Atemorizantes paralelos entre el COVID y la guerra

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Aprendamos las lecciones de la pandemia y las apliquemos a la amenaza de la guerra.

Justo cuando la espantosa pandemia parece estar disminuyendo, apareció una nueva amenaza a la supervivencia. No es la mortalidad causada por la enfermedad; es la muerte iniciada por los seres humanos. Putin compite con la pandemia en su potencial destructivo.

El historiador Sam Biagetti observó que la Segunda Guerra Mundial fue el primer conflicto de la historia de Estados Unidos en la que el combate mató a más soldados que las enfermedades. Entonces llegó la secuela de muerte del Covid 19, igualando el número de estadounidenses que murieron en la Segunda Guerra Mundial, en Corea y en Vietnam combinados.

El año pasado, el día de los muertos marcó un hito sombrío. El 2 de noviembre, el número de muertes mundiales por la pandemia había superado los 5 millones. Ahora ya ha llegado a más de 6 millones. La Organización Mundial de la Salud cree que esa cifra es una subestimación significativa.

El lenguaje de guerra impregna gran parte del discurso nacional sobre la pandemia. Las enfermeras trabajan en "el frente de batalla". El coronavirus es descrito como "un enemigo invisible". El país ha estado "luchando" contra el virus. El 15 de enero, el entonces presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, anunció su plan de distribución de vacunas y declaró: "Estamos en guerra contra este virus".

Ed Yong, periodista científico de Atlantic, escribió: "Los científicos y los expertos de salud pública de todo el mundo nos han advertido durante muchos años que una pandemia causada por un virus desconocido no era una cuestión de "si ocurriría", sino de "cuándo ocurriría", y que debíamos prepararnos. Pero como señaló el virólogo alemán Christian Dorsten, "no hay gloria en la prevención", y los preparativos para la pandemia no recibieron los recursos ni la atención necesarios. Es de esperar que esto cambie. En última instancia, la mejor manera de reducir el riesgo de futuras pandemias es evitar volver a la normalidad".

Nadie, en el ejercicio más salvaje de la imaginación, hubiera podido prever lo que nos vimos obligados a soportar durante estos últimos años de pandemia. No había forma de preparar al universo para un evento tan improbable, algo que parecía estar más allá del ámbito de lo posible. Así que el mundo descartó la idea y pagó un alto precio por su optimismo injustificado.

Ahora el líder de Rusia vuelve a darnos una advertencia. Una vez más, muchos le quitaron importancia porque parece tan irracional que es imposible. Días antes de que comenzaran los ataques en Ucrania, el consenso era que Putin simplemente estaba alardeando y tratando de crear una atmósfera de miedo. Pero los ególatras no dudan en diseñar sus planes por adelantado, tal como dolorosamente ha aprendido el pueblo judío.

Las lecciones aprendidas en nuestra guerra contra el Covid deben volver a ponerse en práctica contra quienes hoy amenazan a la supervivencia humana a través de la guerra. Los países que mejor lograron frenar la propagación del virus no fueron necesariamente aquellos que cuentan con más recursos, sino aquellos que no dudaron en implementar medidas agresivas para contener el virus y controlar su propagación lo antes posible. Los países asiáticos, basándose en su experiencia previa con el SARS y otras enfermedades infecciosas, reaccionaron rápidamente e implementaron procedimientos de rastreo de contactos, mientras que los países occidentales fracasaron en gran medida con este procedimiento básico de salud pública. Como demostró brillantemente el gobierno de Nueva Zelanda, adoptar medidas tempranas y agresivas es mucho más exitoso cuando los líderes muestran empatía e inspiran confianza.

Hay una sorprendente diferencia entre los horrores de la muerte por un virus o por el edicto de un vicioso líder político. Los científicos creen que el coronavirus es el producto de un cruce del mundo animal al mundo humano. La guerra, en palabras de Steven Magee, es el producto de una mutación del mundo humano al mundo de los animales y de las bestias.

Finalmente, sería bueno guiarnos por las palabras de Amina Mohammed, vicesecretaria general de las Naciones Unidas: "La verdad es simple: ninguna persona está a salvo hasta que todos, absolutamente todos, en todas partes, estén a salvo; y ningún país está a salvo hasta que todos los países estén seguros. Sólo trabajando juntos podemos asegurar que nadie quede atrás. Sólo trabajando juntos podemos recuperarnos mejor y construir un mundo donde todos prosperen en paz, dignidad e igualdad en un planeta sano. Es posible, todos juntos".

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