¿Acaso los judíos debemos celebrar la caída de Haniyeh y de otros terroristas?

01/08/2024

4 min de lectura

¿Es apropiado alegrarse por la muerte de nuestros enemigos?

Esta semana, muchos judíos celebraron abiertamente las noticias de la muerte de dos grandes terroristas: el comandante de Hezbolá, Fuad Shukur en Beirut, y el líder político de Hamás, Ismail Haniyeh en Teherán. Ambos llevaban décadas involucrados en actos de terrorismo derramando sangre de víctimas inocentes, como por ejemplo el asesinato de más de 200 soldados norteamericanos en 1983, la barbárica masacre del 7 de octubre en el sur de Israel, donde fueron asesinadas 1.200 personas y más de 240 fueron secuestradas, y más recientemente la masacre de 12 niños drusos israelíes en Majdal Shams.

Pero algunos judíos se opusieron y dijeron que no debemos celebrar, argumentando que no es correcto que los judíos celebremos la muerte de otras personas, incluso cuando se trata de malas personas o de nuestros enemigos.

Esto me retrotrajo a mayo del 2011, cuando el presidente Obama anunció al mundo que habían matado a Osama bin Laden. En ese entonces yo vivía en el área de Washington D.C. y de forma espontánea, cientos de estadounidenses inundaron las calles frente a la Casa Blanca coreando jubilosamente: "¡¡¡U-S-A, U-S-A!!". Yo escribí sobre mi alegría y de inmediato recibí comentarios negativos. Una persona judía citó un Midrash de la Torá que dice que cuando el mar ahogó a los egipcios que perseguían a los judíos, Dios hizo callar a los ángeles y les dijo que no festejaran su muerte, que eso no era algo que debiera celebrarse.

De hecho, cuando el mar se partió milagrosamente, el lecho marino se secó y el pueblo judío cruzó sano y salvo hasta la otra orilla. Entonces se dieron vuelta para contemplar la muerte de su enemigo; ver cómo el lecho marino, ahora fangoso, envolvía a los caballos y las ruedas de los carros egipcios.

La Torá describe cómo el pueblo judío comenzó a entonar una canción llamada "El cántico del mar". Miriam, con instrumentos musicales, llevó a un lado a las mujeres judías y bailaron y cantaron. El Talmud enseña que también los ángeles en el cielo prorrumpieron en cánticos. Pero Dios los reprendió diciéndoles: "¿Cómo pueden cantar cuando se hunde la obra de Mis manos?" (Talmud Sanedrín 39b).

Aquí surgen varias preguntas. ¿Por qué Dios les dijo a los ángeles que no celebraran pero sin embargo permitió que los judíos cantaran? ¡Él mismo estaba ahogando a la obra de Sus manos!

Lo que Dios les estaba diciendo a los ángeles era que para Él no era un día feliz. Él no creó a los egipcios para que fueran malvados, pero ellos eligieron el mal, y ahora el mal debía ser eliminado. Sin embargo, el pueblo judío había sufrido bajo la mano de los egipcios. Ellos no sólo tenían derecho a celebrarlo, sino que debían celebrarlo.

El Shabat previo a Purim se lee la parashat Zajor, la porción de la Torá en donde 'recordamos'. ¿Qué es lo que recordamos cada año? Recordamos a Amalek, el archienemigo del pueblo judío que atacó a los israelitas en el desierto, y cuyos descendientes se levantan en cada generación y tratan de destruirnos. Recordar a Amalek es una de las 613 mitzvot de la Torá. Sí, Dios nos ordenó recordar el mal. Pero, ¿por qué íbamos a olvidarlo?

Porque hay una parte nuestra que desea racionalizar el mal y no aceptar que de hecho existe. Damos razones políticas o explicaciones económicas.

En la vida debemos saber qué es bueno y qué es malo, y debemos celebrar cuando el mal es destruido.

La Torá nos dice que el mal sí existe, que no debemos cerrar los ojos ante él, y que debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para erradicarlo del mundo.

En cada generación

En el Séder de Pésaj cantamos Vehí sheamda.

"Porque no uno sólo se ha levantado en nuestra contra para destruirnos, sino que en cada generación se levantan en nuestra contra para destruirnos, y el Santo, Bendito sea, nos salva de sus manos".

El Sr. Israel Itzjak Cohen, de bendita memoria, era un sobreviviente de Auschwitz y Dachau. Él nos contó historias espantosas y dramáticas de lo que vivió. Él compartió con nosotros que cuando los nazis los torturaban en los campos de exterminio, les apuntaban con sus armas y les gritaban: "Canten judíos, canten". Y ellos cantaban Vehí sheamda.

Cuando los nazis abandonaron el campo, matando a todos los judíos que podían encontrar en su camino, el Sr. Cohen, que era apenas un esqueleto, se acostó entre los cadáveres y fingió estar muerto. Cuando los nazis se habían ido, él y un amigo entraron a la cocina, encontraron un poco de agua y harina y comenzaron a hornear algo que pudieran comer. Cuando estaban sentados en el suelo esperando para sacar del fuego la matzá, entraron a la habitación soldados norteamericanos. Fueron liberados en Pésaj Shení, 29 días después de la noche del Séder.

El Sr. Cohen reconocía el mal cuando lo veía y nunca lo olvidó.

En la ceremonia de Havdalá que marca el fin de Shabat, celebramos nuestra capacidad de distinguir entre la luz y la oscuridad. En la vida, debemos saber qué es bueno y qué es malo. Sí, se nos ordenó recordar que existe el mal en el mundo, y debemos celebrar cuando es destruido.

Tal como escribió el Rey Shlomó en el Libro de Kohelet: "Todo tiene su tiempo... hay tiempo para llorar, y tiempo para reír; tiempo para lamentar, y tiempo para bailar... tiempo para amar, y tiempo para aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz" (Kohelet 3:1-8).

El Libro de Kohelet se lee justamente en las sinagogas durante el Shabat de jol hamoed (los días intermedios) de la semana de Sucot. En el año 2023, ese día cayó el 7 de octubre.

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Daniel
Daniel
6 meses hace

Hashem sabe lo que hizo, lo que hace y lo que hará. Nuestra única seguridad reside en su jesed para con su pueblo. Am Israel jai!!!

Jose Groisman
Jose Groisman
6 meses hace

Confieso que no entiendo el artículo. La autora enfatiza que es una obligación recordar el mal. Pero recordar no es lo mismo que celebrar la muerte del malvado.

Diana Wolanski
Diana Wolanski
6 meses hace

Sabias palabras ,muy buena reflexión Dios es bueno y su fidelidad y justicia es su carácter
Amar a Diós con todas mis fuerzas con todo mi corazón y con toda mi mente
Es el primer mandamiento

Vicky credi
Vicky credi
6 meses hace

Hermoso artículo! Pero el 7 de octubre no era ya jol hamoed, era simjat tora!

Mauricio Klein
Mauricio Klein
6 meses hace

Estoy de acuerdo en festejar la inahabilitación de esas bestias que tanto mal han hecho al pueblo de Israel y a los judios en general, yo no los hubiese eliminado, les hubiese hecho soportar lo que han hecho.
Un condenado a la pena capital después de la ejecución no sufre, pasa a ser un simple desehecho.
Un preso de por vida con castigo físico y mental es mucho mas severo que la ejecución, esas bestias se merecían sufrir como sufrieron los judios en los campos de concentración, hambre, sed, trabajo forjado y pensar que en cualquier momento los matan, eso sería la tortura que se merecían y no que en el término de una fracción de segundo dejar de sufrir y pasan a ser un objeto destinado a la putrefacción.

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