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Si un hombre tiene un hijo descarriado y rebelde, que no escucha la voz de su padre ni la voz de su madre… es glotón y bebedor (Deuteronomio 21:18-20)
El Talmud dice que la pena capital del hijo rebelde nunca se impuso y técnicamente es imposible. Entonces, ¿por qué lo menciona la Torá? Para que seamos recompensados por estudiarlo (Sanedrín 71a).
¿Acaso es lógico tener una ley judía que es técnicamente imposible y que sólo existe para estudiarla de forma teórica? ¿Y cuál es la recompensa específica para esto?
Rav Eliá Lopian se refiere al tema y lo presenta con una pregunta. El Talmud dice que el hijo rebelde es un joven que roba para satisfacer su glotonería y su deseo de beber alcohol. El duro castigo decretado por la Torá no es por el crimen del robo, sino porque su comportamiento sin dudas progresará hasta llegar al punto de asesinar para satisfacer sus deseos.
Rav Lopian dice que la Torá relata que cuando Dios le dio agua a Ishmael para evitar que muriera de sed en el árido desierto, los ángeles protestaron: "¿Por qué lo salvas? ¡Sus descendientes matarán judíos!" (trágicamente, esto lo sabemos). Dios les respondió: "Yo no juzgo a las personas por lo que puede llegar a pasar en el futuro".
¿Por qué entonces el hijo rebelde es castigado por lo que va a hacer en el futuro?
Rav Lopian responde que cada persona tiene libre albedrío respecto a su comportamiento ético y moral. Incluso un terrible pecador puede hacer teshuvá, arrepentirse. Sin embargo, un joven que roba para comer y beber ha perdido su libertad de elección. Sus deseos han desbordado su libre albedrío y es capaz de eliminar cualquier cosa que se interponga en su camino para satisfacer sus deseos.
Todo el que está familiarizado con el tema de la adicción reconoce el fenómeno descripto por Rav Lopian. Un adicto en esencia pierde su libre albedrío y se convierte en esclavo de su adicción. Muchas veces oí a adictos recuperados decir: "Cuando necesitaba drogas, hice cosas que nunca pensé que sería capaz de hacer".
Cualquier adicción puede esclavizar a la persona, ya sea alcohol, drogas, cigarrillos o comida. Por lo tanto, es extremadamente importante tener suma precaución para no desarrollar hábitos que pueden ser destructivos.
Esto es algo especialmente importante que deben saber los padres. No es poco habitual que los padres piensen que el hecho de que sus hijos acudan con frecuencia al alcohol es una fase que van a superar. Es mucho más probable que la condición progrese y llegue a proporciones más serias.
Cuando los padres comprenden que un hijo consume drogas o alcohol en exceso, es un error pensar que será eficaz pedirle u ordenarle dejar de hacerlo. Es posible que ya haya perdido su libre albedrío. Los padres deben consultar con alguien con competencia demostrada en adicciones y seguir sus consejos.
Entender el curso implacable de la adicción es una recompensa que obtenemos al estudiar esta porción de la Torá.
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