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Incluso en estos tiempos oscuros, puedes volver a encontrar la alegría.
El nuevo mes hebreo de Adar, que comienza esta semana, es un momento especial en el que se supone que debe aumentar la alegría. Puedes sentir que esto es casi imposible cuando el pueblo judío llora la muerte de Shiri Bibas y sus hijos, pero es en momentos como este cuando puedes sentir dolor por las tragedias del último año y, aun así, alimentar la esperanza para el futuro.
La semana pasada en el centro de Israel hubo múltiples atentados con bombas en autobuses que explotaron sin provocar heridos y muchos explosivos fueron desactivados a tiempo. Fue un milagro asombroso y siguen revelándose detalles sobre cómo se evitó esta inmensa tragedia. Una mujer notó una bolsa de supermercado sin supervisión en un autobús, y el conductor logró evacuar a todos los pasajeros minutos antes de que explotara. Se encontraron otros detonadores en otros autobuses antes de que detonaran. Al menos dos de los autobuses acababan de dejar a todos sus pasajeros y fueron estacionados minutos antes de quedar irreconocibles por las explosiones.
Dentro de este tiempo complejo de inmenso dolor, ira y frustración, hay una luz, no solo en los milagros de la semana pasada, sino en los miles de milagros que quizás pasan desapercibidos cada día en tu vida. Es un mito pensar que no se puede encontrar alegría en tiempos difíciles.
Considera estos seis mitos sobre la felicidad para redescubrir la alegría al comenzar el mes de adar y acercarnos a la festiva celebración de Purim.
Un mito común es pensar que querer ser feliz la mayor parte del tiempo es un acto de indulgencia personal y una desconexión del dolor de los demás. Sin embargo, las personas felices son más serviciales y amables. Cuanto más feliz eres, más paciencia y energía tienes para notar los problemas de los demás. Además, las personas felices suelen sonreír más y compartir su positividad, lo que eleva el ánimo de quienes las rodean.
Buscar la felicidad es un propósito significativo y valioso que aporta más luz a la vida de los demás.
Las investigaciones sobre la relación entre el dinero y la felicidad son complejas. Algunos estudios revelaron que una vez cubiertas las necesidades básicas, tener más dinero no aumenta los niveles de felicidad. Sin embargo, en el 2021, un estudio de la Universidad de Pensilvania dirigido por Matthew Killingsworth, encontró que los ingresos más altos sí aumentaban la felicidad sin un límite. Pero los investigadores descubrieron que las personas que reportaban mayor felicidad con más dinero ya eran generalmente felices desde antes. Para las personas infelices, la riqueza en sí misma no mejoró su bienestar.
Aun así, todos los estudios coinciden en que si se usa correctamente, el dinero puede aumentar la felicidad. ¿Cómo? Úsalo para vivir experiencias significativas con personas que amas. Dona a causas en las que crees. Y utilízalo para reducir el estrés en tu vida, liberando tiempo para enfocarte en tus prioridades.
A menudo se confunden el placer y la felicidad. Crees que estar cómodo te traerá alegría, hasta que pasas unas horas en la playa y te das cuenta de que estás aburrido. Compras más y más cosas para entretenerte y protegerte de las dificultades de la vida, y te preguntas por qué sigues sintiéndote insatisfecho e inquieto.
No hay nada malo en el placer: es una parte esencial de la vida. Pero pierde su significado cuando se convierte en un fin en sí mismo. Perseguir el placer sin límites no sólo puede llevar a la adicción (ya que necesitas cada vez más para sentirte satisfecho), sino que también puede robarte la verdadera felicidad, que depende de tu sentido de propósito en la vida y de tu conexión con los demás.
Muchas personas renuncian a buscar la felicidad porque creen que nacieron con un nivel de felicidad fijo e inmutable. Sin embargo, la investigación de la profesora Sonja Lyubomirsky muestra que la felicidad es un 50 % genética, un 40 % depende de lo que eliges hacer y un 10 % de tus circunstancias de vida. Eso significa que lo que decides hacer con tu tiempo tiene un impacto enorme en tu felicidad.
Importa si das un paseo por la mañana y si te tomas el tiempo para conversar con un amigo. Importa cuánto alineas tu entorno y tus circunstancias con tus valores y creencias. Siempre puedes cambiar tus niveles de felicidad.
Puedes pensar que tu felicidad depende únicamente de tus propias acciones y estados de ánimo. Pero la felicidad también depende mucho de las personas que te rodean. Tu comunidad y con quién te rodeas tienen un impacto significativo en tus niveles de felicidad. No importa cuán feliz seas, inevitablemente te sentirás menos feliz si las personas a tu alrededor son pesimistas y están deprimidas. Los niveles de felicidad de las personas están profundamente interconectados con los estados de ánimo de los demás. Tu comunidad importa. Tus relaciones importan. Y las personas con las que eliges rodearte también importan.
¿Has notado que cuanto más intentas alcanzar la felicidad como una meta final, más inalcanzable parece? Esto es porque no hay una meta final. La felicidad no es un destino, sino un proceso de por vida que requiere trabajo y crecimiento continuo. Es un viaje para encontrar alegría a pesar de los desafíos que se presenten en el camino.
El mes hebreo de Adar es un momento propicio para comenzar nuevamente este viaje.
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