Cómo acabar con el odio hacia los judíos

09/04/2025

4 min de lectura

Más allá de defender a Israel y a los judíos, ¿hay alguna esperanza de que termine esta erupción de antisemitismo mundial?

El antisemitismo es el odio más antiguo, persistente y peligroso de la historia. No sólo es antiguo, sino que es excepcionalmente virulento, violento y como hemos visto en cada generación, incluida la nuestra, potencialmente genocida.

Como dice la Hagadá de Pésaj: "En cada generación, se levantan para aniquilarnos."

Desde el 7 de octubre, este odio ha resurgido con una claridad escalofriante. El objetivo declarado de Hamás, Hezbolá, Irán y sus aliados no es otro que la aniquilación del Estado judío. Y en todo el mundo, cánticos como "Desde el río hasta el mar" hacen eco de ese mismo deseo.

Las comunidades judías, Israel y sus partidarios en todo el mundo se están movilizando para defenderse de este asalto, política, legal y militarmente, así como en los medios de comunicación. Pero, ¿dónde está la conversación sobre cómo acabar con el antisemitismo por completo?

Muchos creen que el antisemitismo es inevitable. Los historiadores lo describen como una enfermedad social o psicológica sin cura. La tradición religiosa lo refleja con la línea talmúdica: "Esav odia a Iaakov".

Así que la suposición común es: no hay solución. Debemos defendernos, sí. Pero… ¿acabar con el antisemitismo? Eso suena ingenuo, incluso delirante.

Y, sin embargo, creo que sí hay una solución. Una moral y espiritual.

Esta creencia está en el corazón de nuestra película Tragic Awakening: A New Look at the Oldest Hatred (Despertar Trágico: Una nueva mirada al odio más antiguo). Y comienza con un diagnóstico que desafía las suposiciones prevalentes.

El antisemitismo es un fenómeno espiritual relacionado con el papel único del pueblo judío.

El antisemitismo no es esencialmente una enfermedad; en última instancia, es una elección. Es un fenómeno espiritual que debe ser derrotado con claridad moral y espiritual y por una elección.

El Talmud (Shabat 89a) explica la fuente del antisemitismo. Enseña que cuando Dios dio la Torá al pueblo judío en el Monte Sinaí, el odio (siná en hebreo) descendió al mundo.

La raíz del antisemitismo, o siná (odio), está en Sinaí.

En Sinaí, el pueblo judío recibió una misión divina: llevar y vivir según un código moral y ser una luz para las naciones. Este pacto, recibido en unidad, es la base de nuestra identidad.

El odio del mundo hacia los judíos no es sólo un prejuicio infundado. En su raíz, es un rechazo de esa misión y de la responsabilidad moral que conlleva.

Acabar con el odio hacia los judíos no consiste sólo en exponer mentiras o ganar batallas en la corte de la opinión pública. Comienza con nosotros: con la unidad judía, la claridad de propósito y la reconexión con nuestro pacto con Dios.

Eso significa que el camino para acabar con el odio hacia los judíos no está sólo en exponer mentiras o ganar batallas en la corte de la opinión pública. Comienza con nosotros: con la unidad judía, la claridad de propósito y la reconexión con nuestro pacto con Dios.

Hay tres ideas clave que guían esta visión:

  1. Cuando estamos divididos, somos vulnerables. Los conflictos internos nos debilitan e invitan al ataque externo.
  2. Cuando perdemos de vista nuestro propósito nacional, nos fragmentamos y confundimos acerca de quiénes somos.
  3. Cuando nos desconectamos de Dios, perdemos la confianza y la claridad espiritual necesarias para enfrentar y derrotar el mal.

Para enfrentar el antisemitismo, debemos reparar estos tres puntos.

Necesitamos unirnos como pueblo, no borrando nuestras diferencias, sino comprometiéndonos con un destino compartido. Sin esa unidad, nuestros enemigos seguirán recordándonos que somos una sola familia, nos guste o no.

Debemos abrazar nuestra identidad no sólo como una religión o cultura, sino como un pueblo con un destino pactado, con la Tierra de Israel como su punto central.

Y debemos enfrentar el malestar espiritual que la modernidad ha creado. Como escribió Elie Wiesel: "Puedes ser un judío con Dios. Puedes ser un judío contra Dios. Pero no sin Dios".

El 7 de octubre fue una llamada de atención. Con las ilusiones rotas, se nos llama a recordar quiénes somos y por qué estamos aquí.

Dado que la raíz del odio hacia los judíos está en Sinaí, el antídoto es nuestra alineación con Sinaí, con nuestra misión, valores y Dios.

El pueblo judío no está aquí para convertir al mundo al judaísmo, sino para llevar al mundo a una moralidad universal basada en Dios, expresada en los Diez Mandamientos. Esa es nuestra luz. Y es precisamente esa luz la que siempre ha atraído la oscuridad en nuestra contra.

Pero esa misión también es nuestra esperanza. Al cumplirla, convertimos la causa misma del antisemitismo en su cura.

Los profetas hablaron de un tiempo cuando esta visión se realizaría: un mundo redimido por la claridad moral y la verdad divina.

¿Llegará todo de golpe, con la llegada del Mashíaj? Tal vez. Pero quizás, como el regreso a Israel, se desplegará en etapas, con retrocesos y avances, moldeados por nuestras decisiones.

Cuanto más vivamos nuestra misión, más se inclinará la batalla moral y espiritual a nuestro favor. El mal se debilita cuando nuestra fuerza moral se fortalece. Nuestra mayor arma es impregnar todos los frentes, militares, políticos y culturales, con claridad moral y espiritual.

Con la ayuda de Dios, y nuestro coraje para elegir el propósito sobre el miedo, podemos acabar con este odio ancestral y brillar con una luz de verdad y paz para toda la humanidad.

"En cada generación, se levantan para aniquilarnos... y el Santo Bendito sea, nos salva de sus manos."

Haz clic aquí para comentar sobre este artículo
guest
0 Comments
Más reciente
Más antiguo Más votado
Comentarios en línea
Ver todos los comentarios
EXPLORA
ESTUDIA
MÁS
Explora
Estudia
Más
Contacto
Lenguajes
Menu
Donar
Únete a nuestro newsletter
Redes sociales
.