Camino #33: Cumple con tus obligaciones

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No te quejes de tus obligaciones. Ellas te ayudan a materializar tu potencial y son la base de la autoestima.

Los seres humanos son buscadores de placer. La mayoría de la gente busca placer en el trabajo, en automóviles y en mansiones. En nuestra generación, muchos se quejan de que las obligaciones son una tremenda incomodidad. Quizás por eso la gente espera tanto para casarse. ¡Imagínense verse abrumados con responsabilidades e hijos que mantener!

Esa es una actitud superficial. Ciertamente es muy difícil cumplir con las obligaciones, pero al mismo es muy placentero. En realidad, uno puede verse incluso energizado por la idea de asumir obligaciones, es algo intrínseco en nuestra naturaleza. Así materializamos nuestro potencial. Nos da un propósito verdadero, un placer verdadero.

El Camino #33 es Ohev et ha tzedakot, que literalmente significa ‘ama la justicia’. Una vez que te das cuenta del placer implícito que hay en cumplir con tus obligaciones, resulta mucho más sencillo llevarlas a cabo. Y si de todas formas vas a tener que realizarlas, ¡es mejor que las disfrutes!

Buenas acciones, buenos recuerdos

Acá hay un ejemplo sobre cómo cumplir con una obligación puede ser placentero y no sólo una pesada responsabilidad:

Estás en la fila para pagar en el supermercado y el cajero te da vuelto de más. Sonríes orgulloso y se lo regresas.

¿Cómo te sientes?

¡De maravilla! ¡Hiciste lo correcto! Eres una buena persona.

Analicemos este logro en perspectiva. Te abstuviste de robar unos cuantos centavos. Es sorprendente que algo tan trivial te haga sentir como un héroe.

Así de exquisito es este placer. Un pequeño bocado te hace sentir fantástico, totalmente energizado.

Ahora imagina que estás sentado en un banco en el parque. Un hombre pasa caminando y se le cae un sobre del bolsillo. Le dices: "Disculpe señor, se le cayó este sobre del bolsillo".

Él te responde: “¡Caramba! Me salvaste la vida. No puedo creerlo. ¿Sabes lo que había en ese sobre? ¡Los ahorros de toda mi vida! ¡Si los hubiera perdido, habría enloquecido!”.

¿Cómo te sentirías ahora?

¡Increíble! No sólo le regresaste el dinero; prácticamente le salvaste la vida a este hombre.

La lección es que si hay placer en cumplir con una obligación sencilla, ¡entonces el placer de cumplir con las obligaciones difíciles debe ser enorme!

Cuerpo versus alma

¿Qué determinará si veremos nuestras obligaciones como una fuente de angustia o como una fuente de placer? Dependerá de si nos vemos a nosotros mismos principalmente como "cuerpos" o "almas".

A los cuerpos les disgustan las obligaciones, porque requieren de esfuerzo. El cuerpo prefiere estar de vacaciones.

A las almas les fascinan las obligaciones, pues dan una sensación de importancia, dignidad y eternidad.

Descubre qué es lo realmente importante en la vida. Cuando tenemos esa claridad, entonces estamos dispuestos a ignorar las quejas del cuerpo y le prestamos atención a los anhelos del alma. Y entonces te podrás identificar con el amor que siente el alma por el cumplimiento de las obligaciones.

Ser bueno es hacerse un favor a uno mismo

¿Por qué tenemos un impulso tan fuerte de ser "buenos"? Porque el hecho de percibirnos a nosotros mismos como "buenas personas" es una necesidad fundamental. Es la base del respeto por uno mismo y de la autoestima. Y eso nos proporciona la energía necesaria para vivir. Si una persona no piensa que es buena, pierde una buena parte de su voluntad para vivir.

Piénsalo: cuando ayudas a una anciana a cruzar la calle, no importa cuánto beneficio obtenga ella de eso, ¡la satisfacción que tú sentirás será muchísimo mayor! Si piensas en la energía que obtienes al hacer una buena acción, ¡es difícil entender por qué la gente no está corriendo de un lugar a otro para ayudar a los demás!

Imagina que estás de vacaciones, paseando en un bote de excursión. Mientras admiras el paisaje, uno de los excursionistas se cae por la borda. No puede nadar... se está ahogando. Así que te zambulles en el río, que está lleno de fango, pero no te importa, porque estás intentando salvar una vida. Logras tomarlo, pero él se mueve demasiado... ambos se sumergen en las aguas turbias... finalmente, él deja de moverse, pero ahora está pesado como el plomo... lo jalas con todas tus fuerzas... estás jadeando, el agua apesta.

Finalmente, después de lo que te pareció ser una eternidad, lo arrastras hasta la costa. Allí hay otras personas que te ofrecen ayuda, y una ambulancia se lleva a la víctima al hospital. Gracias a Dios está vivo, tosiendo y escupiendo un poco de agua turbia, pero va a estar bien. Regresas a tu hotel y te das varios baños para sacarte la suciedad y el hedor a pescado de encima. Dices: "¡Nunca regresaré aquí en el resto de mi vida!".

Ahora, 30 años más tarde, ¿cuáles fueron tus vacaciones más memorables? ¡La vez que ese hombre se cayó por la borda y le salvaste la vida!

Los 48 Caminos dicen: en definitiva, hacer el bien siempre proporciona el máximo placer.

El truco consiste entonces en enfocarnos en los beneficios de cumplir con nuestras obligaciones. En vez de simplemente obligarnos a nosotros mismos a cumplir con una obligación, debemos anticiparla de manera positiva. Pregúntate a ti mismo: "¿Qué placer obtendré al hacer esto?".

Luego, después de completar la tarea, detente un minuto y disfruta del placer. "¡Se siente bien!". Y asegúrate de registrar ese sentimiento, de forma que puedas recordarlo la próxima vez.

Un consejo práctico es que planifiques realizar buenas acciones. Llama a algún amigo que necesite ánimo, ofrécete para hacer la compra del supermercado para una persona enferma o intenta ayudar a alguien a conseguir empleo. Al hacer estas cosas, ¿acaso no se eleva el respeto que sientes por ti mismo?

El percibirnos a nosotros mismos como "buenos" es el combustible que nos motiva y que nos ayuda a salir de la cama en la mañana. ¡No debemos interponernos en el camino de alguien que se está esforzando por ser bueno, pues pasará por sobre nosotros como una aplanadora!

Derechos versus obligaciones

Un par de generaciones atrás, la idea del deber cívico era parte fundamental de la sociedad occidental. Pero ahora vivimos en una sociedad donde todos parecen preocuparse de sus derechos: "¿Qué provecho sacaré de esto? ¿Qué tajada me corresponde?".

La perspectiva judía, por otro lado, consiste en enfocar las cosas desde el punto de vista de las responsabilidades. Por ejemplo, cuando el Talmud analiza los daños a la propiedad, siempre enuncia la ley en términos de "Fulano está OBLIGADO a pagarle a Zutano", en vez de "Zutano tiene el DERECHO de cobrarle a Fulano".

Nuestros sabios dicen: "Más grande es quien actúa obligado que quien actúa en forma voluntaria". ¿Por qué? Porque cuando nos sentimos obligados, nuestra inclinación natural hace que nos resistamos a la obligación. Por ello, si logramos sobreponernos a esa tendencia y realizamos una buena acción, entonces seremos mejores personas por ello.

Es importante educar a los niños desde pequeños a cumplir con sus obligaciones. Para asegurarte que crezcan a partir de sus experiencias, acércate al niño después de que haya realizado una buena acción y pregúntale cómo se siente. Después de eso, pregúntale: "¿Renunciarías a este placer?". ¡De ninguna manera! Eso le demostrará el verdadero valor de hacer buenas acciones.

Redacta una lista. Cuáles son tus obligaciones con la humanidad, Dios, la sociedad, la familia, los amigos, los maestros y contigo mismo. Y luego, ¡disfruta cumpliéndolas!

Las obligaciones más profundas

El judaísmo dice que nuestra mayor obligación es alcanzar la grandeza. Dios nos entregó las herramientas y no podemos desaprovecharlas.

Por eso la sabiduría es una obligación. La sabiduría es el agua que nos ayuda a crecer. Sin ella, nos estancaríamos. Para muchas personas, la principal lucha no consiste en "hacer lo correcto", sino que tienen dudas sobre qué es lo correcto.

La felicidad también es una obligación. La sociedad occidental piensa que la felicidad es opcional (“Si quiero estar deprimido, estoy en mi derecho”). Pero en realidad, ser feliz es parte de ser considerado con quienes nos rodean. Cuando una persona vive con optimismo y alegría, su energía se difunde. Y por el otro lado, una persona desdichada transmite desdicha.

Imagínate cómo te sentirías si tus padres o amigos estuvieran siempre tristes. ¿Acaso no te deprimirías? Por lo tanto, debes esforzarte para darles a los demás la misma felicidad que te gustaría que los demás te den a ti.

¿Por qué cumplir con tus obligaciones es un camino a la sabiduría?

  • Hacer lo correcto representa un placer mucho mayor que el éxito material.

  • Para ser una persona buena, debes disfrutar el hecho de ser bueno.

  • Las obligaciones son más sencillas de cumplir cuando logras sentir el placer de hacer lo correcto.

  • Después de que completas una tarea difícil, debes tomarte un respiro y reflexionar sobre cuán bien te sientes.

  • Las obligaciones nos ayudan a concretar nuestro potencial.

  • Cumplir obligaciones es una experiencia del alma.

  • Las obligaciones son una parte inevitable de la vida, ¡así que más te vale disfrutarlas!

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