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Lo que sucede a tu alrededor, no siempre tiene que ver contigo, y tú…no lo tienes que resolver.
A pesar de que uno puede tener claridad y certeza para ayudar a las personas que se encuentran atoradas con algún problema, en realidad muchas veces es mejor no opinar, ni tratar de resolver los problemas que no nos corresponden.
¿Cuántos inconvenientes se pudieran evitar si uno tuviese la sabiduría para distinguir entre las complicaciones de los demás y los límites personales?
Sufrir gratis no es muy recomendable. Con tantos problemas y complicaciones que hay en el mundo hoy en día, es importante aprender a tomar distancia y no agrandar o lastimar más de la cuenta.
Cuando uno se involucra, opina y critica, sufre y hasta se disgusta tomando la responsabilidad por algo que no le concierne.
Poder observar y escuchar sin opinar, puede ser un gran atributo personal. El silencio, la calma y la comprensión sincera pueden muchas veces ayudar a resolver mejor una situación, en lugar de opinar y echarle mas leña al fuego.
Si una persona trae una carga emocional pesada o se encuentra en un estado acelerado que le impide razonar con calma, sólo reacciona visceralmente. Si de verdad se quiere ayudar, es recomendable convertirse en un espejo emocional y reflejar lo que la persona está sintiendo, y desde luego no opinar.
Cuando es el otro el que está sufriendo, tiene problemas o vive una crisis, el poderlo calmar, ofreciéndole un punto de vista objetivo o motivándolo a aislar su problemática para que pueda poner entre paréntesis la carga emocional que siente, para que pueda disminuir su tensión, es una ayuda extraordinaria. Crear una plataforma neutral que da claridad, armonía y la posibilidad para solucionar el problema, sin que uno se involucre, es grandioso.
El involucrarse, exponiendo puntos de vista y opiniones ajenas, sólo confunde y en la mayoría de los casos, agranda o complica el problema. Cuando una persona siente que le dan cuerda y le dan más énfasis a los puntos de vista y sentimientos de la persona que escucha, sin ver la cuestión directa del problema, entonces, en lugar de ayudar, se toma partido.
Duele ver como los seres cercanos tienen dificultades. Sin embargo el involucrarse y cargar con los problemas de otros, entorpece el proceso de resolución de la situación particular, y también intoxica la relación personal.
Hay que tener cuidado y no adquirir problemas gratuitamente, estos abundan y no sirven para nada. Por más que lo que se escuche sea doloroso, hay que tener la fortaleza para reconocer que “éste no es mi problema,” hay que dejar que lo solucione su dueño.
Se puede y se debe sentir empatía, hay que tener la posibilidad de escuchar y apoyar, pero no se debe solucionar o hacerse responsable de un problema ajeno.Uno puede llegar a pagar consecuencias y culpas gratuitas.
La receta: Los problemas ajenos, no son tuyos
Ingredientes
Afirmación positiva
Los problemas de los demás no son mis problemas. Tengo la fortaleza para poder escuchar sin opinar. Sé que cada persona tiene la posibilidad de resolver sus problemas sin que yo intervenga. La mejor ayuda que puedo ofrecer es el ser neutral, objetivo y sensible. Tengo que dejar que la persona aprenda su lección. Puedo ayudar más cuando no adquiero los problemas ajenos.
Cómo no adquirir problemas ajenos
"Uno solo puede solucionar los problemas que puede controlar, lo demás, hay que dejarlo pasar y tener fe".
Extraído de recetasparalavida.com
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