A la Deriva

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¿Qué fue lo que salió mal?

¿Alguna vez has sentido que vas a la deriva? Miras alrededor y pareciera que todo el mundo está yendo hacia algún lugar, y te miras a ti mismo y te sientes estancado. He estado trabajando por más de 20 años. He estado en mi trabajo actual por cuatro años y estoy luchando para salir adelante. Miro alrededor con temor, y veo mis cuentas amontonándose con una viciosa intensidad y mi capacidad para pagarlas declinando astronómicamente mes a mes. Me estoy ahogando. La cobertura médica está agotada, los inodoros de la casa están tapados, la cocina se cae a pedazos y las cuentas de las escuelas están tiradas por ahí esperando ser pagadas.

Paso las noches acostado en la cama, despierto, implorando para encontrar una salida de este lío y, como es de esperar, no logro pensar en nada. Paso los días tratando de idear emprendimientos comerciales. Pero siempre termino en lo mismo: al no tener dinero para sobrevivir, no tengo las agallas para dar el primer paso. Le he pedido a mi jefe un aumento en varias ocasiones, la respuesta ha sido siempre la misma: No.

No sé qué hacer. Voy a reuniones con mi jefe y tengo que aparentar estar feliz. Si no, el jefe pensará que tengo una mala actitud, lo que lleva a tener esa temida etiqueta: persona negativa.

Si quieres mantener tu trabajo, mejor que no seas etiquetado como persona negativa. Por lo que simulas estar feliz cuando tu jefe te dice que saldrá del país por una semana para ir a la boda de alguien, que ni siquiera es un pariente, pero con quien su esposa se "siente cercana". Piensas para ti: Estoy tan feliz de que esté llevando a su esposa al otro lado del mundo, ¿pero puede por favor separar unos pesos para mí para que yo pueda sobrevivir el maldito mes? Pero no dices nada y sonríes y simulas estar feliz por él y por su esposa.

Te preguntas: ¿Qué fue lo que salió mal? Me siento como un niño siendo castigado por no aprender mis lecciones. Pero no sé qué lecciones debo aprender. Fui a la universidad, tuve mejores calificaciones que la mayoría de la gente, ayudé a otras personas a construir sus propios negocios durante mi carrera, pero todo lo que tengo es un salario que apenas me alcanza para sobrevivir.

En mis días de juventud, cuando tenía más fuerza, estaba lleno de vida y realmente creía que podría hacer algo conmigo mismo y cambiar el mundo, acostumbraba a desafiar a mis jefes. Defendía lo que yo creía correcto. ¿Y qué pasaba? Antagonizaba a todo el mundo y terminaba desempleado, con una esposa e hijos que sustentar.

Las cuentas tienen que ser pagadas, y la culpa no es un medio de pago aceptado.

¿Estoy en esta situación por mis padres, mi escuela, mis maestros, mis profesores o mis ex-jefes? ¿Quizás todos o ninguno de ellos? Quizás es por . Puedes culpar al mundo todo lo que quieras, ¿pero qué diferencia hará? Las cuentas tienen que ser pagadas, y la culpa no es un medio de pago aceptado.

Entonces, ¿cuál es el próximo paso? ¿Hacia dónde va una persona? Por supuesto, uno puede simplemente resignarse y vivir el resto de su vida dándoles excusas a los acreedores, a la esposa y a los hijos, siempre con la misma frase: "Lo siento, no tengo dinero. Tu esposo es un perdedor". Eventualmente, los niños se independizarán disgustados y tu esposa pasará el resto de su vida preguntándose cómo se enamoró de semejante idiota. ¿Y tú? Te conviertes en una persona amarga y derrotista. Odias al mundo, odias a la humanidad y te odias a ti mismo. Quedas varado al margen de la vida, viendo a la gente – que parece superior a ti – pasar mientras tú te hundes en un absoluto y miserable olvido.

Desafortunadamente muchos han tomado esta opción. Pero tú te dices a ti mismo: No, no, ¡no! Puede que hoy sea el epítome de un perdedor – sin dinero, con un trabajo que pareciera ser un callejón sin salida, lleno de cuentas por pagar y demandas, aparentemente atrapado en un ciclo de derrotismo y desesperanza. Pero no puede ser. ¿Por qué? No lo sé. La verdad es que no sé nada. Y quizás ese es exactamente el punto, quizás en la vida necesitas llegar a ese punto en el que necesitas admitir que simplemente no sabes.

Nada tiene sentido. Todo está al revés. Quién es bendecido con dinero, salud, buenos genes y buen cerebro es un misterio. A pesar de todos los libros que nos aconsejan cómo obtener riqueza, cómo ser listos y cómo tener buena salud, son todas gotas de agua en un océano de misterio. Sí, la responsabilidad personal es esencial para vivir la vida de la mejor manera posible, pero decir que todo encaja en un prolijo rompecabezas de "10 pasos para ser rico, saludable y sano" es una burda simplificación de la realidad.

Al final de cuentas, no sabemos por qué el tonto hace dinero, ni por qué el súper saludable muere repentinamente, ni por qué el matrimonio que comenzó con las más grandiosas afirmaciones de amor eterno termina en la peor de las rupturas. No sabemos. Especulamos sobre la autoestima, sobre la confianza en uno mismo. Inteligencia emocional, coeficiente de inteligencia, lo que sea… Siguen habiendo millones de personas a la deriva preguntándose qué diablos pasó con sus vidas.

Algo Especial

Entonces, ¿hacia dónde vamos ahora? Dicen que todas las personas tienen algo especial para ofrecerle al mundo, que sólo hay que descubrir qué. Algunas personas lo descubren temprano en la vida, otras más tarde, algunas tratan de descubrirlo tan arduamente, que simplemente pasan de largo y no lo ven. Creer que todos somos únicos y especiales es hermoso, y quizás es cierto. Pero cuando estás a la deriva no es fácil descubrir esa "especial particularidad".

Quizás toda esta confusión se deba a que tememos admitir que nos equivocamos.

Desearía que todas las personas pudieran descubrir su propósito en una etapa temprana de la vida, y vivir una vida satisfactoria y significativa. Odio ver gente perdida. Odio ver gente sufriendo. Odio ver gente vulnerable. Odio ver personas abusivas. Odio la deshonestidad. Odio el engaño. Odio la idea de que todo el mundo piense que está en lo correcto todo el tiempo.

Quizás es por eso que hay tanta confusión y absurdidad en este mundo – porque tememos detenernos y admitir que quizás estamos equivocados. Que quizás no sabemos todo. Quizás todo el sufrimiento y las respuestas sin responder en la vida nos llevan a la comprensión de que no sabemos todas las respuestas, que somos los jugadores de un juego mucho más grande e importante de lo que podemos imaginar.

Incluso para aquellos bendecidos con el éxito, hay una lección en entender que no lo sabemos todo.

Quizás hay un mensaje real detrás de la sensación de ir a la deriva, quizás después de todo no sea una sensación tan mala. De hecho, nos lleva al punto decisivo, a partir del cual todo puede comenzar: darnos cuenta de que no lo sabemos todo. Quizás todos estamos en un camino inexorable hacia la humildad. Y cuando nos demos cuenta de esto, ¡el juego de una vida buena y significativa realmente puede comenzar!

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