Camino #31: Busca el máximo placer

8 min de lectura

Incluso teniendo muchísimo dinero y poder, ningún ser humano se siente verdaderamente satisfecho a menos que esté en contacto con la dimensión trascendental.

Todos hemos tenido alguna vez momentos en los cuales nos sentimos impresionados por el esplendor de la vida, ya sea con el nacimiento de un bebé, con el cielo estrellado, con una magnífica pieza musical o con una espectacular puesta de sol.

Estas vivencias nos energizan y nos calman al mismo tiempo. Nos permiten ir más allá de nuestras propias limitaciones y fusionar nuestro ser (relativamente) diminuto e insignificante con la Unidad Infinita y Trascendente.

Si las creaciones de Dios pueden generar tal grado de impacto en nosotros, cuánto más impacto podría generar una experiencia con el Creador mismo. Debes darte cuenta que lo que realmente deseas es conectarte con aquello que abarca todos los placeres existentes.

Imagina a alguien que se dedica a viajar por el mundo entero buscando experiencias emocionantes. Ahora dile que, en el cuarto contiguo, ¡puede sentarse a hablar con Dios durante una hora!

¿No sería acaso la mejor experiencia posible?

El Camino #31 es Ohev et HaMakom, que literalmente significa ‘Ama el Lugar’. En el judaísmo, a Dios se le conoce como "el Lugar" porque Dios no forma parte del universo, sino que "el universo forma parte de Dios". Él creó el espacio; Él creó el tiempo. No existe lugar donde no se encuentre Dios y, por ende, todos los lugares se encuentran en Él. Dios es "el Lugar" porque Él trasciende el universo en su totalidad.

La Torá nos ordena amar "el Lugar". ¿Por qué?

Todos los demás placeres son insignificantes comparados con amar a Dios. Podemos tener una deliciosa pizza, muchísimo dinero, amor y poder. Pero los seres humanos anhelan trascender la rutina del diario vivir. Es por ello que el misterio, la magia y los milagros atrapan nuestra imaginación.

En definitiva, nadie puede sentirse verdaderamente satisfecho a menos que vaya más allá de su existencia material y se conecte con la dimensión trascendental e infinita. Pues nada que sea limitado y que esté arraigado en este mundo puede siquiera compararse con el infinito.

Un precio muy elevado

Para obtener el máximo placer, debemos pagar un precio exorbitante.

Gratitud.

Para amar a Dios, debes aprender a valorar todo lo bueno que ha hecho por ti. Eso significa desechar la fantasía de que tú eres el responsable de tus logros, y admitir que todo lo que tienes es un obsequio de Dios.

¿Por qué nos resulta tan difícil ser agradecidos? El ego de la persona está siempre deseoso de reconocimiento e independencia y, por ello, rehúsa la noción de sentirse en deuda con un Poder Superior. ¡Preferimos creer que logramos todo con nuestro propio esfuerzo!

Pensar que alguien más satisface tus necesidades significa tener una falsa relación con Dios. Si piensas que tu carrera o tu pareja representan la máxima satisfacción, te equivocas, pues todas esas cosas pueden desvanecerse. ¡Sólo Dios posee poder absoluto y sólo Él es eterno!

Para apreciar cuán valioso es el obsequio de Dios, debes darte cuenta que todas tus carencias no son nada si las comparas con lo que ya posees. Analicemos por ejemplo tus ojos. No podrías comprar un ojo ni por un millón de dólares. Sin embargo, Dios te dio en forma absolutamente gratuita un par de ojos que funcionan con mayor precisión, rapidez y eficacia que los más sofisticados dispositivos electrónicos de visión digital.

Amar a Dios es algo relativamente sencillo, ya que todo lo que tiene que ver con Dios es virtuoso. En realidad, todos los placeres de este mundo se relacionan con la esencia de Dios, que es la fuente de todo placer. Por ejemplo:

  • Conducir un automóvil = el placer del poder = Dios.

  • Cabalgar = el placer de la independencia = Dios.

  • Escuchar Música = el placer de la armonía = Dios.

  • Bailar = el placer de sentirse vivo = Dios.

Fomentar nuestro amor por Dios significa apreciar el increíble regalo que es la vida. Si puedes identificar cuando tienes una experiencia como esa, entonces sabrás como tenerla nuevamente. Trabaja conscientemente para apreciar el placer o incluso para apreciar las cosas sencillas como el sentido del gusto, el respirar, la gravedad, etc. Pregúntate, "¿cómo podré incorporar esta experiencia como un factor constante en mi vida?".

Una vez que valores los placeres de la vida, entonces podrás identificar a Dios como la fuente invisible de todo eso. Tal como cada pincelada que dio Picasso en sus lienzos lleva su marca personal, así también todo lo que se encuentra en este mundo tiene la marca personal de Dios. Tan sólo debes saber identificarla.

Desarrollando amor por Dios

Dios, llamado "el Lugar", se encuentra en todas partes en todo momento. Si te comportas como si Dios estuviera aquí tan sólo en ciertas ocasiones, o como si Él no se preocupa demasiado de ti, o como si Él no presta atención a los detalles de tu vida, entonces te estarás enseñando a ti mismo que tener una relación cercana con Dios es imposible.

Por eso, debes ser consecuente. Si quieres que tu vida esté llena de significado y trascendencia entonces tienes que mantener en mente que Dios se encuentra en todas partes a cada instante, y que está prestándote atención a ti... esperando a que tú le prestes atención a Él.

De hecho, esta es la máxima meta para la cual el hombre fue creado. Fuimos enviados a este mundo para vencer la ilusión y para utilizar nuestro libre albedrío para forjar una relación con Dios. Él podría haber fabricado robots, pero no es eso lo que Dios desea. Él quiere una relación real, lo que significa que nosotros tenemos que decidir tenerla.

Dado que este nivel es difícil de alcanzar, la vida judía cotidiana incorpora varios recordatorios. Por ejemplo, colocamos una mezuzá en el marco de nuestra puerta. Hay quienes piensan que se trata de un ritual supersticioso para ahuyentar los fantasmas. Pero si abres una mezuzá y lees lo que se encuentra en su interior, aprenderás sobre uno de los mayores placeres de la vida; Dios es Uno, Él es un Dios personal que se preocupa por nosotros y hace todo exclusivamente por nuestro beneficio. Reflexiona sobre lo que está escrito adentro. Bésala cuando entres y cuando salgas, para estar siempre enfocado en cuál es el objetivo de la vida.

También decimos el Shemá, una vez por la mañana y otra por la noche. ¿Qué dice el Shemá? "Amarás a Hashem, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todos tus recursos" (Deuteronomio 6:5).

Existen tres caminos para desarrollar nuestro amor por Dios, que corresponden a los tres aspectos enumerados en el versículo: corazón, alma y recursos. Examinémoslos uno por uno...

1) Amar a Dios a través de la naturaleza

Si observas la naturaleza y reconoces que todo lo que Dios puso en este mundo es un obsequio, llegarás a amarle. Y mientras más analices la genialidad, belleza y simetría fenomenal de la naturaleza, más apreciarás la perfección y la bondad del Creador. Con el correr del tiempo, la ciencia ha realizado cada vez más hallazgos, sin embargo, apenas ha escarbado la superficie de las maravillas que esconde la naturaleza.

Al contemplar las majestuosas Cataratas del Iguazú, quedamos boquiabiertos. Al observar una pradera cubierta de nieve, nos invade la tranquilidad. Y cuando los relámpagos iluminan el negro firmamento, nos sentimos agitados y eufóricos.

Un prerrequisito si deseas que la naturaleza te impresione, es tener la mente completamente abierta. Realmente tienes que desear saber, sin prejuicio alguno, "¿qué me está diciendo la naturaleza?".

Observa cómo la naturaleza fue diseñada para satisfacer todas nuestras necesidades, tanto físicas como emocionales. Por ejemplo, los alimentos no se limitan a proveernos un sustento alimenticio, sino que incluyen un sinnúmero de beneficios adicionales. ¡Cada fruta posee su belleza, sabor, forma, color y olor singular!

Imagínate si alguien te diera un automóvil como regalo y luego te lo pidiera prestado: accederías gustoso a que lo maneje.

Lo mismo se aplica a Dios. Él nos dio un universo colmado de riquezas materiales. Entonces, si nos pide comer alimentos casher o redistribuir un 10 por ciento de nuestros ingresos para beneficencia, resulta difícil objetar. Este reconocimiento te lleva a "amar a Dios con todos tus recursos".

2) Amar a Dios a través de la historia

También se puede llegar a amar a Dios mediante el estudio de la historia, tanto tu historia personal como la historia nacional del pueblo judío.

Contempla las cosas que Dios ha hecho por ti. Te dio la vida y te sostiene permanentemente. Permite que respires y que tus órganos funcionen correctamente. Te dota con toda la fuerza y las habilidades que posees.

Pero no se trata solamente de regalos. Si realmente te preocupas por alguien, querrás establecer una relación con esa persona. ¿Qué pasa si esa persona te ignora? Harías algo para llamar su atención.

Así es como interactúa Dios con nosotros. Él nos da obsequios sin cesar y, asimismo, hará algo para despertarnos si dejamos que nuestra vida se maneje por la inercia. Él no nos castiga; tan sólo quiere despertarnos: "¡Hey! Soy Yo, Dios. ¡Te extraño!".

Valora cómo Dios te cuida constantemente. Él dice: "¿Realmente quieres vivir? ¿Quieres que tu vida tenga significado? ¿Quieres sentirte realizado? Quizás estás tomando el camino equivocado. Tal vez pueda ayudarte. ¡Préstame atención!".

Analiza tu historia personal. No se trata de tu lucha por sobrevivir a pesar de todo. Por el contrario, Dios te ha dado la oportunidad de crecer. Él organiza los sucesos de tu vida, según tu conjunto especial de circunstancias, para enseñarte y guiarte en cada momento y etapa.

También puedes dar un vistazo a la historia universal y observar cómo Dios ha garantizado la supervivencia del pueblo judío contra todas las probabilidades. Como parte de la eterna cadena del pueblo judío, podrás apreciar la forma excepcional en que Dios se ha preocupado por ti.

Si alguien te ha demostrado que está absolutamente dispuesto a ayudarte, tú disfrutarías mucho hacer cosas por esa persona. Es por eso que la intensidad del placer que sientes al cumplir con los preceptos de Dios es indicativa del nivel de "Amor a Dios" que has alcanzado.

Amor a Dios significa maximizar nuestro anhelo de estar cerca de Dios. No te quedes sentado esperando a que ocurra, búscalo con perseverancia. Hazlo con inteligencia. Debes estar dispuesto a invertir tiempo y esfuerzo en obtener este placer.

Si no hay límites en el esfuerzo que inviertes para servir a Dios, significa que has logrado "amar a Dios con toda tu alma".

3) Amar a Dios a través de la Torá

¿Cómo podemos descubrir la senda hacia una vida llena de significado? A través del estudio de la Torá. La Torá es el mensaje de Dios para el mundo. Por eso, mientras más Torá estudies, más podrás amar y apreciar la sabiduría de Dios, que es la máxima e infinita fuente de sabiduría. Y, a la vez, podrás establecer una mejor relación con Él.

Cuando realmente empiezas a estudiar Torá, te das cuenta de que si algo parece no tener sentido, debes romperte la cabeza para dar con la respuesta... porque sabes que la Torá es intrínsecamente perfecta. Entonces, cada vez que logras resolver una dificultad en el estudio, el placer que obtienes te motiva a desear más y más.

¿Qué te haría cambiar para seguir a Dios en vez de seguir tus deseos?

Si te dieras cuenta que Dios y Su Torá abarcan el término "significado" en su máxima expresión, la lógica te diría que coloques tus metas y deseos personales en segundo plano para poder cumplir con la voluntad de Dios. Te darías cuenta que nada más puede brindarte significado y abandonarías todo lo que no guarde consecuencia con la voluntad de Dios.

La gente eventualmente reconoce que cualquier deseo de contravenir la voluntad de Dios abrirá una brecha entre ellos. Una vez consciente de esto, querrás eliminar estas barreras, no sólo porque la Torá te ordena hacerlo, ¡sino porque no podrás soportarlas! Se interponen y obstaculizan tu relación con Dios. Cuando reconocemos que no existe nada más preciado que la cercanía a Dios, entonces cada rasgo defectuoso de nuestra personalidad es visto como un infiltrado que busca quebrantar esa relación y, en consecuencia, intentamos animosamente eliminar esos defectos.

Si te identificas con tu alma, entonces perseguirás esta meta toda tu vida. Eso significa "amar a Dios con todo tu corazón".

El deseo de compartir con los demás

Una importante manifestación del amor a Dios es el deseo de compartirlo.

Cuando amas a Dios y observas a otras personas que quedan atrapadas en toda clase de trivialidades, te duele. ¿Por qué? Porque te duele ver cómo otro ser humano pierde la oportunidad de gozar un placer tan increíble. Entonces, si te llena de entusiasmo estar cerca de Dios, querrás que toda la humanidad pueda tener esa relación también.

Esto no se compara a las personas cuyos celos se encienden cuando la atención de su ser amado está enfocada en otra dirección. Cuando hablamos de Dios, no te dan celos cuando ves a otras personas relacionándose con Él, porque Dios es infinito.

¿Por qué buscar el máximo placer es un camino a la sabiduría?

  • Todo ser humano anhela lo trascendente.

  • Disfruta la infinita belleza, gracia, poder, sabiduría y significado de nuestro Creador.

  • La gente evade a Dios porque temen que se sentirán sofocados. Sin embargo, están dispuestos a escalar montañas enteras en busca del máximo placer trascendental.

  • Los artistas piensan que son lo máximo, pero no es verdad. Dios es la verdadera experiencia estética.

  • Ama a Dios por los obsequios que te da: manos, piernas, ojos, etc.

  • Si sientes el amor de Dios por ti, le corresponderás con amor.

  • El placer de un obsequio depende de la persona que te lo da. Aprecia lo que Dios es.

  • La fuente de todos los placeres es Dios. Siente permanentemente Su presencia.

  • Si decides constantemente amar a Dios, entonces te esforzarás por hacerlo.

  • La mejor forma de amar a Dios es preguntarte siempre: "¿Cuál es mi meta en la vida? ¿Qué quiero obtener de la vida?".

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