Resentimientos

3 min de lectura

Como ser tolerante y perdonar a tu pareja.

Tenemos una mitzva de no sentir rencor. Y, dado que es un mandamiento, seguro somos capaces de lograrlo. Dios no es perverso, no exige cosas imposibles. Sin embargo, todavía tenemos dificultades en dejar de lado los resentimientos. ¿Cómo podemos tener éxito en el cumplimiento de esta mitzvá?

Así como es difícil dejarlo ir, y como es tan paradójicamente placentero cultivar un resentimiento, así mismo sabemos que el rencor nubla nuestra vida, disminuye nuestra alegría e inhibe nuestras relaciones.

Tener resentimientos daña nuestras relaciones más importantes – con nuestras parejas, amigos, colegas, y endurece nuestras almas.

Dejándolo ir, nos liberamos. Podemos exhalar y respirar otra vez. Nos abre a experiencias más intensas y a relaciones más profundas.

Tolerar ciertos rasgos y comportamientos, es el secreto de un matrimonio exitoso. Todos (incluso nosotros) tenemos rasgos molestos y comportamientos irritantes. Nuestras parejas también los tienen. Cada uno de nosotros ha dicho o hecho cosas hirientes (nuestras parejas también) Pero, tenemos que ser capaces de dejarlo ir.

Algunos temas necesitan ser discutidos. Pero la mayoría del tiempo debemos dejarlo ir.

Es verdad, no siempre. Algunos temas necesitan ser discutidos. Algunos necesitan ser resueltos. Pero la mayoría del tiempo tenemos que dejarlo ir. Especialmente si ha habido una disculpa de por medio. No debemos tener una lista de temas pasados, ni siquiera una lista mental, que tiramos sobre la mesa ante cada situación frustrante.

Por ejemplo, incluso aunque mi esposo no recuerde la primera vez que me vio… aún cuando había solamente otras tres personas en la habitación… incluso si estuvimos allí por horas… Voy a dejarlo ir y no voy a mencionarlo otra vez.

Lo peor que uno puede decir en una discusión es “tu siempre…” Sólo enfréntate con la situación actual. Y luego olvídate de ella. La vida es extremadamente corta para guardar resentimientos corrosivos. Y el matrimonio es demasiado precioso.

Como todos sabemos, nosotros somos las mayores victimas de nuestros resentimientos. Ellos endurecen nuestros corazones y limitan nuestra habilidad de sentir placer.

Tenemos que ser capaces de atravesar los problemas. Frecuentemente nuestra monótona insistencia es peor que la transgresión inicial. La mayoría de las discusiones no valen la pena.

¿Pero cómo lo hacemos? ¿Cómo lo dejamos ir?

1. Siempre sé el primero en disculparse. No des vueltas sobre lo mismo, no te quedes con resentimiento, no seas un mártir, y no te preocupes por quien tiene la razón. Solo di “lo siento”.

2. “No sudes por las pequeñas cosas”. La mayoría de las cosas ni siquiera son importantes, deja que la pelea termine sola. Enfócate en el cuadro general, en la meta final. Habrá algunos temas que requerirán otra “conversación” posterior, pero elige tus batallas cuidadosamente.

3. Haz un balance. Todos los actos de bondad y cuidado de tu pareja durante los últimos 30 años no desaparecen por uno (o dos) actos desconsiderados. En comparación, esos baches, no tienen valor para ser tomados en cuenta.

4. Acepta las limitaciones de tu pareja (o amigos – la mayoría de estos consejos se aplican también a los amigos). Así como tú esperas que el otro acepte las tuyas. Frecuentemente pasamos mucho tiempo enfocándonos en las faltas de los demás y no suficiente tiempo en nuestras propias deficiencias.

5. Sé introspectivo y juzga favorablemente. Muchos de nuestros resentimientos son producto de nuestra hipersensibilidad. Tu pareja no te está ignorando, sólo está pensando en sus propias preocupaciones.

6. No lo tomes como algo personal. El comportamiento de la mayoría de las personas es un reflejo de quienes son ellos realmente. Si tu sientes que alguien es frío, eso probablemente es por que ellos ven a todo el mundo de esa manera. No es algo personal, entonces déjalo ir.

Cargar con resentimientos destruye todas las relaciones y finalmente destruye al portador de los mismos. No es sólo una mitzvá, sino que es por nuestro propio bien. Roguemos para que Dios nos de la fuerza necesaria y la perspectiva para lograrlo.

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