Familia
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En nuestra historia, dos chicos dejan caer sus máscaras para revelar sus verdaderas identidades, y están felices de haberlo hecho.
A veces es divertido disfrazarse. En Purim muchos chicos judíos visten máscaras y disfraces elaborados.
Pero cuando en nuestras vidas aparentamos ser algo que realmente no somos, eso no es tan divertido. Aun así las personas sienten que tienen que "utilizar una máscara" y actuar de determinadas maneras, porque piensan que eso es lo que los demás esperan de ellos.
Tal comportamiento sólo los hace sentir falsos, y confunde a los demás.
En Purim la Reina Ester le reveló al Rey que en realidad ella era judía, su revelación la ayudó a salvar a su pueblo.
Purim nos enseña a dejar caer nuestras máscaras para ser quienes realmente somos. Así, podremos darnos cuenta de que Dios nos hizo a cada uno de nosotros de manera perfecta.
En la siguiente historia, dos chicos dejan caer sus máscaras para revelar sus verdaderas identidades, y están felices de haberlo hecho.
Fue el primer día soleado en mucho tiempo. Mijael Jacobs estaba sentado en su garaje con un inflador (bombín) en su mano. Él estaba a punto de inflar su balón de básquetbol que se había desinflado durante el invierno, cuando de pronto, escuchó que su madre lo llamaba con voz musical: "Mijael, ¿dónde estás?".
Mijael dejó el inflador de lado y se dirigió hasta el patio trasero de su casa. Esquivando una cuerda para colgar ropa, puso su mentón en el borde de la ventana de la cocina. Dentro de la cocina, su madre apurada, ordenaba rápidamente. "¿Sí, mamá?", dijo él.
La señora Jacobs se asustó un poco. "Oh, Mijael, ¿por qué nunca utilizas la puerta?".
Mijael se rió.
"Bueno, de todas formas", su mamá continuó. "Acabo de cortar con la tía Ester. Ella y tu primo Ralph están en la ciudad esta tarde y vendrán a visitarnos. Por favor ordena tu cuarto y ponte ropa limpia antes de que lleguen".
Mijael gruñó. "Oh, mamá, ¡justo hoy tenía que venir mi primo Ralph a visitar!".
La señora Jacobs miró confundida. "¿Cuál es el problema?", preguntó ella. "Pensé que estarías feliz de que vinieran".
Mijael se sonrojó. "Lo estoy, mamá", dijo él. "Es sólo que cuando él llegue aquí querrá pasar todo el día intercambiando estampillas, y yo tenía muchas ganas de ir a jugar básquetbol esta tarde. Está tan lindo el día".
"¿Y entonces cuál es el problema?", preguntó su mamá. "Dile a Ralph que hoy prefieres ir a jugar básquetbol con él. Estoy segura de que no le va a molestar".
Mijael meneó su cabeza en señal de negación. "¡No es así, mamá!", dijo él. "Lo único que le importa a Ralph son las tontas estampillas. De eso es lo único que hablamos cada vez que nos juntamos. Lamento haberle mencionado que tengo una colección de estampillas. Cuando él dijo que también tenía una, yo simulé estar interesado. Pero nunca le dije que yo gané mi colección como premio en una rifa, y que siempre he pensado que las estampillas son aburridas. Ahora Ralph piensa que las estampillas son mi pasatiempo favorito. Él dijo que coleccionar estampillas es un pasatiempo maduro. Y si le digo ahora que prefiero jugar básquetbol en vez de intercambiar estampillas, él pensará que soy un bebé".
La señora Jacobs se detuvo un momento en el medio de sus frenéticos preparativos. Mirando a su hijo, ella dijo: "Cielos, Mijael, yo entiendo que debe ser difícil admitir que no estás realmente interesado en coleccionar estampillas, ¿pero no es eso mejor que pasar tres horas haciendo algo que no soportas?".
Mijael suspiró y se fue. Guardó su pelota de básquetbol en la repisa. "Supongo que no te necesitaré hoy", murmuró.
Unos minutos más tarde sonó el timbre. Los huéspedes habían llegado. La tía Ester traía su usual caja de chocolates surtidos envuelta en un colorido papel de regalo, y Ralph sostenía un abultado álbum de estampillas.
Las dos madres caminaron hacia la cocina en medio de una placentera conversación, dejando a los dos chicos solos en el salón.
"Toma asiento, Ralph", dijo Mijael con una sonrisa forzada. "Ahora traigo mis estampillas para que empecemos a intercambiar en seguida".
Mientras Mijael iba a buscar sus estampillas, su primo miró hacia afuera a través de la ventana y suspiró, Mijael no notó el suspiro de su primo.
Pronto los chicos comenzaron su habitual y aburrida rutina.
Después de un rato, Mijael no aguantó más. No me importa lo que él piense de mí, reflexionó, no puedo seguir pretendiendo ser algo que no soy.
Mijael aclaró su garganta. "Eh... Ralph", dijo con miedo.
Ralph levantó sus ojos de la estampilla que había estado examinando.
"Mmm... está tan lindo afuera. ¿Te importaría si dejamos de lado las estampillas por hoy y... eh... vamos a jugar básquetbol?". Mijael aguardó ansiosamente para ver la reacción de su primo. De pronto, el rostro de Ralph se iluminó con una gran sonrisa.
"¿De verdad? ¡Seguro! ¡Yo prefiero jugar básquetbol!", dijo él. "Yo quería sugerir lo mismo, pero estaba preocupado de que te enojaras. Yo sé cuanto te gusta intercambiar estampillas".
Los chicos dejaron de lado las estampillas rápidamente y salieron corriendo de la casa. Resultó ser que Ralph era un excelente jugador de básquetbol. Después del juego los chicos tomaron un refresco.
"Ralph, tengo una confesión que hacer", dijo Mijael. "En realidad no me gusta coleccionar estampillas. Pero como pensé que a ti te gustaba tanto, simplemente te seguí la corriente".
Su primo se rió. "¡Eso es muy chistoso! ¡Yo pensaba lo mismo de ti!
Los chicos se rieron durante un buen rato, cada uno de ellos había estado intercambiado estampillas solamente porque pensó que eso es lo que al otro le gustaba hacer.
De 3 a 5 años
P. ¿Cómo se sintió Mijael cuando escuchó que su primo Ralph venía de visita?
R. Él estaba desilusionado porque pensó que lo único que Ralph querría hacer era jugar con estampillas, y Mijael quería jugar básquetbol.
P. ¿Cómo se sintió Mijael después de que le dijo a Ralph que prefería jugar básquetbol?
R. Él se sintió feliz porque Ralph también dijo que le gustaba más jugar básquetbol y ahora ya no tendrían que pretender más.
De 6 a 9 años
P. ¿Por qué Mijael tenía miedo de decirle a Ralph que en realidad no disfrutaba intercambiando estampillas?
R. En una ocasión anterior, para entablar conversación, Mijael pretendió estar interesado en intercambiar estampillas y su primo vio esto con buenos ojos. Por esta razón Mijael pensó que debía seguir pretendiendo. Él tenía miedo de que si admitía la verdad, su primo lo despreciaría. A menudo la gente queda atrapada actuando de maneras que no son sinceras, porque piensan que la gente no aceptará quienes son en realidad.
P. ¿Crees tú que "vale la pena" que una persona deje de pretender y actúe honestamente, aun si otras personas pueden desaprobar sus acciones? ¿Por qué sí o por qué no?
R. Usualmente, cuando una persona actúa de esta manera, gana mucho más de lo que pierde. Por una parte, se sentirá mucho más relajado. Es muy doloroso y dificultoso pretender "ser" alguien que no somos. Dios nos creó a cada uno de nosotros con cualidades especiales propias y personalidades distintas. Ese es nuestro "regalo" para el mundo. Cuando no compartimos esto, es doloroso porque en el fondo no estamos cumpliendo con nuestro propósito en la vida. Más aún, los verdaderos amigos nos apreciarán por como realmente somos. Si debemos "simular" para que alguien nos quiera, probablemente esa amistad no será tan significativa o duradera de todos modos.
10 años y más
P. En tu opinión, ¿qué es preferible?:
1) Hacer algo que sabemos que es lo correcto aun cuando no lo sentimos, o
2) Hacer algo que sabemos que está mal, pero que realmente sentimos. ¿Por qué?
R. Si bien generalmente es preferible actuar de acuerdo a nuestros sentimientos, hay excepciones. En lo referente a asuntos poco importantes como jugar básquetbol o intercambiar estampillas, ciertamente es más saludable actuar sinceramente. Sin embargo, cuando se trata de valores, a menudo lo que parece hipócrita en la superficie, en realidad no lo es. En el fondo, cada persona es genuinamente pura y quiere hacer lo correcto. Cuanto más fiel sea la persona a su ser espiritual, más lo sentirá y disfrutará también en la superficie.
P. Hay un dicho judío: "Si yo soy yo, por lo que eres tú, y tú eres tú por lo que yo soy, entonces yo no soy yo y tú no eres tú. Pero si yo soy yo por lo que yo soy, y tú eres tú por lo que tú eres, entonces yo soy yo y tú eres tú". ¿Cómo entiendes esto?
R. Cada individuo es diferente, Dios quiere que sea de esta manera. Yo soy yo y tú eres tú, y no debemos ser lo mismo. Mi tarea no es pretender ser lo que tú quieres o esperas que yo sea, tampoco es tu tarea llenar mis expectativas. De cierta manera el mundo es como un rompecabezas gigante. Cada persona es una pieza única y valiosa. Si cada uno de nosotros pretende ser alguien que no es realmente, entonces al rompecabezas (al mundo) le falta algo y está incompleto.
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