Cómo apaciguar una lucha de poder entre tú y tus hijos con delicadeza

01/12/2022

3 min de lectura

La mayoría de los padres en algún punto caerán en la trampa de la lucha de poder. A continuación, cómo salir de ella, mientras le enseñas a tu hijo una valiosa lección.

Educar a los hijos no se trata de “negociación”. Los padres están a cargo y los niños tienen que aprender a escuchar y obedecer. Los padres no tienen que llegar a acuerdos u ofrecer concesiones. Sin embargo, los padres inteligentes no manejan su hogar arbitrariamente. Ellos intentan no ser controladores y, si son realmente inteligentes, hacen todo lo posible por evitar las luchas de poder con sus hijos.

Cualquier sea el resultado de una lucha de poder, los padres son los perdedores. Si ellos son lo suficientemente fuertes para hacer que su hijo haga lo que sea por lo que están peleando, su hijo lo hará a regañadientes y su relación se amargará; y si no pueden hacer que su hijo haga lo que dicen, entonces demostraron una falta de control y que ellos no están realmente al mando en el gallinero.

Por lo tanto, evita las luchas de poder. Habla calmadamente, con confianza, elabora tus palabras correctamente para que tus hijos escuchen, haz todo lo que puedas para no tomarte personalmente las palabras de tus hijos y sigue todas las reglas en el libro de educación nunca escrito, para que sin importar que, nunca quedes atrapado en un enfrentamiento. ¡Si, seguro!

Nos ha pasado a todos. A veces, en medio de una discusión con uno de nuestros hijos, te das cuenta de que tu voz está elevada, que le estás diciendo a quemarropa a tu hijo que haga alfo, que estás enojada por su jutzpá y que te sientes ofendida de que ellos no aprecian todas las cosas buenas que tú has hecho por ellos y quieres que vayan a ordenar su habitación AHORA MISMO.

Y te das cuenta de que, de alguna forma, caíste en una lucha de poder.

¡Ayuda! ¿Qué haces ahora?

Es difícil parar inmediatamente, pero eso es lo que tienes que hacer. Para, inhala y exhala, cuenta hasta diez y no digas nada por unos cuantos segundos o incluso un minuto o dos.

Usa este corto intermedio para calmarte. Incluso si tu hijo fue imperdonablemente insolente y dijo cosas que necesitan conversarse, te calmarás.

Una vez que estés calmada, podrás pensar en una forma creativa para apaciguar la situación.

Ahora mismo, el problema no es si tu hijo ordenará o no su habitación. Ahora mismo, el problema es apaciguar la situación de una forma que te deje a ti en una posición fuerte pero que, al mismo tiempo, haga que tu hijo sienta que fue tratado con amor y respeto.

La forma más fácil de apaciguar la situación es simplemente sonreír y decirle a tu hijo que ya no quieres pelear. Puedes decir cualquier variación de las siguientes sugerencias:

“No quiero pelear sobre ordenar tu habitación. Hablemos de otra cosa”. 

“Abrazarse es mucho mejor que pelear. Mejor hagamos eso”.

“Oye, te quiero y no voy a pelear por ordenar tu habitación”. 

Detener la discusión no te convierte en un perdedor. Ya que tú eres quien está tomando la iniciativa y diciéndole a tu hijo que la pelea se acabó y que aún lo quieres, ahora eres el líder de la situación.

Este calmar la situación es en si misma un logro importante. Le enseña a tu hijo que tu amor por él o ella es mucho más fuerte y más importante que ordenar la habitación. Es también un excelente modelo de control de enojo – y esa es una maravillosa lección de aprender para todos los niños.

Por supuesto, eso no significa que te has dado por vencida de ordenar la habitación. Una vez que vuelvas a estar al mando y estés calmada, pensarás en formas de lograr que tu hijo te haga caso.

Cuando estabas peleando con tu hijo, gatillaste reacciones defensivas y desafiantes, entonces él en realidad no podía escuchar. Pero ahora, cuando estás transmitiendo amorosamente lo que esperas que ellos hagan, tendrán más ganas de seguir tus instrucciones.

Dile a tu hijo lo que esperas que haga, pero no lo digas exactamente cómo y cuando hacer el trabajo. Déjalos tomar responsabilidad por hacer el trabajo para que no terminen sintiéndose los “perdedores” de la pelea anterior; como que cedieron ante tus demandas.

Aquí hay algunos ejemplos de frases que transmiten esa idea. Mira a tus hijos cuando las digas, capta su atención y habla con confianza para que entiendan que hablas en serio:

“Estoy contenta de que ya no estamos peleando por la habitación. Pero si necesita ser ordenada. ¿Cuándo tendrás tiempo para hacerlo?”

“El desorden de tu habitación se desborda a toda la casa y nos hace sentir desordenados. Por favor ordénala antes de la cena de hoy”. 

“Confío que ordenarás tu habitación lo antes que puedas. Estoy esperando que me cuentes que ya lo has hecho”. 

Afortunados son los padres que nunca se encuentran en una lucha de poder. Pero la mayoría de los padres probablemente caerá en la trampa de la lucha de poder en algún momento u otro. Puede requerir calma, valentía y creatividad para removernos elegantemente de esas situaciones, pero cuando tenemos éxito, extendemos nuestras habilidades de relaciones y las modelamos para nuestros hijos.

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