Busco a alguien para quien hornear un pastel

Supuestamente no soy feo (mis ojos son color azul). Tengo dos maestrías y escribí un libro sobre la Guerra Civil Norteamericana que fue recientemente publicado. Soy muy trabajador, escribo y publico regularmente, tengo mi propio dinero y planeo comprar un departamento el próximo año. Soy divertido, amable, escrupulosamente honesto y agradecido de ser habitualmente caracterizado por los demás como valiente e ingenioso. Te regalaría mi camisa si realmente la quisieras y te sorprendería con flores y chocolates incluso si no los quieres. La gente dice que soy organizado.

Pero aquí está el aparente problema: soy autista, lo cual puede estar afectando considerablemente mis esfuerzos para encontrar pareja.

Para mí esto es irrelevante. Yo soy digno de amor y necesito alguien por quien preocuparme, a quien amar con locura, con quien compartir reflexiones y con quien planear una vida. En resumen, necesito alguien para quien hornear un pastel.

Sé manejarme en la cocina y si se te antoja una galette de higo y cebolla, tan sólo tienes que decirlo. Puedo preparar un salmón con curry hindú, con glaseado balsámico y salsa demi-glace y espárragos asados o una salsa casera sobre unos taquitos de pollo preparados por mí. No me falta admiración o elogios pero sí me falta una esposa, lo cual, con toda franqueza, siento que es muy importante y deseable tener.

Así que en este momento estoy sintiendo punzadas de desesperación. Escucho sonar de fondo la canción “I’m so lonesome I could cry” de Hank Williams, la misma canción que Elvis dijo que era probablemente la más triste que había escuchado en su vida. Siento la seriedad de ser un adulto que funciona bajo la compulsión de que ya es hora de encontrar una pareja y por lo tanto constituir una vida que hasta ahora no he tenido.

Aquí es donde entra en juego la publicación de este mismísimo artículo que estás leyendo, la idea de que incluso puede valer la pena pagar por una publicidad. Winston Churchill dijo: “Si tienes que expresar un punto importante, no intentes ser sutil o ingenioso. ¡Utiliza un martillo!”. Eso es lo que metafóricamente estoy haciendo aquí: estoy tratando de expresar el punto de que ya es momento de que consiga una esposa y que lo único que falta (¡este es un GRAN punto!) es averiguar cómo hacerlo.

Mi prima bien intencionada pero con falta de tacto me dice: “Nunca conocerás a nadie sentado en casa mirando las paredes”.

Entiendo a lo que se refiere, así que es momento de planear una estrategia. Supuestamente mi costosa educación en la Universidad debería haberme preparado al menos para eso. Tomar un lápiz y un papel es el comienzo de ese proceso. He dicho mis afirmaciones diariamente: Soy suficiente. Merezco a la mujer de mis sueños.

Nada menos que una autoridad como Rav Jonathan Sacks decía que “si cambiamos la forma en que pensamos, cambiaremos la forma en que sentimos”. Este proceso es llamado “reformulación”. Escribir estas palabras es un momento de epifanía para mí, si uno puede desechar la actitud pesimista y establecer una intención clara de encontrar pareja, hay una cierta alquimia mágica que podría echarse a andar. ¿Puede uno amar de forma abstracta hasta que ese amor se convierta en realidad? Estoy dispuesto a descubrirlo.

Un amigo me dijo que sería mejor comenzar de a poco, mantener bajas las expectativas para no abrumarse. ¿Qué puedo ofrecerle a alguien que podría llegar a pararse conmigo bajo la jupá? Aquí es donde introduzco el ángulo de la pastelería y la razón por la que me uní esta semana a un grupo de pastelería en Facebook. Decidí no sólo refinar y mejorar mis habilidades en la cocina, sino atraer a alguien con habilidades de pastelería cuidadosamente cultivadas bajo el ala de los propios profesionales. Hay varios argumentos respecto a por qué una táctica como esta podría tener éxito.

Como dice Janet Clarkson en su libro: “Somos animales sociales y por lo general no buscamos ni consumimos solos la comida, por eso la asociamos en un nivel emocional con personas, eventos y circunstancias. Eventualmente la comida está llena de significado, permitiéndoles a los antropólogos formular preguntas como: '¿Entonces las tartas significan algo?’”. Creo que Janet tiene razón.

He visto escrito en varios lugares que cocinar es terapéutico, una forma de combatir la ansiedad y la depresión. La comida es algo contextualizado, quizás por eso que la tarta de nueces pecanas es el más pedido como “último postre” ante la pena de muerte.

Refinar más mis habilidades de pastelería por lo tanto tendrá un claro beneficio psicológico, pero los frutos de esa labor podrían además traer a alguien a mi ámbito que pueda también valorar profundamente al pastelero.

Wallace Stevens dijo en un poema “Yo voy yendo”. Tomaré esa idea y la convertiré en algo que suena como “Yo voy horneando”. Tomo la energía creativa de un nuevo pasatiempo y la transformó en una búsqueda de amor, quizás envuelto en chocolate y masa pero un esfuerzo que tiene significado más allá de la pura magia de un proceso culinario.

Seguramente hay alguien allá afuera, en algún lugar, para quien yo pueda hornear un pastel. Una de las características del síndrome de Asperger es la intensa habilidad de enfocarse profundamente y transformar esa concentración en realidad. Creo que, como persona con Asperger, puedo aprovechar esta cualidad para concretar un plan cuidadosamente diseñado, basado en la razón y la determinación.

Estoy convencido de que, en algún rincón del universo, hay una chica esperando que alguien como yo le hornee un pastel. Me manejo bien en la cocina y tengo buenas intenciones. Quizás, sólo quizás, con la bendición de Dios, nuestros caminos se puedan encontrar.