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Cambia tu ambiente para evitar aquellas cosas que te hacen tropezar y caer en comportamientos indeseados.
Todos tenemos algunas malas cualidades y algunos malos hábitos. Cuando consideramos hacer teshuvá, arrepentirnos por ellos, podemos llegar a pensar de la siguiente manera: "Realmente no tengo control. ¿Cómo puedo haber hecho esas cosas tan espantosas? ¡Debo ser más fuerte! ¿Cómo puedo incrementar mi autocontrol para lograr superar esas tentaciones, esas tensiones, etc.?".
Esta clase de pensamientos pueden ser útiles. Pero no es el único enfoque que ayuda. Otra forma de enfrentar el tema es: "¿Cuándo actúo mal? ¿Qué había en el ambiente en ese momento? ¿Qué más me pasó ese día? ¿Bajo qué circunstancias específicas actué mal? ¿Qué puedo hacer para cambiar esas circunstancias?". La técnica de cambiar las circunstancias en las cuales por lo general fallo, es lo que yo denomino "teshuvá estratégica".
Las cualidades negativas y los malos hábitos por lo general tienen "detonantes". Por ejemplo, ciertas personas provocan en ti una respuesta agresiva, enojada. Otras personas no provocan ese problema. O el "detonante" puede ser alguna actividad específica, como manejar cuando hay mucho tráfico, cuidar hermanos que pelean, esperar en la terminal del autobús, completar formularios gubernamentales, etc.
Lo mismo ocurre con otras tentaciones. La pereza ocure naturalmente cuando uno está rodeado por juegos computarizados, mala literatura, playas bellas y, lo más importante, otras personas perezosas. (Un joven me contó una vez que le tomó seis años obtener su diploma porque ciertos cursos interferían con su cronograma de playa). Los placeres ilícitos son más atractivos cuando están disponibles y cuando otros vecinos son indulgentes.
Nuestra primera responsabilidad es respecto a nuestros actos. Cuando tienen lugar los "detonantes" de los malos hábitos o de las malas cualidades, es extremadamente difícil evitar que esos hábitos o cualidades entren en acción. Una solución es tratar de evitar los detonantes. Cambiar de ambiente. Si puedes, cambiarte de casa. Si no puedes, pasar tanto tiempo como puedas en otro medio que te provea un respiro de la tentación. (El medio positivo más efectivo es hacer mitzvot con otras personas: estudiar en un Beit Midrash, en una sala de estudio, visitar enfermos en un hospital, planear con otros un proyecto de jésed, enseñar Torá en una escuela, etc.). Ciertas actividades causan tensión, lo que desencadena el enojo. Si no puedes evitar esas actividades, altérnalas con actividades más relajantes.
Una segunda solución es agregar algo a la ecuación que haga que sea más fácil hacer lo correcto. Si te cuesta levantarte para ir a rezar a la sinagoga, planifica una sesión de estudio con un amigo diez minutos antes del rezo. Entonces, cuando suene tu alarma y estés por presionar "snooze", pensarás: "¿Qué ocurrirá si mi compañero de estudios llega y yo no estoy allí? ¡Qué vergüenza!". ¡De esta forma te levantarás!
En muchos casos puedes hacer un contrato contigo mismo: Si logro superar la tentación (suficientes veces), entonces me permitiré algo que disfruto mucho. Esto es lo que los psicólogos llaman un "contrato de comportamiento". De esta manera tengo un incentivo para hacer lo correcto. Por ejemplo: "Si logro estar todo el encuentro sin enojarme, me permitiré comprar ese cuadro/ir a ese restaurante/etc.".
La clave es controlar el ambiente evitando ciertas cosas y agregando creativamente otras, para que me resulte más fácil hacer lo correcto.
Ahora bien, algunas personas piensan que esto no es correcto. Esto significa que sólo nos alejamos de nuestros problemas, no los solucionamos. El problema es precisamente ese: no soy capaz de superar esas tentaciones. ¿Cómo resuelvo el problema? ¿Evitándolo o agregando más incentivos?
Hay dos respuestas. En primer lugar, ¿quién dice que el único problema es superar el deseo? Por el contrario: nuestra primera responsabilidad es respecto a nuestros actos. Supongamos que alguien no puede controlar el deseo de robar en la tienda X. Si sólo va a hacer las comprar en la tienda Y, o si se da a sí mismo recompensas por no robar en X, no ha superado el deseo, pero por lo menos no está robando.
En segundo lugar, a menudo sólo podemos superar el deseo si "tomamos un respiro" de los malos actos. Mientras los malos hábitos y las malas cualidades están activos, es sumamente difícil tener el control.
Por lo tanto, evitar los detonantes y agregar recompensas puede ser la única manera de lograr controlarnos. Sí, el objetivo final es volvernos inmunes a las tentaciones. Pero esto puede requerir dos etapas: primero evitar los detonantes y agregar recompensas, y luego desarrollar la fuerza psicológica para resistirnos. Tratar de hacer esto sin la primera etapa puede hacer que la segunda etapa sea imposible.
Piensa en las adicciones. Uno no puede simplemente decirle al adicto: "¡Deja de usar eso!". Él no puede detenerse, y toda la terapia del mundo no lo ayudará mientras siga sumergido en la droga. Pero si entra a una institución donde la droga no está disponible, entonces la terapia puede ayudarlo a volverse inmune a la tentación de usar drogas.
Por lo tanto, la teshuvá estratégica puede ser el primer paso necesario para completar la teshuvá. Pero es más que eso. Si eso es todo lo que puedes hacer por el momento, entonces la teshuvá estratégica es suficiente para lograr expiación. Dios no nos pide más de lo que podemos hacer. Si evitas los detonantes, agregas incentivos y comienzas a trabajar en la inmunidad, entonces por el momento has expiado por todos los errores del pasado incluso antes de lograr ser inmune. ¿Acaso no vale la pena intentarlo?
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