Isidor Isaac Rabi, el físico que ganó el premio Nobel de física y ayudó a construir la bomba atómica, tenía una relación profunda con su educación judía ortodoxa.
En la perspectiva judía, es indispensable la idea de que los humanos somos únicos, que poseemos un componente espiritual y que elegimos libremente cómo comportarnos.