quiere ser remplazado por el Dios de "los esclavos judíos".

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El Faraón en Pijama

El tema llega a su punto más alto en la parashá de esta semana, cuando Moisés le informa a los egipcios acerca de la próxima plaga "la muerte de los primogénitos" (Éxodo 11:4-8). El Midrash Yalkut Shimoni reporta que todos los primogénitos de Egipto suplicaron al Faraón para que concediera la libertad a los judíos. La respuesta del Faraón: "¡de ninguna manera!"

El ego del Faraón lo había atrapado y ahora estaba más allá de la racionalidad. Estaba dispuesto a destruir completamente a su país y a si mismo con tal de no admitir la derrota. Por lo tanto, a medida que el barco se hunde, el Faraón hace un llamado a la gente a hacer "un sacrificio nacional".

Mientras tanto, el Faraón – que también era un primogénito – está negociando para salvar su propio pellejo. Él le ruega a Moisés que rece a Dios: "¡Bendíceme para que yo no muera junto con los otros primogénitos!" (Rashi, 12:32)

El Faraón está en pánico, acorralado, tratando de encontrar una salida. En un intento desesperado por salvarse, empieza a culpar a otras personas. El Midrash dice que luego de la plaga de los primogénitos, él culpa a sus sirvientes y consejeros por el fiasco y los manda a matar a todos. El Faraón esta al límite. Sin nada más que perder, intentará cualquier cosa.

En este momento el Faraón se da cuenta que tiene que liberar a los judíos. La Torá (Éxodo 12:31-32) describe al Faraón buscando a Moisés y Aarón en la mitad de la noche para contarles las noticias. Pero en una clásica representación de humor satírico judío, los judíos intencionalmente le dan al Faraón la dirección equivocada y ¡se pierde! Imagina la escena del Faraón corriendo frenéticamente en pijama en el medio de la noche rogándoles a los judíos que se vayan.

Finalmente el Faraón, el gran líder – el dios egipcio – es completamente humillado. El Talmud (Moed Katán 18a) describe metafóricamente al Faraón como un enano, de sólo un metro de estatura.

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La Torá del Rey

Una de las 613 mitzvot es que cada judío escriba su propio rollo de la Torá (o por lo menos que posea una copia impresa de los cinco libros de Moisés). Pero la Torá especifica una mitzvá inusual que se aplica solamente a un rey judío:

"Será cuando se siente en el trono de su reinado, que él deberá escribir para si mismo DOS copias de la Torá... ellas deben permanecer con él, y él debe leer de ellas todos los días de su vida, para que aprenda a tener admiración por el Todopoderoso, y observe todas las mitzvot de la Torá – para que su corazón no se torne arrogante ante sus compañeros..." (Deuteronomio 17:18-20)

Todo se trata del ego. Toda acción de un líder judío debe ser solamente por el bien de su pueblo. La Torá le dice a un líder judío: no caigas en la trampa. Mantén tu perspectiva. No olvides que eres un sirviente de tu pueblo, no al revés.

Esto determina la principal diferencia entre el Faraón y Moisés. La habilidad de una persona de ignorar la realidad (e incluso de destruir el mundo) es puesta a prueba más intensamente cuando su ego está en juego. Y mientras más poder, más peligroso. Imagina el conflicto interno de un líder mundial cuando tiene que admitir: "Estoy equivocado; existe una fuerza más grande que yo, que no puedo controlar". El Faraón no puede entender la supremacía de Dios. Mientras que un verdadero líder judío esta por definición subyugado a la voluntad de Dios.

El Rey David escribe en los Salmos el secreto de la humildad: "Zivjei Elokim ruaj nishbara" – el sacrificio que el Todopoderoso quiere es un espíritu humilde. El Rey David nos esta diciendo que la batalla de la vida es reconocer a Dios y apreciar todo lo que Él hace por nosotros. Al final de cuentas las cosas no están en nuestras manos. Nosotros hacemos el esfuerzo, pero Dios firma los cheques.

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¿Arrogancia o Humildad?

En el mundo material, las personalidades más grandes – estrellas de cine, políticos, hombres de negocios – son generalmente los más arrogantes. De alguna manera la arrogancia es vista como una virtud, una señal de haber sobrepasado a los demás.

En contraste, mientras una persona es más espiritual se convierte en una persona más humilde. Mientras más nos acercamos a Dios, somos más realistas acerca de nuestras propias limitaciones, nuestra vulnerabilidad y mortalidad. Entendemos la realidad de que cada posición humana es tenue y que solo Dios es eterno. Moisés era llamado "el más humilde" porque cuando se paraba en frente de Dios él sabia cual era su lugar. Todo lo demás quita espacio para que Dios pueda entrar. Es por eso que el Talmud relaciona la arrogancia con la idolatría; ambas alejan la presencia de Dios.

Sólo observa a los grandes rabinos de la última generación y verás. La casa del Jafetz Jaim estaba amoblada sólo con una mesa y un banco. Otro gran rabino, cuando le llevaban leña a su casa para calentarse en el invierno, él personalmente la redistribuía entre las familias pobres de la ciudad. Los líderes judíos son sirvientes de las personas. Ellos soportan la carga de la nación.

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Cualidades de Liderazgo

¿Cómo uno se convierte en líder? En el mundo secular, una persona voluntariamente se postula. Generalmente debido al deseo de poder.

Contrasta esto con el liderazgo de la Torá, donde no hay períodos, burocracias ni contratos. El Talmud incluso sugiere que un líder no debe aceptar dinero de la comunidad a la que sirve – así él no les pertenece. Su integridad no debe ser tentada por negociaciones de salario o por la junta de directores.

Uno se convierte en líder sólo porque la gente respeta su carácter y confía en su juicio. Él no va en busca del honor. Ellos se acercan a él y le piden que sea su líder.

De hecho, un líder de la Torá resiste el honor. Cuando por primera vez Moisés se acercó a Dios en la zarza ardiente él protesto: "¡¿quién soy yo para sacar a los judíos de Egipto?!" (Éxodo 3:11).

Un ejemplo moderno de liderazgo es el rabino Moshé Feinstein. En la introducción a "Iguerot Moshé", su monumental compendio de responsas, el rabino Feinstein escribe: "Yo no me habría ofrecido voluntariamente para liderar al pueblo judío. Pero debido a que es el rol que Dios ha seleccionado para mi, no tengo más alternativa que aceptarlo".

Maimónides enumera las cualidades de un líder judío: "Un líder judío debe ser un conocedor de la sabiduría de la Torá y también de la sabiduría secular, debe ser temeroso de Dios, no materialista (como un resguardo contra los sobornos), un buscador de la verdad, observante de las mitzvot (es decir, que practica lo que predica) y modesto". (Ver Leyes de Sanedrín 2:7, derivadas de la descripción de Yitro en Éxodo 18:21)

¿No sería diferente el mundo hoy en día si a todos los líderes se les exigieran estas características?

La verdad es que la gente recibe el líder que merece. Si hubiera una revolución en contra del egoísmo y la corrupción, el cambio tendría que venir desde abajo.

Tal vez es tiempo de demandar integridad a nuestros líderes gobernantes, porque si lo dejamos pasar, todos caeremos con ellos.

Shabat Shalom,
Rav Shraga Simmons

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