Rezando por el Pago

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Dar dinero puede ayudar realmente en tu balance final?

Después de 22 años, dejé mi trabajo de recaudación de fondos para la educación judía y me embarqué en una carrera en Wall Street. Como deseaba continuar haciendo una diferencia en el mundo judío, me comprometí a dar un 20% neto de mis ingresos a beneficencia, contra el 10% que solicita la ley judía. Le dije a mis amigos: "No estoy cambiándome de carrera para ganar un millón de dólares al año, sino para donar un millón de dólares al año".

En mi trabajo de recaudación de fondos siempre tuve grandes metas. Yo siempre he pensado que cualquier cosa que valga la pena, debe tener una MADE (Meta Audaz, Difícil y Enorme). Bueno, salir a Wall Street y declarar que planeaba donar un millón de dólares al año, ciertamente era audaz. ¡Especialmente dado que en ese entonces no tenía ingresos ni ahorros!

Contaba con una pequeña línea de crédito para cubrir los gastos iniciales y mis costos de vida. Calculé que tenía 10 meses antes de verdaderamente necesitar ganar dinero. ¡Qué poco sabía!

El Pago

Cuando comencé, me metí a fondo con optimismo y experiencia durante unos primeros 9 meses extremadamente caóticos. Mientras tanto estaba vaciando rápidamente mi cuenta bancaria.

Entonces, recibí un buen consejo de un amigo cercano que estaba recaudando fondos para que los pobres de Israel celebraran Pesaj. Me dijo que de acuerdo al Talmud, las plegarias de los pobres de Israel perforan los cielos y son escuchadas por el Todopoderoso, y aquellos que contestan sus súplicas aquí en la Tierra, reciben un crédito especial allá arriba.

Si yo iba a tener éxito, sabía que necesitaba un montón de crédito, y me imaginé que ayudar a los pobres de Israel era una gran forma de conseguirlo.

Si yo iba a tener éxito, sabía que necesitaría un montón de crédito, y me imaginé que ayudar a los pobres de Israel era una gran forma de conseguirlo. Sabía que la familia Zilberman en la Ciudad Vieja de Jerusalem administraba un fondo de Tzedaká para ayudar a familias pobres con los gastos de Shabat. Me enteré que ellos tenían una lista de unas 50 familias que necesitaban desesperadamente comida para Pesaj. Hice una donación a esta causa – la primera de mis donaciones benefactoras como oriundo de Wall Street.

A cambio, solicité que los receptores rezaran y perforaran los cielos en mi favor. Quería que ellos fueran mis porta estandartes, que lideraran mi arremetida a lo largo de la congestionada carretera por la que viajan los rezos a los mundos superiores.

Pero seis meses después, los rezos deben haber estado atascados en el tráfico, porque Rosh Hashaná estaba a la vuelta de la esquina y yo estaba usando rápidamente lo que había pedido prestado al banco. Había conseguido algún dinero en varios tratos pequeños, pero todo eso se lo tragaron los costos del emprendimiento. Sin embargo, yo debía a beneficencia el 20% de lo que había recibido, como lo prometí.

Fue un momento muy, pero muy aterrador cuando escribí ese primer cheque por el 20% en la víspera de Rosh Hashaná, escribí otro cheque para ayudar a los pobres de Jerusalem en Sucot y se lo envié a los Zilberman para que dispusieran de él. Esta donación la envié con instrucciones específicas para que los pobres usaran megáfonos, o cualquier otra cosa que pudieran conseguir para hacer retumbar los cielos.

Las dudas y las justificaciones comenzaron. "Quizá sería más sensato simplemente dar el 10% como lo solicita la ley judía. ¿Podré renegar de mi promesa?". Pensé que eso estaba mal. Después de todo, el Todopoderoso dirige el mundo, y Él decide cuánto dinero recibirá cada uno. No podía perder haciendo lo correcto.

Sin embargo, lo correcto es dar el 10% en Tzedaká, no el 20%. Sólo a los ricos se los estimula a dar más del 10%, e incluso a ellos no se les exige que lo hagan. Y yo no era rico en ningún caso... ¡estaba endeudado!

Pero el Talmud dice que cuando uno da, incluso el más mínimo monto, el Todopoderoso te lo devuelve multiplicado por 100. Dice que esta es la única mitzvá en la que se puede probar a Dios – dona y verás como Dios te compensa. Esto implica que mientras más das, más retorno tienes.

Tuve este diálogo en mi cabeza por días.

,pq> Esta es la única mitzvá en la que puedes probar a Dios – dona y verás como Dios te compensa.

Caminaba de un lado para otro, primero pensando que estaba haciendo lo correcto y luego pensando que era un tonto. Me quedaba despierto en la noche tratando de oír los llantos de los pobres estremeciendo los cielos, y preguntándome si el próximo año sería yo uno de ellos, esperando mi "paquete de ayuda" y llorando a los cielos en beneficio de mis benefactores.

Al final, mi parte creyente – la parte de mí que confía en Dios – ganó. Dije "Esta es la voluntad del Todopoderoso. No puedes perder si haces lo correcto".

La Retribución

En retrospectiva, veo que si el éxito hubira llegado demasiado rápido, no habría sido sano para mí. Necesitaba sentir una carencia; necesitaba dirigirme a Dios y necesitaba saber exactamente de dónde proviene mi ayuda, mi riqueza y mi sustento.

No rezamos para que nuestras necesidades sean satisfechas, ¡tenemos necesidades para rezar! Así es cómo recordamos que Dios existe; así construimos una relación con Él. Por supuesto, Dios sabe lo que necesitamos. No hay necesidad de decirle. Pero debemos verbalizar nuestras necesidades para recordarnos que somos dependientes de Dios. Esta lección finalmente se asentó.

Tres semanas después de Rosh Hashaná, me pasó la cosa más extraña. Un trato – en el que estaba envuelto sólo tangencialmente – se firmó. Había estado poniendo mi esfuerzo en otros temas y realmente no contaba con que este trato me aportaría ganancias. Pero, de la nada, y ciertamente no por mis méritos, el trato se firmó y yo recibí una comisión substancial.

Si esto hubiera ocurrido cerca de Rosh Hashaná, habrían tenido que traer el desfibrilador para revivirme del impacto. Imagínense esto: había pedido el dinero prestado para darlo a beneficencia y recibirlo de vuelta (más de 5 veces el monto de beneficencia) ¡sólo tres semanas después!

El poder de la tzedaká no podría haber sido demostrado de forma más clara. Vi el mensaje de Dios en el regalo. Él podría haberlo entregado de un montón de otras formas, pero lo envió de forma tan evidente, para que yo entendiera que la riqueza no proviene de mi esfuerzo. Los últimos 9 meses, había invertido como mucho 15 horas en ese trato, de un total de más de 2000 horas de trabajo, ¡así que menos de un 1% de mis esfuerzos habían producido el 60% de mis ingresos!

Es muy fácil hablar del concepto "nuestro esfuerzo versus la Voluntad Divina", pero es difícil vivir con él. Debemos esforzarnos tanto como podamos, pero no podemos confundirnos pensando que nuestros ingresos son resultados de nuestras acciones. Nuestro trabajo en la vida es darnos cuenta que Dios en realidad dirige el mundo, y que Él decide cómo responder a nuestro esfuerzo. Sí, debemos intentarlo, no podemos simplemente dar vueltas esperando milagros. No podemos decir que queremos ganar la lotería, y ni siquiera comprar un boleto. Aún así, todo lo que debemos hacer es comprar un boleto de lotería, y no cientos. Todo lo que cuenta es hacer Su voluntad, porque eso es lo único que hay, de cualquier forma. Este es el marco conceptual que nos abrirá la puerta al éxito.

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