
6 min de lectura
Si preguntáramos cuál es la palabra clave que representa a la sociedad que los judíos debían crear en la Tierra Prometida, vendrían a mente varios conceptos: justicia, compasión reverencia, respeto, santidad, responsabilidad, dignidad, lealtad. Pero sorprendentemente, hay otra palabra que aparece de forma central en los discursos de Moshé en Deuteronomio. Es una palabra que aparece sólo una vez en cada uno de los otros libros de la Torá: Génesis, Éxodo, Levítico y Números.(1) Sin embargo, aparece doce veces en Deuteronomio, siete de ellas en la parashá Reé. Esta palabra es simjá, alegría.
Es una palabra inesperada. La historia de los israelitas hasta este momento no había sido demasiado alegre. Estuvo marcada por un lado por el sufrimiento y por otro lado por la rebelión y el disenso. Sin embargo, Moshé deja muy claro que la alegría es de lo que se trata la vida en la Tierra Prometida. Aquí están las siete instancias en que encontramos esta palabra en esta parashá, y sus contextos:
¿Por qué Moshé enfatiza la alegría específicamente en el libro de Deuteronomio? Quizás porque es aquí, en los discursos que Moshé pronunció en su último mes de vida, cuando llegó a las alturas de visión profética que nunca nadie alcanzó antes ni después. Es como si al estar en la cima de la montaña, pudiera ver desplegarse ante sus ojos todo el curso de la historia judía, y desde esa altura vertiginosa transmitiera un mensaje al pueblo reunido a su alrededor: la siguiente generación, los hijos de aquellos a quienes sacó de Egipto, el pueblo que cruzaría el Jordán que él no cruzaría y que entraría a la tierra que él sólo podía ver de lejos.
Lo que Moshé les dice es inesperado, contrario a la intuición. En efecto, les dice: "Ustedes saben lo que sufrieron sus padres. Escucharon que fueron esclavos en Egipto. Experimentaron lo que es vagar por el desierto sin hogar, sin refugio ni seguridad. Puede que piensen que estas fueron las mayores pruebas, pero se equivocan. Están a punto de enfrentarse a una prueba más dura. La verdadera prueba es la seguridad y la satisfacción".
Aunque suene absurdo, ha sido la realidad a lo largo de la historia judía. En los muchos siglos de dispersión y persecución, desde la destrucción del Segundo Templo hasta el siglo XIX, nadie planteó dudas respecto a la continuidad judía. Nadie se preguntó: "¿Tendremos nietos judíos?" Sólo desde que los judíos lograron la libertad y la igualdad en la Diáspora, y la independencia y la soberanía en el Estado de Israel comenzamos a formularnos esta pregunta. Cuando los judíos tenían poco que agradecer a Dios, le daban las gracias, rezaban e iban a la sinagoga y a la casa de estudio para escuchar y seguir Su palabra. Cuando tenían que agradecerle todo, muchos dieron la espalda a la sinagoga y a la casa de estudios.
Moshé dio expresión profética a la gran paradoja de la fe: es fácil hablar con Dios llorando. Es difícil servir a Dios con alegría. Esta es la advertencia que dio al pueblo cuando se acercaban a su destino: la Tierra Prometida. Una vez allí, correrían peligro de olvidar que la tierra les pertenecía sólo por la promesa que había hecho Dios, y sólo mientras recordaran su promesa a Dios.
Simjá suele traducirse como alegría, regocijo, gozo, felicidad, placer o deleite. De hecho, simjá tiene un matiz que no puede traducirse al español. La alegría, la felicidad, el placer, etc., son estados de ánimo, emociones. Pertenecen al individuo. Sólo podemos sentirlo nosotros. En contraste, la simjá no es una emoción privada Se trata de una felicidad compartida. Es un estado social, un predicado al "nosotros", no al "yo". No existe el sentimiento de simjá en soledad.
Moshé insistió en esto una y otra vez. Cuando estén alegres, dijo una y otra vez, deben ser "tú, tu hijo y tu hija, tu siervo y tu sierva, el leví, el prosélito, el huérfano y la viuda de sus ciudades". Un tema clave de parashat Reé es la idea de un Santuario central "en el lugar que Hashem tu Dios elija". Como sabemos por la historia judía posterior, durante el reinado del rey David, este lugar era Jerusalem, donde Salomón, el hijo de David, construyó finalmente el Templo.
Lo que Moshé articuló por primera vez es la idea de la simjá como una alegría comunitaria, social y nacional. La nación debía unirse no sólo por las crisis, las catástrofes o la guerra inminente, sino por la celebración colectiva de la presencia Divina. La celebración misma debía ser profundamente moral. Este no era sólo un acto religioso de agradecimiento, sino también una forma de inclusión social. Nadie debía quedar afuera, ni el forastero, ni el siervo, ni los que estaban solos (el huérfano y la viuda). En un destacado pasaje de Mishné Torá, Maimónides deja esto claro con los términos más enérgicos posible:
Y mientras que uno come y bebe para sí mismo, es su deber alimentar al forastero, al huérfano, a la viuda y a otras personas pobres y desafortunadas, porque quien cierra las puertas de su patio y come y bebe con su esposa y su familia, sin dar nada de comer y beber al pobre y al alma amargada, su comida no implica un regocijo en el mandamiento Divino, sino un regocijo de su propio estómago. Sobre estas personas dicen las Escrituras: "Sus sacrificios serán para ellos como pan de duelo, todos los que coman de ellos serán contaminados porque su pan es una desgracia para su propio apetito" (Oseas 9:4) Esta clase de regocijo es una desgracia para quienes lo practican, como dicen las Escrituras: "Y esparciré estiércol sobre sus rostros, incluso el estiércol de sus sacrificios" (Malaquías 2:3).(2)
Las palabras de Moshé siguen siendo válidas hoy en día. Occidente es más próspero y rico que cualquier sociedad en el pasado. Nuestra expectativa de vida es mayor, nuestro nivel de vida más elevado, y nuestras opciones más amplias que nunca desde que el Homo Sapiens caminó por la tierra. Sin embargo, las sociedades occidentales no son mucho más felices. Los índices más reveladores de infelicidad (el abuso de drogas y alcohol, enfermedades depresivas, síndromes relacionados con el estrés, trastornos alimentarios, etc.) han aumentado entre un 300% y un 1.000% en el transcurso de dos generaciones. ¿Por qué?
En el año 1968 me encontré por primera vez con el Rebe de Lubavitch, Rav Menajem Mendel Schneersohn, de bendita memoria. Mientras estaba allí, los jasidim me contaron la siguiente historia. Un hombre había escrito al Rebe más o menos en estos términos: "Estoy deprimido. Me siento solo. Siento que la vida no tiene sentido. Intento rezar, pero no me salen las palabras. Cumplo mitzvot pero no encuentro paz mental. Necesito la ayuda del Rebe". El Rebe le envió una respuesta brillante sin usar ni una sola palabra. Simplemente marcó con un círculo los verbos de cada frase y devolvió la carta. Todo era "yo".
El consumidor contemporáneo se construye en primera persona del singular: quiero, necesito, debo tener. Hay muchas cosas que podemos conseguir en la primera persona del singular, pero hay algo que no podemos alcanzar: simjá. Porque simjá es la alegría que compartimos, la alegría que sólo tenemos porque la compartimos. Eso fue lo que, antes de que entraran a la Tierra, Moshé les dijo a los israelitas que sería su mayor desafío. El sufrimiento, la persecución, un enemigo común unen al pueblo y lo convierten en una nación. Pero la libertad, la riqueza y la seguridad convierten a una nación en un conjunto de individuos, cada uno persiguiendo su propia felicidad, a menudo indiferentes de la suerte de los que tienen menos, de los que están solos, los marginados y los excluidos. Cuando eso ocurre, las sociedades comienzan a desintegrarse. En el punto álgido de su buena fortuna, comienza el largo y lento proceso de decadencia.
Moshé dijo que la única forma de evitarlo es compartir tu felicidad con los demás, y en medio de esa celebración colectiva y nacional, servir a Dios.(3) Las bendiciones no se miden por cuánto poseemos, ganamos o gastamos sino por cuánto compartimos. La simjá es la marca de una sociedad sagrada. Es un lugar de alegría colectiva.
Shabat Shalom
NOTAS
Nuestro newsletter está repleto de ideas interesantes y relevantes sobre historia judía, recetas judías, filosofía, actualidad, festividades y más.