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Hay una Ester, un Hamán y un Mordejai en cada uno de nosotros.
Al escarbar en los personajes principales de la historia de Purim, podemos descubrir algunos atributos ocultos que están incrustados en nuestra psiquis hasta hoy en día, proyectando influencia positiva y negativa sobre nuestras acciones.
Hamán, el malvado antagonista de la historia de Purim, estaba lleno de riqueza y poder. Él experimentaba la felicidad material al máximo y usaba su dinero para comprar su ascenso a los rangos más altos del palacio del rey Ajashverosh. Hamán era el segundo al mando y estaba a cargo de los sirvientes reales. Pero a pesar de todo eso él no estaba satisfecho con su vida, como dice en el Libro de Ester: “Sin embargo, todo esto no significa nada para mí si veo a Mordejai el judío sentado junto a la puerta del rey, rehusándose a arrodillarse ante mí”. “No significa nada…” esta es la voz de la ingratitud, del descontento con la vida; la voz de quien se ahoga en una piscina de derechos autoadquiridos con una falta de apreciación por los regalos de la vida.
El Hamán que hay en nuestro interior sale cuando estamos descontentos con lo que nos proporciona la vida y buscamos satisfacer nuestros deseos sin límites.
El Hamán que hay en nuestro interior sale cuando estamos descontentos con lo que nos proporciona la vida y buscamos satisfacer nuestros deseos sin límites. Sentimos el tono de descontento con la vida de Hamán al comienzo de la Torá, cuando Dios le pregunta a Adam después de que éste comiera del Árbol de la Sabiduría: “¿Hamín haetz hazé (de este árbol tú comiste)?”. A través de esta pregunta, Dios está inquiriendo indirectamente a Adam si Hamán estaba detrás de su desafiante conducta; y efectivamente lo estaba.
Adam tenía a su disposición todos los árboles del jardín, pero sin embargo comió del único árbol que estaba prohibido para él. ¿Por qué? La voz de Hamán hizo que deseara y que se enfocara en aquello que no tenía en lugar de enfocarse en lo que sí tenía. La voz de Hamán nos susurra: “Esto no es suficiente, hay tanto más ahí afuera”. ¿Cómo nos deshacemos de nuestro Hamán? ¡Invítalo a cenar y luego cuélgalo! En otras palabras, conoce a tu Hamán, reconoce sus tácticas, prepárate para la batalla y luego véncelo en su propio territorio.
Ester hizo exactamente eso. Se sumergió en rezos contemplativos y ordenó al pueblo que invocaran misericordia Divina. El nombre Ester deriva de la palabra hester (ocultamiento). Todos tenemos en nuestro interior la habilidad escondida de ir en contra de las tentaciones que se nos presentan y de luchar contra ellas. Sin embargo, cuando ese lado nuestro se adormece, puede venir un Hamán y estremecernos. Entonces debemos intentar despertar nuestra fuerza oculta y mostrarnos a nosotros mismos que sí podemos rehusarnos a arrodillarnos ante los ídolos de Hamán. Hay una Ester en el fondo de cada uno de nosotros que puede combatir a Hamán cuando realmente se lo propone.
En mérito del autosacrificio de Ester por su pueblo, ella mereció ser aceptada en la recámara del rey sin invitación previa. Ajashverosh solamente observó a Ester y quedó fascinado con su increíble aura espiritual. Ella brillaba por el inmenso amor y preocupación que sentía por el pueblo judío. Este es el poder del amor incondicional y altruista; tiene el poder de vestirnos espiritualmente con atuendos de realeza y de transformarnos en personas apreciadas por todos.
Mordejai es la personalidad inspiradora detrás de Ester. Mordejai encarnaba la imagen de un judío simple y humilde que tan sólo quería seguir los mandatos de Dios. Él era optimista y creía que aunque la situación parecía sombría, todo podía cambiar. Mordejai nunca perdió la esperanza.
En el Libro de Ester está escrito que Mordejai lloraba mientras caminaba por las calles de Shushán. Su grito emanaba de un lugar de bondad, de aquella chispa divina de benevolente preocupación por el otro. Un clamor por el dolor y sufrimiento de otra persona que se origina en lo más profundo; el querer impartir bondad al mundo. Cuando accedemos a esta parte nos convertimos en seres divinos e impartimos luz divina a nosotros y a aquellos que nos rodean. Esto se encuentra en el corazón de un líder genuinamente virtuoso; el deseo de compartir bondad y ver que las necesidades de los demás son satisfechas.
Purim trae consigo la profunda oportunidad de quitarnos nuestras máscaras y de revelar nuestro ‘verdadero yo’ a nosotros mismos. Dentro de nosotros tenemos el grandioso poder de voltear lo que parecería ser un final sin esperanza y transformarlo en un resultado milagroso. Heredamos nuestra habilidad de luchar de líderes como Mordejai y Ester.
Hamán es una distracción que busca llamar nuestra atención para que saquemos a relucir nuestro coraje y le hagamos frente. Conozcamos a nuestra Ester y a nuestro Mordejai internos y sigamos sus pasos. Al hacerlo, los Hamanes caerán a un lado y serán colgados en sus propias horcas.
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