Moralidad: ¿quién necesita a Dios?

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Si hay un estándar absoluto de moralidad, entonces, tiene que haber un Dios. ¿Estás de acuerdo? Considera la alternativa.

La existencia de Dios tiene repercusiones directas sobre la manera en la que vemos la moralidad. Como Dostoyevsky lo definió: “Sin Dios, todo está permitido”.

En primera instancia, esta afirmación pareciera no tener sentido. ¿Todo está permitido? ¿Acaso no puede existir el concepto de "moralidad" sin la necesidad de un Dios infinito?

Probablemente parte de la confusión se debe a la turbia definición que le damos a "moralidad". El relativismo moral dice que no hay un estándar objetivo de bien y mal que exista de manera separada e independiente de la humanidad. La creación de principios morales surge solamente del interior de la persona, y no como una realidad distinta y desconectada. Cada persona es la fuente y definición de su código ético subjetivo y cada persona tiene el mismo poder y autoridad para definir la moralidad de la forma que quiera.

Las consecuencias del relativismo moral van mucho más lejos. Ya que todas las cuestiones morales son subjetivas, el bien y el mal están reducidos a cuestiones de opinión y gusto personal. Sin un estándar objetivo de moralidad, nos guste o no, la persona puede hacer lo que quiera al escoger cualquier comportamiento que disfrute como “bueno”. Adulterio y actos de crueldad, entre otros, pueden no ser de tu agrado, pero eso no significa que otro no pueda disfrutar de ellos.

¿Acaso tener una relación íntima con una niña de 12 años es objetivamente incorrecto sólo porque no te agrada?

Quizás un asesino en serie se siente poderoso y vivo cuando asesina a alguien. Un relativista moral te puede decir que encuentra que el asesinato es algo terrible, pero eso no lo transforma en algo objetivamente malo, sólo repugnante. Anibal, el Caníbal, tiene derecho a tener sus preferencias, incluso si son inusuales y repugnantes para muchos.

La popularidad no tiene nada que ver con la definición de la moralidad absoluta; sólo transforma al concepto en algo común, así como el color azul marino.

“¡Pero este asesino está hiriendo a otros!”. Verdad. Pero en un mundo donde todo es subjetivo, herir a una persona inocente es meramente no agradable para algunos, así como hay muchos que gustan de comer helado de chocolate y otros disfrutan comiendo lasaña. Sólo porque no nos guste no significa que esté mal. ¿Mal? ¿Para el estándar de quién? Ninguna opinión subjetiva tiene más autoridad que otra opinión subjetiva.

Valores incoherentes

Aunque mucha gente profese y apoye el relativismo moral, es muy raro encontrar a un relativista moral coherente. Casi la mayoría de la gente cree en verdades absolutas. Esa verdad absoluta puede ser solamente "que es malo herir a otros" o "que no hay verdad absoluta". El punto es que todos están convencidos de que hay una forma de verdad absoluta, sin importar qué verdad sea. La mayoría de nosotros, aparentemente, no somos relativistas morales.

Bertrand Russell escribió:

“No sé cómo refutar los argumentos de la subjetividad de los valores éticos, pero soy incapaz de creer que todo lo que está mal con la crueldad desenfrenada es que no me gusta”.

No muchos de nosotros creemos que matar a una persona inocente es sólo una cuestión de gusto que puede cambiar por capricho. Muchos de nosotros pensamos que es un acto intrínsecamente malo, a pesar de lo que cualquier persona piense. De acuerdo a esta visión, el estándar de moralidad es una realidad incambiable que trasciende la humanidad sin estar sujeta a nuestra aprobación.

La fuente infinita

Un estándar absoluto de moralidad sólo puede provenir de una fuente infinita. ¿Por qué?

Cuando decimos que un asesinato es algo inmoral, no sólo queremos decir que está mal hacerlo en este momento, sino que es algo intrínsicamente malo, de manera absoluta. Y absoluto significa inmutable, no incambiable.

¿Cuál es la diferencia?

Mi desagrado por las aceitunas es incambiable. Nunca comenzarán a gustarme. Eso no significa que es imposible que mi gusto cambie, sino que es bastante improbable. Ahora bien, como realmente puede cambiar, entonces no es absoluto, es cambiable.

El término “absoluto” significa sin la habilidad de cambiar. Es permanente, inmutable.

Piensa en algo absoluto. Toma por ejemplo un icono en permanencia y estabilidad - la Roca de Gibraltar. ¡Esta Roca durará por siempre!

Pero ¿realmente es absoluta?

¡No! Está experimentando cambios a cada segundo. Se está haciendo más vieja. Está erosionando.

La naturaleza de lo absoluto es un poco difícil de entender, ya que nos encontramos a nosotros mismos en el mismo problema de ser seres finitos intentando percibir lo infinito. Todo lo que existe dentro del tiempo atraviesa un cambio. Eso es el tiempo - una medida de cambio. En hebreo, shaná significa "año", y comparte la misma raíz que shinui, que significa “cambio”.

Si todo en el mundo finito atraviesa un cambio, ¿dónde podemos encontrar la cualidad de lo absoluto?

Si todo en el mundo finito está atravesando un cambio - ya que existe dentro de la realidad del tiempo - ¿dónde podemos encontrar la cualidad de lo absoluto?

Su fuente no puede estar en el tiempo, el cual está constantemente en cambio. Su fuente debe estar en algo que va más allá del tiempo, en la dimensión infinita. Sólo Dios, el Ser Infinito que existe fuera del tiempo es absoluto e inmutable.

“Yo soy Dios, Yo no cambio” (Malaji 3:6).

Por lo tanto, un estándar absoluto de moralidad sólo puede existir si proviene de una dimensión infinita - una realidad que es eterna, más allá del tiempo, sin principio ni fin.

La muerte de la educación

Además de la muerte de la moralidad, el relativismo moral inevitablemente lleva a la muerte de la educación y de la apertura de mente genuina. La sed por estudiar viene del reconocimiento de que la verdad está afuera, esperando ser descubierta - y sin ella yo soy el más pobre.

El Profesor Alan Bloom escribe en su libro The Closing of the American Mind:

Es muy raro encontrar que este tipo de educación (liberal) haya infundido en un joven el deseo de saber todo acerca de China, los romanos o los judíos.

Por el contrario. Existe una indiferencia con respecto a esas cosas, pues el relativismo ha eliminado el motivo real de la educación, la búsqueda de la vida correcta...

…afuera, en el resto del mundo, hay una diversidad monótona que enseña que los valores son relativos, mientras que aquí podemos crear todos los estilos de vida que queramos. Nuestra apertura significa que no necesitamos de otros. De esta manera, lo que aparenta ser una gran apertura es un gran cerramiento. Ya no hay una esperanza de que existan grandes sabios en otros lugares y tiempos, que puedan revelar la verdad de la vida...

Si todo es relativo, entonces no hace diferencia alguna lo que alguien piense. Las ideas ya no importan más. Sin ningún estándar de bien y mal, verdad y mentira, la búsqueda de la sabiduría se convierte en algo sin sentido. ¿Qué estamos buscando? Si una idea no es más importante que otra, no hay propósito alguno de reevaluar el sistema de creencia personal y estar abierto a nuevos conceptos - ya que no hay posibilidad de equivocarse.

Un argumento común, escuchado normalmente apoyando al relativismo, es que en el mundo vemos una variedad de posiciones que difieren en una gran variedad de temas morales. ¡Trata de encontrar un tema que todas las culturas acepten universalmente!

El Profesor Bloom se refiere a esto:

La historia y el estudio de las culturas no nos enseña o prueba que los valores sean relativos… el hecho de que hayan habido diferentes opiniones sobre lo que es el bien y el mal en diferentes épocas, de ninguna forma prueba que ninguna es verdad o que ninguna es superior a la otra. Es igual de absurdo como decir que el hecho de que hayan diferentes puntos de vista expresados en una conversación es una prueba de que no hay verdad… la reacción natural es tratar de resolver la diferencia, examinar los argumentos y razones de cada opinión.

Sólo la creencia inhumana de que las opiniones no tienen razón, impediría llevar a cabo esta actividad tan excitante.

La naturaleza del debate

La diversidad de desacuerdos demuestra exactamente el punto contrario. Si todo es relativo, ¿para qué discutimos?

Imagínate ir caminado por la calle y de repente escuchar una feroz discusión llevándose a cabo detrás de una puerta. La gente se grita una a otra en un ataque de furia. Le preguntas a un peatón sobre qué discuten. Él te dice que esta es una tienda de helados y están discutiendo sobre cuál es el mejor sabor de helado.

Imposible.

Los debates y desacuerdos reales ocurren sólo porque creemos que hay posiciones verdaderas y falsas, no por preferencias en sabores. Piensa una vez que te hayas enojado por algo moral. La fuerza detrás del enojo es la convicción de que tu posición es la correcta. Cuestiones de preferencia, como música, diseño de interiores, no provocan enojo moral.

¿Qué provoca nuestro enojo moral? ¿Injusticia? ¿Crueldad? ¿Opresión? Hay un sentimiento de que un estándar de moralidad ha sido violado, un estándar objetivo que trasciende a la humanidad, que proviene de un Ser absoluto e infinito.

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