A los 16 años, bajo la sombra de Chernóbil, me enteré que era judía

21/10/2022

11 min de lectura

Masha Merkulova emigró a San Francisco y hoy alienta a los adolescentes judíos a sentirse orgullosos de Israel.

Cuando era una niña en la Unión Soviética durante la década de 1980, Masha Merkulova no sabía que era judía. A pesar de tener tías y tíos judíos, en su casa nunca se habló de ser judíos. Una vez ella trató de investigar el tema, preguntándoles a sus padres sobre una posible herencia judía. “¿Qué diferencia hay?”, le respondió su padre no judío. “De todas formas no puedes empezar a ir a la sinagoga… ¡porque no hay ninguna!”

“La Unión Soviética logró aniquilar la identidad judía de millones de personas”, dijo Masha durante una entrevista con Aishlatino.com. “Nuestra única identidad era ser soviéticos. Nadie mencionó nunca algo respecto a ser judíos. Nuestra principal preocupación era: ¿Hay pan en el almacén?”

Pero Masha sí experimentó algunas cosas curiosas en casa. “Una vez al año, en la época de primavera, me daban para comer unas galletas quemadas que aparecían mágicamente de una panadería clandestina. Y mi madre encendía una vela de recuerdo por su madre, en la fecha gregoriana de su fallecimiento, porque no tenía acceso a un calendario judío”.

El destino de Masha cambió en 1986 luego del catastrófico accidente del reactor nuclear en Chernóbil. Como el viento ucraniano soplaba hacia el norte, Bielorrusia sufrió la peor radiación. Masha, de doce años, con una madre médica y un padre que trabajaba en el ministerio de salud, tomó conciencia de los problemas de salud involucrados.

“Después del accidente, el gobierno soviético pagaba un salario triple a las personas trabajaran en Chernóbil. Teníamos amigos que fueron allí con sus familias, y todos murieron rápida y dolorosamente”.

Poco después, la madre de Masha viajó a los Estados Unidos para visitar a su hermano en el área de San Francisco. Cuando regresó, Masha se obsesionó con la idea de emigrar de la Unión Soviética. “¡Tenemos que salir de aquí! Quiero tener una vida normal con hijos normales, no mutantes”. les dijo a sus padres.

Masha se hizo cargo del tema y envió por correo a los Estados Unidos un pedido de estatus de refugiados, mencionando a su tío como su patrocinador. A pesar de numerosos intentos, los formularios nunca llegaron. “Finalmente alguien me dijo que para que el correo fuero confiable tenía que salir de la Unión Soviética y enviar la carta desde otro país. Por eso cuando tenía 14 años viajé con la escuela a Polonia, sólo para poder enviar los documentos”.

Eran años tensos para los emigrantes soviéticos; refuseniks como Natan Sharansky estaban presos en el Gulag. Sin embargo, Masha no tenía consciencia de su sufrimiento. Ella todavía no sabía que era judía.

A los 16 años, estaba en una oficina gubernamental llenando algunos formularios. En "nacionalidad", escribió “rusa”. El empleado, al ver lo judío que sonaba Riva Levovna, el nombre de la madre de Masha, le gritó: “¡No te das cuenta de que eres judía!”

Al otro día Masha fue a la escuela y les dijo a todos: “Adivinen qué… ¡soy judía!” Algunos compañeros la miraron raro, pero ella desconocía cualquier connotación negativa. Cuando alguien la llamó con un término despectivo en ruso, Zhid, ella respondió: “¿Y qué hay si tu nacionalidad es rusa? ¿Eso te hace mejor?”

A la familia le llevó 6 años poder salir del país. En 1992, a los 18 años, Masha llegó a San Francisco con los ojos llenos de asombro ante una nueva frontera… y virtualmente cero identidad judía.

El despertar judío

Masha era enfermera y trabajaba en la unidad de cuidados intensivos de una maternidad para ayudar a mantener a su familia. Le llevó casi una década de vida en los Estados Unidos hasta que experimentó un despertar judío.

“Quería que mi hijo recibiera una educación judía, así que lo inscribí en una escuela judía. Eso incrementó mi exposición a la comunidad judía, pero aún me sentía desconectada. Mi inglés todavía no era bueno, mi hebreo era peor, y ni siquiera conocía las canciones”.

La escuela enviaba un boletín semanal que incluía artículos relacionados con Israel. Esto sembró una semilla de interés y durante la retirada de Israel de Gaza en el año 2005, Masha “ansiaba obtener información y lloré como loca por el destierro de las familias judías”.

Ella acudió a sus amigos judíos, pero descubrió que, de forma general, el tema "no les preocupaba e incluso lo ignoraban". Dos semanas más tarde, al pasar un fin de semana familiar en un campamento de verano judío, Masha les pidió a los profesionales que coordinaban el evento que explicaran la situación del Medio Oriente. “Desgraciadamente, la mayoría estaban desinformados o no les interesaba lo que estaba ocurriendo. Esa aparente falta de conexión con Israel me perturbó”.

Un año después fue la Segunda Guerra del Líbano. “Mis parientes en el norte de Israel tenían que correr todo el tiempo a los refugios. Al mismo tiempo, mis colegas en el trabajo se reunían en la sala de enfermeras y acusaban a Israel de apartheid y crímenes de guerra. Yo sabía que todo era mentira, pero no tenía los hechos para confrontarlos”.

Entonces, otra enfermera, originalmente de Ghana, se acercó y defendió a  Israel usando argumentos históricos, arqueológicos, bíblicos y éticos. Al sentirse inepta para defender a su propio pueblo, Masha decidió convertirse en una judía educada.

Esa noche, Masha buscó en Google y encontró Aish.com. De inmediato se sintió atraída a la mezcla de elementos judíos nacionales, históricos, religiosos y tradicionales. “Aish.com se convirtió en mi sitio de referencia cotidiano”. “Vi todos los videos y Lori Casi en Vivo. Leí todos los artículos sobre las festividades, eventos actuales y la lectura semanal de la Torá. Devoré el sitio web. Un artículo hablaba sobre encender cada semana las velas de Shabat, y esa fue la primera observancia que adopté. Eso marcó una gran diferencia, dándole a nuestro hogar un sabor judío”.

Masha también participó del viaje a Israel para mamás, "Momentum", (“¡Fue increíble!”) y comenzó a comer kasher después de escuchar una clase en audio de Rav Benny Friedman.

El nacimiento del Club Z

Lo que más le molestaba a Masha era que muchos judíos de Estados Unidos ignoraban (o todavía peor, eran apáticos) respecto a la relevancia de Israel en sus vidas.

“Si se hubiera tratado de cualquier otro movimiento nacional, los judíos de Estados Unidos habrían estado en la primera línea. Para muchos estadounidenses, el judaísmo comienza con Tikún Olam y termina con tzedaká, caridad. La comunidad es muy buena cumpliendo con 'Justicia, justicia has de procurar' (Deuteronomio 16:20). Pero muchos olvidan la segunda parte de ese versículo: 'a fin de que vivas y tomes posesión de la Tierra que Hashem, tu Dios, te entrega'. La identidad judía e Israel están profundamente interconectados”.

Masha percibe que en la actualidad en los Estados Unidos existe un error fundamental en la interpretación del rol del sionismo. “Muchos judíos estadounidenses piensan que sionismo se trata sólo de hacer aliá. Pero también se trata de sentir orgullo por nuestra identidad judía. Los judíos son atacados en las calles por verse judíos, sin importar si apoyamos al estado de Israel o si tenemos familia allí. Un judío que se preocupa por Israel está conectado tanto con la historia como con el destino judío. Defender a Israel es defenderte a ti mismo. Porque si Hamás pudiera bombardear sinagogas en Estados Unidos, lo haría”.

Frustrada, Masha sacó a la luz su combativo espíritu soviético y decidió cambiar la situación. “La Unión Soviética hizo un gran trabajo al criarme para ser una luchadora por la justicia. Allí marchábamos por las calles por los derechos de Nicaragua y Cuba. Por supuesto, era sólo un show, porque nunca se trataba de nuestros propios derechos, sino de construir el comunismo en el mundo”.

La experiencia de Masha como enfermera también le resultó útil. “Vengo del mundo de la medicina, el cual me enseñó a diagnosticar un problema. ¿Qué está pasando realmente y cómo llegar al eje del asunto? Yo llamo las cosas por su nombre y tal como son. No soy políticamente correcta ni especialmente diplomática. Si veo una forma de tratar el problema, eso es lo que hago”.

Masha presenta a Brooke Goldstein durante una conferencia virtual de Club Z

Al tratar de identificar el problema principal, Masha se enfocó en la explosión de acoso antisemita en los campus universitarios, en donde estudiantes judíos son excluidos de grupos progresistas a menos que primero renuncien a su identidad judía y nieguen el derecho de Israel a existir.

“Los estudiantes universitarios entran a una zona de guerra”, asegura Masha, apuntando a los extremistas Estudiantes por la justicia en Palestina; la semana del Apartheid en Israel, que se impuso en cientos de campus universitarios; y el infame movimiento BDS, Boicot, Desinversión y Sanciones. “Enviamos a nuestros hijos a un ambiente hostil y ellos se sienten indefensos y solos”.

Al investigar más el tema, Masha se sorprendió al descubrir que incluso los estudiantes universitarios que asistieron a escuelas judías sabían poco sobre Israel. “Ellos desconocían el contexto de la guerra de 1948, o cómo la guerra de 1967 ayudó a transformar el destino judío. Obviamente sabían sobre los tomates cherry, pero una vez que llegaron a la universidad les dijeron: '¡Los israelíes son ladrones que plantan tomates cherry en tierra palestina!'. Los padres brindan a sus hijos todo lo que pueden; sin embargo, los mandan al mundo sin saber la verdadera historia de Israel”.

Masa cita el ejemplo de una adolescente de una familia de prominentes donantes pro-Israel. “Para la primavera de su primer año en Berkley, esta jovencita desfilaba por el campus de Berkeley con una bandera palestina, y luego se convirtió en la fundadora y directora de organizaciones que demonizan a Israel y al pueblo judío. Cuando los adolescentes judíos se convierten en abanderados del movimiento anti-Israel en los campus universitarios, es momento de que los padres reevalúen adónde va su dinero”.

La realidad pegó de cerca en el año 2011, cuando el hijo de Masha llegó a casa de la escuela hebrea en la sinagoga y comentó que habían visto una película anti-Israel. Masha vio la película Promises, promovida por PBS. “Si no sabes nada sobre Israel, saldrás de esa película pensando que los soldados israelíes disparan a los palestinos por deporte y que los judíos son lo más aterrador en todo el país”.

Con esto, Masha concluyó que el problema comienza una etapa antes de la vida en el campus universitario: en la escuela secundaria. Ella descubrió que en las escuelas secundarias, los estudiantes pro-Israel a menudo son acosados por otros estudiantes, reciben calificaciones más bajas y son intimidados para que no ejerciten su libertad de expresión.

“El director de una escuela judía de San Francisco sostenía con firmeza que los judíos de los Estados Unidos no necesitan a Israel y dijo: 'Si tenemos que reescribir nuestros libros sagrados, que así sea'. Este año tuvimos incidentes en graduaciones de secundaria en donde el graduado condecorado con las mejores calificaciones comenzó a gritar '¡Liberen a palestina!'. Esta es la clase de adoctrinamiento que reciben los adolescentes”.

Adolescentes participando en un programa de Club Z

A pesar de que varias organizaciones judías proveen a los alumnos de secundaria programas proisraelíes, Masha denuncia la aparente escasez de líderes pro-Israel. “Es genial que haya unas cuantas reuniones o una conferencia anual… ¿pero luego qué? La comunidad judía de los Estados Unidos invierte cientos de millones de dólares anuales en la educación de los adolescentes, enviándolos a los mejores campamentos de verano y programas judíos. Sin embargo, muy pocos de esos estudiantes opinan o asumen roles de liderazgo en el gobierno estudiantil. Nadie se dirige a este público crítico".

La situación en verdad extrema. Una encuesta de judíos estadounidenses menores de 40 años mostró que el 33% cree que Israel comete genocidio en contra de los palestinos y el 38% considera a Israel como un estado apartheid (con otro 15% que se manifiesta “inseguro”).

Masha se siente alarmada por el bombardeo de contenido anti-Israel en las redes sociales. “La modelo Bella Hadid, una abierta crítica de Israel cuyo padre es palestino, tiene 44 millones de seguidores en Instagram. ¡Eso es el triple del número de judíos que hay en el mundo! Si esto se reduce a un juego de números, nunca vamos a ganar”.

Un movimiento en expansión

En el 2015, con confianza y claridad en su misión –“proveer a los adolescentes un espacio seguro para explorar, interactuar y desarrollar una genuina identidad pro-Israel”– Masha entró en acción. Ella proveyó un currículo de estudio que aborda la identidad judía e Israel y el centro comunitario judío de Palo Alto accedió a proveer el espacio. Masha organizó conferencistas y actividades, su hijo invitó a algunos amigos de octavo grado y los niños regresaron semana tras semana.

“La fórmula funcionó. Mientras más aprendían estos adolescentes sobre Israel, más se relacionaban con ella como algo especial y genial”.

Hoy, Club Z opera a tiempo completo en cinco ciudades de los Estados Unidos, con un calendario que incluye sesiones de estudio semanales, paseos, una conferencia anual y un viaje anual a Israel. “Es una red de apoyo. Un lugar seguro donde los adolescentes pueden decir con valentía: 'Soy sionista', sin miedo de ser acosados, intimidados o despertar violencia".

La clave del éxito del Club Z es una educación continua y profunda. “Las personas piensan que puedes asistir a un taller de tres horas y salir con toda la confianza e información necesaria. Ninguna curita detendrá la hemorragia. Desarrollar una identidad toma tiempo, esfuerzo, respeto y discusión. Nosotros alentamos a los estudiantes a entender y articular ambos lados de una discusión y a realizar su propia investigación. Queremos que tengan un conocimiento profundo, no sólo algunos puntos de conversación. Por ejemplo, en nuestra conferencia nacional anual, no sólo invitamos a los oradores a dar una conferencia y partir. Ellos vienen y pasan con nosotros todo el fin de semana, para que los niños puedan plantear cómodamente sus preguntas e interactuar con ellos”.

Masha cuenta sobre un miembro de Club Z que se encontró con un viejo amigo, un devoto progresista, y comenzaron a ponerse al día sobre sus caminos profesionales. “Yo trabajo con una organización por los derechos indígenas, que lucha por la justicia social y racial”, le explicó el miembro de Club Z. “Organizamos programas educativos para la juventud tribal, enseñándoles sobre su historia, su herencia y su conexión con su tierra ancestral. Fortalecemos a estos jóvenes para que lideren el movimiento de liberación”.

“¡Eso es increíble! ¿Cuál es el nombre de esa tribu?”, le preguntó el amigo.

“La tribu de Judá”, respondió el miembro de Club Z. “¡Ja! ¡Nunca lo había pensado de esa manera!”. Le respondió su amigo.

Prevenir la fobia al sionismo

Masha sostiene que el activismo pro-Israel tiene menos que ver con la actual “defensa” de Israel y más el impacto positivo sobre los activistas. “Israel es un país soberano, a miles de kilómetros de distancia, con un ejército poderoso que puede defenderse. El hecho de que el sentimiento anti-Israel ocurra en las escuelas no es algo que amenace o preocupe a la mayoría de los israelíes. La defensa a Israel tiene más relación con llegar al propio espacio de identidad. Es un privilegio y un honor participar en la historia de tu pueblo”.

El Club Z provee a los estudiantes en camino a la universidad con los hechos, las habilidades y la confianza para hablar proactivamente. Masha cuenta sobre un miembro de Club Z que fue a la universidad y colgó una bandera de Israel sobre su cama. Su compañera de cuarto, una joven asiática, la desafió: “¿Por qué apoyas a Israel? ¡Es un lugar espantoso! ¡Los soldados israelíes asesinan bebés!” La estudiante judía abrió su laptop y le dijo: “Pregúntame lo que quieras sobre Israel”. Se sentaron juntas durante horas, y la estudiante judía desacreditó, punto por punto, las ideas equivocadas de su compañera de cuarto.

Masha enfatiza la importancia de utilizar el lenguaje correcto. “En vez de decir que los judíos fuimos 'exiliados de nuestra tierra', debemos decir que fuimos sometidos a una 'limpieza étnica a manos de colonizadores imperialistas'. Este es el lenguaje que la gente entiende hoy en día”.

El Club Z no evita la confrontación. Cuando la Universidad Estatal de San Francisco invitó a la terrorista palestina Leila Khaled (involucrada en los asesinatos de la olimpiada de 1972) a realizar un webinar por Zoom, Club Z encabezó una campaña para lograr cancelar la charla. “Los terroristas no tienen los derechos de la Primera Enmienda”, recordaron los adolescentes del Club Z a aquellos a cargo. “Khaled no tiene permitido pisar suelo estadounidense. ¿Por qué entonces darle la oportunidad de hablar en una plataforma virtual?”

Pensar en el futuro

Mirando hacia el futuro, Club Z está listo para expandirse. “Realizamos programas piloto para evaluar si una ciudad tiene suficiente apoyo comunitario”, explica Masha. “La clave es reunir un pequeño grupo de padres dedicados, quienes se convierten en embajadores y asisten a los programas. De esta forma, no sólo influimos sobre los adolescentes, sino sobre familias completas”.

Masha también afirma que es crucial encontrar educadores locales que tengan el trasfondo y la credibilidad necesaria, y que puedan conectarse con los adolescentes. Club Z abrió una sede en Charlotte, Carolina del Norte, en donde se conectaron con Rav Janoj Oppenheimer, del Centro de Torá de Charlotte, quien estudió y enseñó en Aish Jerusalem. “Rav Oppenheimer es un rabino especial que puede relacionarse con adolescentes y no sermonear”, dice Masha. “Todos se vuelven locos por él y me emociona ser socios del Centro de Torá con nuestros programas”.

En esta época, es fácil establecer la conexión entre Israel y el destino judío. “La guerra del 2021 con Hamás gatilló una ola de violentos sentimientos anti-Israel y antisemitas por todo Estados Unidos. La intensidad del odio fue desmoralizante para los judíos de Estados Unidos. Eso permitió que muchos  jóvenes entendieran que ya no pueden seguir callados. En especial los niños de hogares progresistas ahora se están dando cuenta quiénes son realmente sus amigos.

“Sólo veremos un cambio genuino cuando los judíos tomen una postura como judíos. El genio antisemita salió de la lámpara. Necesitamos una generación de judíos orgullosos que no tengan miedo de defender lo que son”.

Haz clic aquí para comentar sobre este artículo
guest
0 Comments
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
EXPLORA
ESTUDIA
MÁS
Explora
Estudia
Más
Contacto
Lenguajes
Menu
Donar
Únete a nuestro newsletter
Redes sociales
.