¿Cómo cuidar a un enfermo crónico?

3 min de lectura

Seis formas para estar a la altura del desafío.

Poco después de que mi esposo y yo nos casamos, un obstáculo se cruzó en nuestro camino. A mi esposo le diagnosticaron fibromialgia, una enfermedad autoinmune crónica que se manifiesta en extrema fatiga física. Definitivamente no era lo que yo esperaba para la vida de una pareja recién casada.

Hoy, después de siete largos años, él se ha recuperado en gran medida. Me encantaría que alguien me hubiera dicho desde un inicio los siguientes consejos que tuve que aprender por medio de la experiencia:

1. Preocúpate también de ti

Cuando tú eres el principal cuidador de un miembro de la familia que sufre de una enfermedad crónica, es posible que te veas forzado a estar en el rol de entregar constantemente. Esto puede causar resentimiento y agotamiento. Para poder entregar, tienes que asegurarte de que tus recursos internos estén bien abastecidos. Esto significa encontrar a alguien con quien hablar, un amigo, un consejero o un mentor que pueda proveer un oído y un espacio seguro sin prejuicios para descargarte. Significa asegurarte de tener ‘salidas de escape’, como un pasatiempo creativo o ir al gimnasio, para nutrir tu yo interno. Cuidarte a ti mismo no es egoísta, es absolutamente vital para que seas capaz de proveer el apoyo que tu ser querido necesita.

2. Sé paciente

Tienes que ser paciente: contigo mismo, con la persona enferma y con la situación. Quizás haya veces en las que sientas que estás fallando y que no estás siendo perfecto. Sé paciente y amable contigo mismo; está bien equivocarse con tal de que te vuelvas a levantar. De la misma manera, la persona enferma también tiene sus propias luchas; tienes que ser paciente con ella a medida que avanza por su camino. Y más que nada, sé paciente con la vida. Siete años después, mi esposo es físicamente bastante normal. Yo nunca imaginé que llegaríamos a este punto. Las personas se recuperan o entran en remisión, y constantemente se desarrollan nuevos tratamientos. Puede parecerte como que las cosas nunca van a cambiar, pero aférrate a la paciencia y quédate tranquilo, porque con el pasar del tiempo sí van a cambiar.

3. Descubre cuál es tu área de control

Dado que es fácil que las líneas de responsabilidad se vuelvan borrosas, es crucial aprender a cooperar en tu área de control. No es tu responsabilidad curar a tu ser querido. Tú no eres su doctor y no eres Dios. Cede el control de intentar curarlo. Esto es algo fundamental: Tu ser querido es un adulto, y no puedes obligar a alguien a tomarse sus vitaminas, su medicina o a seguir su régimen de ejercicios. Esto es excepcionalmente frustrante y puede hacer que se genere una lucha de poder, pero finalmente es su propio camino hacia la salud y tú tienes que darle su espacio y confiar en que lo va a hacer a su propio ritmo. Tú trabajo es apoyarlo con lo que necesite, física, emocional y espiritualmente.

4. Habla con Dios

Aunque los amigos y la familia son poderosas estructuras de apoyo, acudir a Dios te traerá un mayor consuelo y fortaleza. Dios sabe mejor que nadie por lo que estás pasando, y está disponible 24/7 para escucharte y contenerte. Los rezos llevan a otro resultado. Al reconocer que Dios está en control, uno puede desarrollar confianza y fe en que la situación es lo que Él desea y dirigió, y no es algún golpe de mala suerte. Fortalecer tu relación con Dios te permitirá interiorizar que incluso si no te gusta la situación, es parte de Su gran plan y Él cree que tú tienes la fuerza interna para tener éxito. Los pensamientos negativos paralizantes como “no puedo hacerlo", "es demasiado difícil" y "no es justo”, pueden ser reemplazados con el tiempo por una calma y creencia interna de que todo es para tu bien. No es al azar; Dios te ama y se preocupa por ti.

5. Acepta las limitaciones

Hay una mujer en mi comunidad que es simplemente extraordinaria en su constante apoyo y positivismo con un esposo severamente enfermo. Ella está siempre radiante y feliz, y es una roca de altruismo y positivismo. Yo a menudo me comparaba con ella y me castigaba a mí misma por no ser tan altruista y comprensiva como ella. Sin embargo, yo tenía que aceptar quién era yo, y reconocer que soy una persona única con mi propia personalidad e historia. De manera similar, tenía que aceptar las limitaciones de mi esposo, el hecho que él no podía despertarse cada día a las 6 de la mañana con los niños y que había funciones que él no podía atender.

6. Cambia tu paradigma

Mi maestra, la Rebetzin Tziporah Heller, explica que hay dos paradigmas básicos en la vida: puedes verte como un dador o un receptor. Si te ves como alguien a quien el mundo le debe algo y estás en una relación para tu propia gratificación personal, será muy difícil ajustar tu vida para cuidar de un ser querido crónicamente enfermo. Sin embargo, si te ves a ti mismo como un dador y crees que tu rol en el mundo es emular a Dios como el máximo dador, entonces encontrarás que tienes amor, preocupación y compasión ilimitados para otorgar. Esto no garantiza que será fácil, pero también encontrarás alegría en el hecho de ser capaz de traer luz al mundo de esta forma única.

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