Reflexiones sobre el Kidush de Shabat

6 min de lectura

Acto I, Escena I. Kidush.

Aquí es donde todo comienza, con la primera cena, y la primera bendición sobre el vino. Estas palabras, más que cualquier otra, establecen el ritmo de Shabat.

"...y la tierra y el cielo fueron terminados..." (Génesis 2:1)

Dios es creador. La definición de que "Dios es Uno" implica que Él no tiene necesidades, por lo tanto éste acto de creación es de una naturaleza tal que no implica un deseo de retribución. Es un acto de entrega basado en el amor más puro.

Probamos un poco de esto en nuestras vidas cuando sustentamos a un bebé recién nacido. En las primeras etapas, no hay nada que el bebé pueda entregarnos a nosotros (excepto vómitos y pañales sucios), y sin embargo continuamos dándole, y nuestro amor continúa creciendo.

Si entregas una donación de forma anónima, ayudando a otros que nunca sabrán que la ayuda venía de ti, puedes experimentar un efecto similar al que se siente cuando se entrega sin compromisos; sin esperar nada a cambio del otro.

El Kidush continúa:

"... [Él] nos hizo eligió...nos favoreció...nos entregó Su sagrado Shabat...como recordación de la salida de Egipto...",

¿Para quién es esta creación? Es para nosotros. Dios creó el mundo para nosotros, nos entregó el Shabat, nos sacó de Egipto y nos hizo especiales.

El mensaje es muy claro: Dios nos ama. Dios creó el mundo para nuestro beneficio.

La palabra kidush viene de la misma raíz que la palabra kodesh – santo; significa elevar lo físico a un nivel de espiritualidad. Es parte de nuestro desafío en este mundo tomar los placeres físicos que Dios nos ha entregado y utilizarlos para un propósito más alto.

Seamos realistas, podemos usar lo físico o abusar de ello. Podemos tomar vino en exceso y caernos borrachos, o podemos verter vino en una copa de plata, y pronunciar una bendición sobre él, designando las próximas 24 horas como especiales; 24 horas de experimentar las cosas más refinadas de la vida: amigos, naturaleza, cantar, discusiones, rezos...

Y el vino trae alegría. Que alegría más grande podría existir, que saber que Dios está ahí, cuidando de toda Su creación con amor.

El telón se está levantando, y Shabat comienza.

Reflexiones

Cuando mi padre hacía el kidush parecía como un ritual; y uno que yo no entendía. Cuando comencé a estudiar, aprendí que el kidush era mi conexión con la creación y los judíos que fueron esclavizados en Egipto. Un acto que ubica a un judío en la historia.

Durante la semana, es fácil quedar atrapados por el ritmo agitado del mundo de los negocios. Pero cuando me pongo de pie para recitar el kidush, estoy totalmente concentrado en ser judío. El kidush pone todas las cosas en foco.

Yo utilizo esos 60 segundos como un momento de intensidad – para concentrarme en las palabras y en lo que significa ser judío.

* * *

Mi padre nunca recitó kidush cuando yo era niño, pero recuerdo una oportunidad en que un amigo de él lo hizo. Estábamos en su casa un viernes por la noche y el recitó el kidush, pero su familia no parecía estar escuchando. Luego, como un adulto joven, fui a la casa de un rabino que recitó el kidush con tanta concentración y sentimiento ¡que le tomó 20 minutos recitarlo por completo!

Uno de mis kidush favoritos fue el de la noche en que nació mi hija. Celebramos shabat en el hospital, y mi kidush estuvo lleno de un sentimiento de gratitud que nunca antes había experimentado.

* * *

Pasé aproximadamente seis semanas en Israel. Luego, seguí viajando por Europa e intente mantener un poco de cashrut y shabat.

Nunca voy a olvidar mi primer viernes por la noche, solo en un hotel barato de Paris, recitando el kidush sobre vino que había traído de Jerusalem. Mi cena de shabat fue pan, con vegetales y queso – pero para mi fue todo un banquete.

* * *

Luego de viajar a Sudáfrica para asistir a la boda de mi mejor amigo, decidí tener una pequeña aventura y salir en un safari con un grupo de personas judías de mi edad.

Fuimos a una remota reserva y nos alojamos en una cabaña. Las personas de este grupo tenían mayor probabilidad de estar en una discoteca un viernes por la noche que en una sinagoga, pero sin embargo, cuando serví el vino para el kidush, todos se acercaron.

Debes tener en cuenta que estábamos en medio de la jungla, y cuando cae la noche los ruidos de animales se tornan muy fuertes y feroces.

Pero, mientras comenzaba la bendición, sobrevino la calma, algo así como si la naturaleza me estuviera permitiendo traer el shabat con una paz especial, incluso en la jungla. ¡Definitivamente fue mi shabat más emocionante!

* * *

Mi padre solía realizar una versión corta del kidush, pero mi abuelo me enseñó el kidush completo cuando era un niño pequeño. Él me hizo memorizarlo en hebreo, aun cuando yo no tenía idea de lo que estaba diciendo. De todas formas algo se quedó en mi mente.

Trato de trabajar en no perder la frescura del kidush, pues odiaría que se transformara en un gastado ritual, en vez de un momento especial de nuestras vidas. Para ayudarme con eso, siempre trato de pensar en mi abuelo, y como él pacientemente le enseñó a un niño pequeño una plegaria en hebreo que pasaría a significar tanto.

* * *

Cuando empecé a estudiar más sobre lo que significa ser judío, decidí que era hora de comenzar a poner algo de ello en acción. Comencé a recitar el kidush. La comida que después comía no era casher, pero estaba tomándome las cosas con calma.

Designamos el viernes por la noche como especial, dejamos de conducir, y mi esposa comenzó a encender velas. Empecé a ir a la sinagoga y hacer kidush.

No tengo mucha habilidad para el hebreo. Intento usar un sidur en hebreo y español, para que cuando estoy recitando el kidush en hebreo pueda mirar la traducción y entender lo que estoy diciendo.

* * *

Luego de viajar por toda Europa, llegué a Israel y pasé un shabat tradicional con una familia en la Ciudad Vieja de Jerusalem. Cuando el hombre recitó el kidush, algo en mi se conectó con la familiaridad de la bendición, ya que recuerdo haber escuchado a mi hermano practicando kidush para su bar mitzvá cuando era pequeña.

* * *

Tengo 58 años, y nunca aprendí a leer hebreo. Mi bar mitzvá fue totalmente en fonética, memoricé lo que pude y leí la traducción en español para todo lo demás. Todos estos años en la sinagoga, simulaba como si leyera en hebreo.

Luego de 35 años de matrimonio (y mucho tiempo después de mi bar mitzvá), mi esposa comenzó a pedirme que recitara el kidush los viernes por la noche. Esto era algo muy novedoso para nosotros, pero parecía ser importante para ella, así que lo hice usando la fonética.

El interés de mi esposa en el judaísmo se volvió tan profundo que me convenció de viajar a Israel con ella por seis semanas a estudiar. Acepté y pronto me encontré en la Ciudad Vieja de Jerusalem con un rabino al que doblaba en edad. Estudiamos la parashá de la Torá, las leyes de shabat y una multitud de cosas más. Finalmente, un día me preguntó que más me gustaría aprender y le respondí que hebreo.

Me enseñó a leer en una sola tarde. Era una persona nueva, vocalizando los anuncios en el bus, leyendo los carteles de la calle y los menús de los restaurantes. No sabía lo que significaban todas las cosas, ¡pero podía leer!

Cuando regresamos a casa, invitamos a todos nuestros hijos a cenar a casa el viernes por la noche. Yo me levanté y pronuncié todas las palabras en hebreo del kidush. Me tomó bastante tiempo pero lo logré. Luego de eso, mi esposa me dijo que mis hijos estaban tan impresionados, que había un silencio profundo. Lo único que yo recuerdo es haber sudado todo el tiempo, pero al final me sentí muy bien, ¡especialmente cuando toda la mesa respondió con un resonante "Amén"!

* * *

Hace varios años mi esposa y yo viajamos a China cuando recién comenzaban a abrir las puertas al turismo. Nuestro grupo turístico se componía casi totalmente de estadounidenses, y todos experimentamos las maravillas y la emoción de ésta tierra misteriosa.

Una de las partes más memorables del viaje fue un crucero que tomamos por uno de los ríos. Zarpamos un viernes por la mañana para una aventura de cuatro días en las aguas chinas.

En un momento de la tarde le pregunté al capitán si era posible que yo hiciera kidush para mí y para mi esposa y otra pareja judía que habíamos conocido en el tour. El respondió que no había problema.

Bueno, en menos de una hora, se había corrido el rumor en el barco, y la gente se nos acercaba – gente que no teníamos idea que eran judíos – pidiéndonos participar.

El capitán fue muy servicial e invitó a nuestro grupo en crecimiento a realizar este "ritual sabático" en la cubierta más alta cerca del puente de mando. Fue todo un evento ya que judíos de todos lados se congregaron, mientras yo introducía el shabat.


Adaptado del libro "Friday Night and Beyond" por Lori Palatnik (Jason Aronson Pub.).

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