6 idiomas judíos poco conocidos

30/03/2022

8 min de lectura

Algunas comunidades judías crearon sus propios idiomas.

Durante la esclavitud en Egipto, los israelitas se asimilaron a la sociedad egipcia, pero mantuvieron tres cosas. Nunca perdieron su modo de vestir distintivamente judío, mantuvieron sus nombres judíos y también preservaron su idioma. Estos tres aspectos les permitieron mantener su identidad judía.

Dispersas a lo largo y a lo ancho del mundo, las comunidades judías han forjado idiomas distintivos, lo que de alguna manera las mantuvo separadas de la población general. La Dra. Mary Connerty, profesora emérita en Penn State Behrend, explicó a Aishlatino.com que: “En todas partes donde hemos vivido, (los judíos) creamos nuestro propio idioma”.

A veces, estos idiomas “judíos” eran muy similares al idioma dominante local. Sin embargo, las formas judías de los idiomas contienen elementos claramente distintivos. Los idiomas judíos minoritarios están marcados por palabras en hebreo, citas de las plegarias judías y elementos adquiridos de otros idiomas en la diáspora. La historia del exilio quedó grabada en los idiomas judíos.

Aquí hay seis idiomas que los judíos hablan entre ellos como una forma de preservar a sus comunidades.

Ídish

Durante la Edad Media, el ídish evolucionó entre las comunidades judías en tierras de habla eslava y alemana. Incorporando elementos lingüísticos del alemán, hebreo, arameo, eslovaco y otros idiomas, el ídish se escribe con letras en hebreo. Fue ampliamente hablado en las comunidades de Europa Central y Oriental desde el comienzo de la Edad Media hasta la aniquilación de las comunidades judías en el Holocausto. Hasta la actualidad lo siguen utilizando algunas comunidades judías en Europa, Israel, Norteamérica y Sudamérica.

Portada de Haynt (Hoy), un periódico en ídish publicado en Varsovia desde 1906 a 1939.

Con el tiempo, en las diversas comunidades a lo largo de Europa Oriental fueron surgiendo variados dialectos de ídish. “En cada lugar fueron absorbiendo y modificando elementos del lenguaje local, modificándolos e incorporándolos al ídish”, señalan los historiadores Mark Zborowski y Elizabeth Herzog. “Cualquiera que sabe ídish puede entender el ídish de otra persona, incluso si algunas de las palabras llegan a resultarle incomprensibles. Sin embargo, cada región tiene su propio acento y modismos, los cuales pueden ser reconocidos e identificados” (Cita de Life is With People: The Culture of the Shtetl por Mark Zborowsky y Elizabeth Herzog, Schocken Press: 1952).

Ladino

El ladino (a veces también llamado judeoespañol) es un idioma que se escribe con caracteres hebreos y que durante generaciones fue hablado por los judíos de origen sefaradí de todo el mundo. Tiene sus orígenes en la España Medieval, en donde la vibrante comunidad judía del país desarrolló una forma única de hablar, mezclando hebreo e incluso algunas palabras en árabe con el español medieval.

Al enfrentar la persecución por parte de los gobernantes en España, algunos judíos españoles se fueron hacia el norte de África en los siglos XIV y XV, llevando con ellos el ladino y estableciendo comunidades ladino parlantes en Marruecos.

Una muestra de Ladino

Cuando España fue unificada bajo el gobierno católico en 1492, el Rey Fernando y la Reina Isabel prohibieron que los judíos vivieran en el país bajo pena de muerte. Entonces escaparon del país 200.000 judíos, llevándose con ellos el ladino.

Durante cientos de años existieron comunidades ladino parlantes en el Norte de África, Yugoslavia, Rumania, Grecia, Bulgaria, Turquía, Egipto y la Tierra de Israel. Con los años, cada lugar fue incorporando nuevos elementos lingüísticos del turco, francés, árabe e italiano. Hoy en día hay muchos judíos que siguen hablando ladino, la mayoría de ellos ya son ancianos.

Escucha esta bella canción de boda en ladino, Baila, Baila:

Ievánico

Los judíos que vivían al norte de Grecia desarrollaron su propio idioma llamado ievánico, también conocido como judeo-griego. En el área vivían los judíos romaniotes. La profesora Mary Connerty explica: “ellos no eran sefaradim ni ashkenazim”, sino un grupo separado de judíos cuyo origen se remonta a los judíos del antiguo imperio Bizantino.

Los judíos romaniotes desarrollaron su propio dialecto del idioma griego. La profesora Connerty cree que se volvió más distintivo y cambió a ievánico durante la Edad Media y el Renacimiento. “A partir de la invasión otomana (el imperio Otomano capturó Atenas en 1458), el idioma comenzó a cambiar”, explica la profesora Connerty. El dialecto judío local evolucionó convirtiéndose en algo que era incomprensible para los no judíos que hablaban en griego. El nombre ievánico deriva de la palabra en hebreo para Grecia: Iaván.

El ievánico contaba con muchas palabras griegas y también incorporaba elementos del hebreo, árabe e italiano. Tradicionalmente se lo escribía usando caracteres en hebreo, aunque en el siglo XIX algunos judíos comenzaron a cambiar la escritura utilizando letras griegas. Los judíos romianotes rezaban de libros de plegarias judías escritos en ievánico. También hubo pequeñas comunidades ievánico-parlantes en Turquía. El Pentateuco de Constantinopla (la Biblia judía) del año 1547, es uno de los libros más antiguos que hay en la actualidad escrito en ievánico.

“Todavía hay en Turquía una diminuta población que habla ievánico y algunos también en Irán”, explica la profesora Connerty. Ella estima que sólo unos pocos cientos de personas hablan ievánico hoy en día. Antes de la Segunda Guerra Mundial había en el norte de Grecia alrededor de 10.000 ievánico-parlantes; pero sólo 149 sobrevivieron al Holocausto. Hoy en día, el idioma se mantiene vivo en algunas familias de Jerusalem y Nueva York, y por los académicos que continúan investigando el ievánico y otros pequeños idiomas judíos.

Bújaro

Durante generaciones, los judíos bujarianos vivieron en comunidades dispersas por todo Asia Central, principalmente en lo que hoy es Uzbekistan y Tajikistan. Ellos remontan su historia a los tiempos bíblicos, cuando el rey Nabucodonosor de Babilonia conquistó la antigua Israel, destruyó el Primer Templo en Jerusalem en el año 587 AEC, y exilió a muchos judíos hacia el norte de Babilonia. Aunque muchos judíos regresaron a Jerusalem y a otras tierras judías, algunos se quedaron en el exilio, migrando incluso más al norte.

Alfabeto bújaro introducido en 1930

Estos judíos a veces fueron conocidos como judíos bujarianos porque muchos vivían bajo el reinado del emir de Bujará. Los judíos solían llamarse a sí mismos isroil (israelitas) o iahudi (judíos). Ellos desarrollaron un dialecto diferente al idioma tajiko local, que incorporaba muchas palabras en hebreo, además de elementos lingüísticos de otras partes de Asia Central, y que se hizo conocido como judeotajiko, bújaro o bujariano. El bujariano se convirtió en el idioma primordial de muchas comunidades judías en la zona. Incluso cuando vivían en áreas donde los vecinos no judíos hablaban uzbeko y no tajiko (el cual era mucho más similar al bujariano), los judíos bujarianos se comunicaban entre ellos utilizando el judeotajiko o bujariano.

A finales del siglo XIX, muchos judíos bujarianos comenzaron a emigrar a Israel. El barrio bujariano en Jerusalem se convirtió en un próspero centro de cultura bujariana. Rav Shimon Hakham, un judío bujariano nacido en Asia Central que vivía en Jerusalem, tradujo muchas obras a bujariano y las envió a sus correligionarios en Asia. En el estado judío, el idioma bujariano, que fue principalmente oral durante siglos, comenzó a desarrollar un carácter literario.

Entre 1910 y 1916, publicaron un periódico en bujariano llamado Rahamim, primero en el pueblo de Skobelev y luego en Kokand, ambos en Uzbekistán. Otro periódico en bujariano llamado Roshani (“luz”) operó desde 1920 a 1930; en 1930 cambió su nombre a Bajroqi Minat (“vida de los trabajadores”) y continuó operando hasta 1938. Durante este periodo, las escuelas judías en Uzbekistán y Tajikistán enseñaban a los estudiantes en bujariano, usando libros de estudio en bujariano. En este periodo también hubo una transición entre el uso de letras en hebreo a escribir textos en bujariano usando letras de latín o cirílicas.

Hoy en día, hay más de 200.000 judíos bujarianos. Muchos viven en Israel y en los Estados Unidos. Aunque ya no se habla ampliamente en bujariano, muchos judíos ancianos siguen recordándolo y hablan este distintivo idioma judío.

Puedes ver esta entrevista en bujariano sobre la comunidad bujara.

Judeo-árabe

De acuerdo con Benjamín Hary, profesor de la Universidad de Nueva York, diferentes formas de árabe hablado por comunidades judías en el Medio Oriente comenzaron a evolucionar a partir del siglo VIII. El profesor Hary describió a Aishlatino.com las diversas versiones de judeo-árabe como una “variedad del lenguaje” y no como un idioma completamente distinto. “Yo considero que el judeo-árabe en general es una variedad del lenguaje que tiene su propia historia a partir del siglo VIII y hasta la actualidad. En los últimos doscientos a trescientos años se desarrollaron variedades locales singulares en Yemen, Magreb, Irak y Egipto".

Muestra de judeo-árabe, de la Guenizá del Cairo. Enciclopedia judía de 1906.

Uno de los aspectos más distintivos de todos estos dialectos judeo-árabes es la escritura con caracteres hebreos (y no árabes). Otra diferencia de las formas de árabe no judío es la pronunciación. El profesor Hary da un ejemplo de judeo-árabe egipcio: los hablantes judíos usan un sonido de vocal “u” larga, mientras que la pronunciación egipcia estándar diría “ay”. En Yemen, los dialectos judeo-árabes eran todavía más diferentes del idioma hablado por los no-judíos, utilizando a veces pronunciaciones radicalmente distintas de las de los no-judíos. Los dialectos judeo-árabes también incorporan palabras en hebreo y arameo, así como palabras en árabe más antiguas que la población no judía ya dejó de usar.

El profesor Hary señala que algunos de las obras más importantes de la literatura judía fueron escritas en judeo-árabe. Por ejemplo, Iehudá Halevi (1075-1141) “compuso su obra clásica del siglo XII, El Kuzari (Kitab al-Xazari), en una parte de la Península Ibérica que había sido reconquistada por cristianos. Sin embargo, él la escribió en judeo-árabe, el idioma de los judíos de las clases educadas”. Maimónides escribió su clásica obra La guia de los perplejos en judeo-árabe a finales del 1100. El nombre de este libro en judeo-árabe era Dalatat al Ha’irin.

Judeo-italiano

En la Edad Media, los judíos italianos desarrollaron un modo único de hablar conocido hoy por los académicos como judeo-italiano. Escrito con letras en hebreo, el judeo-italiano floreció cuando los judíos fueron confinados a pequeños guetos (los barrios judíos en donde fueron forzados a vivir). La profesora Sandra Debenedetti Stow, compartió con Aishlatino.com su investigación sobre este idioma.

Dado que los judíos italianos estuvieron sumamente confinados durante la Edad Media, las tradiciones del idioma que desarrollaron fueron intensamente locales. “Lo que los judíos hablaban y escribían era principalmente el dialecto hablado en sus lugares de residencia, lo que podríamos llamar judeo-romano, judeo-piamontés, judeo-veneciano, etc.”. Los judíos italianos incorporaron “términos italianos arcaicos y… la presencia de términos hebreos italianizados”.

De la Hagadá Ilustrada editada por el rabino y autor veneciano del siglo XVII, Leone da Modena, quien proveyó una traducción judeo-italiana.

El judeo-italiano usaba verbos como ‘ajlare’ (comer), del hebreo leejol y la terminación verbal -are; ‘lejtire’ (ir) del hebreo lalejet y la terminación ire, ‘daberare’ (hablar) del hebreo ledaber; y adjetivos como ‘amazalato’ (afortunado) del hebreo mazal”, explicó la profesora Stow. Algunos términos en hebreo también se adaptaron a componentes lingüísticos italianos. La profesora Stow menciona que talide era una forma judeo-italiana de la palabra en hebreo talit (manto de plegarias).

Algunas palabras judeo-italianas eran interesantes síntesis de términos en italiano y hebreo. Por ejemplo, sone en judeo-italiano significa antisemita. Esta palabra deriva de la palabra en hebreo soné (el que odia). Marore significaba una cosa fea y deriva de la palabra en hebreo para amargo, maror.

A partir del Renacimiento, los idiomas judíos en Italia se volvieron más italianos, llegando a convertirse en simples dialectos locales. “Hoy en día, ya no queda en Italia nadie que hable dialectos judeo-italianos, y hasta donde yo sé, no hay nadie que los hable fuera de Italia”, afirmó la profesora Stow. Sin embargo, en Roma hay un movimiento entre algunos jóvenes judíos que desean revivir el judeo-italiano y sus tradiciones.

En la actualidad, la mayoría de estos idiomas (y otros menos conocidos) son considerados en peligro de extinción. Quienes los hablan están envejeciendo y desapareciendo. En cierta medida, este abandono de los idiomas tradicionales judíos refleja que el robusto estado de Israel es la patria de las comunidades judías de todo el mundo. Muchos judíos llegaron a vivir en Israel desde todos los rincones del mundo, y sus hijos crecen hablando hebreo. En algunos casos, los judíos abandonaron sus idiomas tradicionales a medida que fue disminuyendo el antisemitismo y les permitieron socializar y educar a sus hijos en los idiomas dominantes de sus países.

Estos idiomas judíos reflejan la historia de nuestros antepasados en todo el mundo. Las poesías, canciones, dichos y escritos en idiomas judíos son un registro crucial de cómo vivieron nuestros ancestros; un tributo a las ricas vidas judías de nuestros antepasados.

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