Amor Versus Pasión

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¿En qué se diferencian el amor de la pasión?

La pasión es: “Pasamos el día juntos y fue maravilloso; cuando llegó el ocaso y los rayos del sol se entrelazaron con su cabello, supe que esto duraría para siempre…”. Sí, claro. ¡Podrían considerarse afortunados si siquiera se dirigen la palabra a la semana siguiente! La verdad es que la pasión rara vez perdura.

La pasión, por sobre todo, tiene que ver con el deseo y guarda muy poca relación con un genuino reconocimiento de quién es realmente la otra persona.

Woody Allen, en la película Play It Again Sam, intenta conquistar a una atractiva muchacha en el Museo de Arte Moderno. Ella está observando un cuadro de Jackson Pollock.

El diálogo es el siguiente:

Allen: ¿Qué mensaje te transmite (el cuadro)?

Muchacha: La negatividad del universo. La vacuidad horrenda y solitaria de la existencia; la nada absoluta, la encrucijada del hombre obligado a vivir en una eternidad estéril. Un vacío inmenso con nada más que desperdicio, horror y degradación en un cosmos desalentador y absurdo.

Allen: ¿Cuáles son tus planes para el sábado por la noche?

Muchacha: Pienso suicidarme.

Allen: Ah, está bien. ¿Qué tal el viernes por la noche?

Woody no siente amor; él sufre de pasión. No le interesa realmente quién es esta mujer; simplemente está fascinado con su apariencia física. No escuchó ni media palabra de lo que ella dijo.

El amor surge cuando apreciamos auténticamente las cualidades del otro. Cuando percibimos la belleza, la virtud y la solidez de la personalidad de otra persona, eso nos lleva al amor. No podemos amar verdaderamente a nadie hasta que los conozcamos. Decir que amamos a alguien a quien no conocemos equivale a decir que nos gusta un libro que no hemos leído. Lo único que nos gusta es la tapa.

La pasión va y viene. Un solo día que despertemos con el cabello desordenado puede significar el fin de la relación. La pasión se origina en nuestros deseos internos y no tiene nada que ver con quién es la persona realmente. Los factores que comúnmente provocan la pasión incluyen el físico, el dinero, el estilo de vida, el poder, la profesión y la reputación.

Estas cosas pueden atraernos al comenzar una relación, pero en última instancia nos distraen de la persona en sí. Por eso es que tantas personas “caen rendidas” ante gente que a la larga, no les convenía en lo más mínimo.

Cuando nuestra motivación para salir con alguien es la pasión, dejamos de salir con la persona y salimos con su físico, su trabajo y sus posesiones. Tan pronto conozcamos a alguien más atractivo, más exitoso o más rico, se acabó la relación.

El amor sólo puede subsistir cuando se fundamenta en un aprecio genuino.

¿Cómo podemos distinguir entre amor y pasión? Si alguna vez decimos “¡Él/ella es perfecto/a!”, entonces, debemos tener cuidado. Lo que estamos sintiendo es pasión. El amor no es ciego, la pasión sí lo es. El amor es como un lente de aumento.

Lo más probable es que quien más nos ama en el mundo sea quien mejor conoce nuestros defectos.

En resumen:

El amor se fundamenta en el aprecio genuino por la otra persona y por ello puede perdurar.

La pasión proviene de nuestros propios deseos (físico, dinero, reputación, poder), no está en absoluto relacionada con quien es realmente la otra persona y, por lo tanto, se desvanece.

La prueba de fuego: “¡Él/ella es perfecto/a!”. El amor no es ciego, la pasión sí lo es. El amor es como un lente de aumento.

Quien más nos ama en el mundo probablemente sea quien mejor conoce nuestros defectos.

Fuentes de referencia:

1. Dios se relaciona con la persona según la forma en que ésta se relaciona con los demás.

Talmud de Babilonia: Meguilá, 12b

2. Si tan sólo entendiéramos que podemos llegar a amar a la persona a la cual le damos, llegaríamos a percatarnos de que el único motivo por el cual sentimos que alguien es un "extraño", es porque aún no le hemos dado nada; no nos hemos esforzado en manifestarle nuestro afecto y preocupación. Si le doy a alguien, me siento cercano a él e invierto parte de mí en su vida. De ahí podemos deducir, que si yo comienzo a prodigar el bien a todas las personas con quienes me topo, pronto sentiría que todos son mis familiares y mis seres queridos. Ahora que he invertido parte de mí en ellos, mi ser se ha extendido sobre todos ellos.

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo”… Al darle de ti, te percatarás en tu fuero interno que tú y él son efectivamente uno; sentirás en la forma más clara posible que él realmente es, para ti, “como tú mismo”.

Rabi Eliahu Dessler, Mijtav M’Eliahu, Ensayo sobre la Benevolencia.

3. Rabi Leib Jasman, famoso moralista y supervisor espiritual de la Ieshivá de Jevrón, una vez vio a un alumno comiendo pescado con gran pasión. –Dime, joven – le preguntó. – ¿Amas el pescado?

El alumno respondió en forma afirmativa. – Si amas el pescado – contestó Reb Leib – entonces deberías sentir pena por el que se encontraba en tu plato; deberías haberlo alimentado y haberlo ayudado. En cambio, ¡te lo estás devorando! Mientras el alumno buscaba sin éxito una respuesta adecuada, Reb Leib le explicó: Resulta obvio que no amas el pescado. ¡Te amas a ti mismo!

Rabi Aharón Feldman. “El Río, la Olla y el Pájaro”, pág. 26.

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