Adquiriendo un amigo

3 min de lectura

Shminí (Levítico 9-11 )

Perspectivas de la Torá prácticas para la vida.

La parashá de esta semana comienza con las alegres celebraciones de la Inauguración del Mishkán (Tabernáculo). Sin embargo, esta jubilosa ocasión se transforma en un tiempo de duelo por las repentinas muertes de los dos hijos mayores de Aharón, Nadav y Avihú. “Los hijos de Aharón, Nadav y Avihú, tomaron sus sartenes y pusieron fuego en ellas, y ubicaron incienso sobre ella, y trajeron ante el Señor un fuego extraño, que Él no les había ordenado” (1).

Las fuentes rabínicas ofrecen muchas explicaciones sobre el error exacto que cometieron de estos dos grandiosos hombres, el cual les hizo recibir un castigo tan estricto. Torat Kohanim (2) escribe: “…Nadav y Avihú no se aconsejaron con Moshé… y cada uno fue por su propia cuenta sin aconsejarse uno con otro”. Este Midrash nos enseña que Nadav y Avihú no ofrecieron el incienso juntos, sino que cada uno tuvo la misma idea y fue solo a ofrecerlo en el Mishkán. Son criticados porque no se aconsejaron con Moshé, su maestro, antes de realizar un acto tan atrevido, y porque no se consultaron entre sí.

Rav Berel Soloveitchik dice que este Midrash es muy difícil de entender: obviamente, deberían haber consultado a Moshé porque les hubiera aconsejado no ofrendar el incienso; ahora, ¿por qué se los critica por no haberse consultado mutuamente? Evidentemente, ambos creían en la rectitud de su plan, ¿qué hubieran ganado consultándose uno con otro? ¡Seguramente se habrían reafirmado mutuamente diciendo que el plan era bueno!

Rav Soloveitchik responde que esta historia nos enseña un principio fundamental en la naturaleza humana: puede que una persona quiera cometer un cierto pecado, pero, de todos modos, vea que esa acción es equivocada cuando quien está a punto de hacerla es su amigo. La razón de esto que toda persona está fuertemente influenciada por su iétzer hará (inclinación negativa), que le impide tomar las decisiones con objetividad. El iétzer hará nubla su razonamiento y le hace creer que realizar ciertas acciones prohibidas es aceptable. Sin embargo, cuando esta misma persona ve a otra a punto de hacer lo mismo, puede tener una visión mucho más objetiva de las acciones. La causa es que, al analizar las acciones de otra persona, la visión propia no está nublada por un deseo de autogratificación y puede estimar con mayor precisión la validez de esos planes. En consecuencia, si Nadav hubiese consultado a Avihú sobre su plan (o viceversa), muy probablemente Avihú habría visto el error en el razonamiento de su hermano, a pesar de que él mismo planeaba realizar exactamente la misma acción. Esta es la razón por la que son criticados por no consultarse el uno al otro, a pesar de que ambos planeaban cometer el mismo pecado (3).

Rabeinu Yona aprende este principio a partir de las enseñanzas de Pirkei Avot: “…adquiere para ti un amigo” (4). Escribe que uno de los beneficios de tener un amigo es que puede ayudarte a cumplir las mitzvot. “Incluso cuando un amigo no es más recto que uno y, en ocasiones, hasta actúa inapropiadamente, de todos modos, él no quiere que su amigo haga lo mismo, porque no obtiene beneficio de ello” (5). Después Rabeinu Yona trae una prueba para demostrar esta idea, con el famoso principio ‘una persona no peca si no obtiene un beneficio propio’. Esto significa que una persona generalmente observante peca porque está cegada por algún deseo de placer. Sin embargo, respecto a otra persona, asumimos que no está cegada de la misma manera y, por lo tanto, no sospechamos que peque en beneficio de ella. Esta idea es aplicada en muchos lugares de la Guemará (6).

De esta forma, Rabeinu Yona nos enseña la importancia de adquirir (al menos) un amigo que actúe como un observador objetivo de nuestras acciones, y de paso nos enseña también que este amigo no necesariamente debe estar en un nivel superior al propio.

Aprendemos de estas ideas una lección de vida muy importante: una persona no debe basarse exclusivamente en su propio juicio, porque la subjetividad natural le imposibilita ser absolutamente objetiva al tomar decisiones, haciéndole racionalizar la validez de cometer ciertos pecados. En cambio, debe advertir la necesidad de encontrar un amigo que esté dispuesto a ofrecer consejos, e incluso críticas cuando sea necesario, si ve que su amigo está cegado por sus deseos.

Que todos ameritemos adquirir verdaderos amigos que puedan ayudarnos a encontrar el verdadero camino en nuestro crecimiento espiritual.


Notas:

(1) Sheminí, 10:1-2.

(2) Torat Kohanim, 1:32. Torat Kohanim es una obra de midrashim escrita específicamente sobre el libro de Vaikrá.

(3) Citado por Talelei Orot, Parashá Sheminí pp. 165-66.

(4) Avot, 1:6.

(5) Rabeinu Yona, Avot, 1:6.

(6) Baba Metziá, 5b, Kidushín, 63b, Shevuot, 42b, Arajín, 23a.

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