Intolerancia

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Yo tengo la razón y tú estás equivocado.

¿Sería alguna vez aceptable pensar que tu opinión es correcta y que el otro está completamente equivocado? ¿O acaso debemos respetar y tolerar la opinión de todos?

Buscar la verdad necesariamente implica rechazar la falsedad. En algún punto, debemos obtener conclusiones. ¿Es acaso esto una muestra de intolerancia? ¿Es intolerante rechazar la idea de que la tierra sea plana, aunque hay gente que apoya esa creencia en la actualidad? ¿Qué tal los que niegan el Holocausto? ¿Debemos acaso respetar sus opiniones?

La intolerancia se refleja al decir: “¡Estás equivocado! No tengo por qué explicarte el motivo. Estás equivocado y punto. Y eres un imbécil por pensar de ese modo”.

La intolerancia significa insultar a la persona que tiene una creencia con la que estás en desacuerdo. La intolerancia significa controlar, no comprender. Significa no estar dispuestos a replantearnos ideas y negarnos a escuchar otros puntos de vista. Significa pensar que alguien está equivocado, sin justificación alguna.

Pero definir la tolerancia como “aceptar todas las ideas independientemente de sus méritos” representaría el fin para todo intento de pensamiento crítico. Implicaría que ya no seríamos exigentes respecto de las ideas que aceptamos. El solo hecho de que alguien lo dijo no implica que necesariamente tengamos que respetarlo. Si todos están en lo correcto, entonces nadie lo está, y ¿qué ganaríamos con pensar? Lo que yo piense, y mis motivos para pensar así, carecerían de toda importancia si yo diera a todas las ideas la misma medida de respeto.

El mundo está repleto de un sinnúmero de valores en competencia, ideas que confunden y argumentos contradictorios. Cada persona pensante tiene el derecho de desechar una idea si la puede refutar con un razonamiento lógico y suficiente evidencia. De igual manera, con pruebas y conocimientos suficientes para verificar nuestra opinión, podremos pensar que estamos en lo cierto. Resulta intelectualmente deshonesto tolerar las ideas falsas.

Estar seguros de nuestra opinión no nos da el derecho de embutírsela por la garganta a nadie. Debemos respetar a los demás incluso si no respetamos sus ideas. La búsqueda de la verdad exige amplitud de miras y tolerancia verdadera, sin arriesgar la honestidad intelectual. Es importante demostrar, con compostura y sensibilidad, por qué piensas que alguien está equivocado, debes escuchar sus puntos de vista con la mente abierta y estar dispuesto a que te demuestren que estás equivocado. Tú buscas el entendimiento y la verdad, no tener la última palabra en una discusión.

En Resumen

Respetar las opiniones de todos, independientemente de sus méritos, socava el valor implícito en el acto de pensar. Si todos están en lo correcto, entonces, lo que yo piense y mis motivos para pensar así, carecerían de toda importancia.

Si tienes evidencia para verificar tu opinión, entonces es correcto pensar que tu opinión es acertada. De igual forma, es correcto pensar que una opinión está equivocada si la puedes refutar con un razonamiento lógico.

Debemos respetar a los demás, pero no necesariamente a sus ideas.

Fuentes de Referencia

1. Dado que Dios es uno y no dos, la verdad es Su sello, pues sólo puede haber una verdad; es imposible que haya dos.

Maharal de Praga, Netivot Olam, la Senda de la Verdad.

2. [Rabí Yojanán] enseñó a Resh Lakish la Torá y la Mishná y lo hizo un gran hombre…. [Cuando] Resh Lakish falleció, Rabí Yojanán cayó postrado por el dolor [porque no pudo encontrar otro alumno como Resh Lakish – Rashi].

Los rabinos dijeron: “Quién podrá ir a reconfortarle. Que vaya Rabí Elazar, hijo de Pedat, pues es muy brillante en sus estudios. Así, [Rabí Elazar] fue y se sentó delante de Rabí Yojanán.

Sobre cada punto del estudio que planteó Rabí Yojanán, Rabí Elazar señaló: “Aquí hay apoyo para lo que acabas de decir…”. Rabí Yojanán se quejó: “¿Eres acaso como [Resh] Lakish? Cada vez que yo decía algo, ¡Resh Lakish me contestaba con veinticuatro objeciones! Y yo le contestaba con veinticuatro respuestas y ahí obteníamos una comprensión total. Pero tú dices: ‘Oh, sé de algo que te puede respaldar’. ¿No crees acaso que ya sé que lo que digo es correcto?”.

Entonces Rabí Yojanán siguió rasgándose las vestiduras y sollozando, quejándose: “¿¡Dónde estás [Resh] Lakish!? ¿¡Dónde estás!?”.

Talmud de Babilonia; Baba Metziá 84a

3. “...Cuando ellos [los estudiosos de la Torá] hablan con enemigos en el portal” (Salmos 127:5). ¿Qué implica la expresión “enemigos en el portal”? Rabí Jiyá bar Aba dijo: Se refiere incluso a un padre y su hijo, o un maestro y su pupilo, que estudian Torá juntos en un portal. Al principio se enemistan mutuamente [durante todo el proceso del debate, ningún erudito está dispuesto a aceptar las palabras del otro y cada uno busca refutar la opinión del otro – Rashi]. Pero no se mueven de ahí sino hasta que se convierten en queridos amigos.

Talmud de Babilonia, Kidushín 30b

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