Camino #40: Juzga a los otros para bien

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Todos reconocemos la necesidad de asumir responsabilidad cuando alguien está en peligro físico. Tenemos esa misma obligación cuando se trata de un peligro espiritual.

Imagina que estás en un hotel y que en la habitación contigua, un hombre se sube al balcón y se prepara para saltar. ¿Lo ayudarías? ¿O te quedarías de brazos cruzados disfrutando de la emoción mientras la gente grita: "¡Que salte, que salte!"?

Sabes que te importa. Entonces, ¿qué vas a hacer para ayudarlo? Si él te preguntara: "¿Por qué no debo saltar?", ¿qué le dirías? ¿Tienes derecho de intentar detenerlo si es que él realmente quiere saltar?

No es suficiente con sólo "sentir" los problemas de los demás. Tienes que hacer algo para ayudarlos. Lucha contra la tendencia de quedarte de brazos cruzados, criticando y meneando la cabeza al ver los errores de los demás. El Camino #40 es Majrió lekaf zejut, que literalmente significa ‘juzgar favorablemente’. Debemos ayudar al resto a cambiar sus vidas y a volver al camino correcto.

Como seres humanos, nos importa lo que pase con los demás y queremos ayudarlos. Tú harás todo lo posible para detenerlo. Nunca te perdonarías a ti mismo si te quedaras a un lado sin hacer nada.

Ahora, aplica esto al resto de tu vida.

Hazte responsable

Para poder ayudar a los demás, debes asumir responsabilidad. Una de las primeras y más importantes lecciones del judaísmo es que "somos los cuidadores de nuestros hermanos". Todos vivimos juntos en este mundo. Es fácil asumir responsabilidad cuando alguien está en peligro físico. Sin embargo, tenemos la misma obligación cuando alguien está en peligro espiritual.

Ayuda a tu amigo a confrontar este problema. Si necesita ayuda, es tu obligación actuar incluso si tu ayuda podría provocar inicialmente un resentimiento hacia tu persona. E incluso si la otra persona no te agrada, no puedes excusarte diciendo: "Se lo merece".

Antes de darte por vencido con alguien —ya sea un alcohólico, un empleado flojo o un amigo que te traicionó— otórgale el beneficio de la duda. Haz todo esfuerzo que te sea posible para devolverle la sanidad. Trata al menos 10 formas de ayudarlo antes de darte por vencido. ¿No te gustaría que otros tuviesen la misma consideración por ti?

Uno de los pasos más importantes para poder ayudar a los demás es tener un plan. Y no sólo un plan, ¡sino que varios planes de respaldo! Si un plan no tiene éxito, entonces prueba con el siguiente. Si le das suficiente valor a la vida humana, entonces tendrás la paciencia de encontrar el mejor método que puedas.

  • Sé creativo.

  • Busca soluciones.

  • Ten determinación, no te detengas hasta que tengas éxito.

Motiva a otros

Haz lo que esté dentro de tus posibilidades para motivar a otros a tener una vida más productiva. Para lograr esto, deberás enfocarte en su problema específico, como por ejemplo la falta de confianza, arrogancia, etc.

La idea no es "explicarle" o "sermonear" a alguien que necesita ayuda. No le digas que está sangrando, ¡detén el sangramiento! Ponlo de vuelta en el camino correcto.

Para lograr la solución correcta, debes aislar la causa del problema. No eres tú quien cambia a la gente; ellos cambian por sí mismos. Lo mejor que puedes hacer es iluminarlos. Esto puede cambiar su perspectiva en la vida y consecuentemente cambiarán sus acciones. Esto es criticar de forma constructiva.

Por ejemplo: Si sabes que alguien está deprimido, eso usualmente proviene del sentimiento de que su vida no tiene sentido. Entonces, enséñale cómo ser feliz mediante hacer que entre en contacto con todo lo que realmente tiene.

Ayúdalo de una manera práctica: "Vamos a nadar… a correr… pintemos un cuadro... compremos un nuevo sombrero". Comparte con él un problema en el que te pueda ayudar, o motívalo a ser voluntario en alguna organización en la que pueda hacer el bien por los demás. Estas cosas lo ayudarán a salir de la depresión.

Demuestra un interés real. Mostrar interés te hará ganar la confianza de los demás y de esa forma te contarán sus problemas. Incluso si no les dices directamente cómo mejorar sus vidas, el puro hecho de que te preocupes por ellos hará que su admiración por ti crezca y les permitirá aprender de tus buenos hábitos.

Cuando alguien cometa un error, puedes asumir que le falta información sobre la vida. Revisa si existe una falta de información que puedas arreglar. Tienes que averiguar cuál es el problema. Por ejemplo, ¿qué causa la infelicidad en nuestra generación? Decadencia, egoísmo, querer soluciones rápidas y fáciles, etc. Deduce cuál es la mejor manera de ayudar. En el peor de los casos, el esfuerzo de haberlo intentado te hará ser una mejor persona.

Juzga a las personas favorablemente

¿Alguna vez compraste algo en una tienda y después descubriste que otra tienda de la ciudad lo estaba vendiendo a mitad de precio? ¡Cuán enojado debes haber estado con la primera tienda!

Por lo general, cuando vemos a una persona actuando de manera inapropiada, inmediatamente asumimos que lo hizo a propósito.

Los 48 Caminos dicen: No pienses que el dueño de la tienda es un malvado ladrón. Velo como una víctima de las racionalizaciones. Es muy probable que cuando fijó el precio se convenció a sí mismo que estaba bien cobrar de más porque su tienda ofrece un mejor servicio en una mejor ubicación.

¿Suena descabellado? Piensa en ti mismo. ¿Podrías aguantar tal escrutinio?

Cuando veas a alguien hacer algo incorrecto, está bien tener sospechas. Pero no saques conclusiones hasta que hayas examinado los hechos. Lo que ocurrió podría no ser más que un simple error, o podría haber algún factor que pasamos por alto. Recordar esto nos ayudará a mantener nuestro temperamento y nuestras críticas dentro de ciertos límites.

Como ejercicio, intenta juzgar a tus padres de manera favorable. Quizás no siempre hacen las cosas exactamente como tú quieres, pero sin lugar a dudas te aman y quieren lo mejor para ti. Sé paciente y dales el beneficio de la duda.

Encuentra mérito en todos

En el fondo, todos queremos ser buenos. Por lo tanto, cuando alguien comete un error y actúa de manera incorrecta, a quien más daña es a sí mismo. Darte cuenta de esto te ayudará a reducir tu enojo hacia él.

Por ejemplo, si conoces una persona arrogante, no pienses en él simplemente como un fanfarrón. En lugar de eso, ten un poco de compasión. Bajo la superficie, su arrogancia es una manifestación de terribles inseguridades. Piensa en cuánto sufre por su arrogancia y en cuán solitario se debe sentir porque su arrogancia ahuyenta a la gente.

Es fácil quedar atrapado en los aspectos negativos de las personalidades y luchas internas de los demás. Para poder juzgar a alguien "meritoriamente", primero tenemos que asumir que esa persona tiene algún mérito. Todos tenemos virtudes, aunque a veces puedan estar ocultas bajo un manto de confusión y dolor. Haz el esfuerzo para descubrir esas virtudes.

¿Por qué juzgar a los otros para bien es un camino a la sabiduría?

  • Para ser un buen ser humano, tienes que preocuparte por los demás. Sus vidas y su sufrimiento son igual de reales que los tuyos.

  • Cuando ayudamos a otros, nuestras mentes son objetivas y funcionan bien. Entonces podemos hacer lo mismo por nosotros mismos.

  • No sufras por los problemas de la humanidad. En lugar de eso, encuentra una cura.

  • Dale a los demás las preciosas ideas que has aprendido. Cuando escuches un poco de sabiduría, pregúntate: ¿Cómo podría ayudar esta idea a mi amigo?

  • Cuando la gente haga cosas que te causan daño, no asumas automáticamente que fueron intencionales.

  • Juzga a la gente favorablemente. Si ves sus méritos serás capaz de ayudarlos.

  • Las personas se necesitan las unas a las otras. Haz todo lo que esté en tus manos para ayudar.

  • Siéntete responsable.

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