Cómo las prácticas de duelo judías me ayudaron a enfrentar las pérdidas más grandes de mi vida

19/01/2025

6 min de lectura

Las practicas judías de duelo me ayudaron a seguir adelante en la vida, en vez de quedarme atascada en el dolor.

Durante los últimos años he experimentado muchas pérdidas personales, incluyendo el doble golpe de la muerte de mi padre y de mi hermano en el transcurso de unos pocos años. Seguir los rituales judíos de duelo me ayudó a seguir adelante en la vida, en vez de quedarme atascada en el dolor. Y créanme, hubo momentos en que fue tentador hundirme en la tristeza y quedarme ahí.

La pérdida de esta magnitud es brutal, incluso cuando estás rodeado de parientes, amigos, comunidad y tu familia elegida. Aunque el tiempo suaviza el golpe inicial, el dolor permanece. Pero también hubo sanación. Observar los hitos de duelo del judaísmo me ayudó en mi proceso de sanación.

En junio, mi familia conmemoró ocho años desde el fallecimiento de mi padre. En julio, observamos el primer iortzait (la palabra en ídish para aniversario) del repentino fallecimiento de mi hermano. Y la vida siguió. Entonces ocurrieron los horrorosos eventos del 7 de octubre. De repente volví a sumergirme en el duelo, por los israelíes, por el pueblo judío, por la humanidad. Aunque los caminos de duelo no eran tan claros como aquellos para la familia inmediata, las reglas de duelo del judaísmo me ayudaron también aquí.

Las etapas de duelo

En la universidad, tomé un curso llamado Sobre la muerte y el morir (éramos un grupo morboso), inspirado en los escritos de la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross. Yo era demasiado joven y aún no me había visto afectada por un dolor de esa magnitud para entender las etapas que ella decía que las personas viven después de perder a un ser querido: negación, enojo, negociación, depresión y, finalmente, aceptación. Aún me cuesta la última.

El dolor es crudo y abrupto. Lo único que podía hacer cuando estaba en duelo era recordarme volver a inspirar y expirar. Incluso eso parecía una tarea difícil. Incluso durante mi más oscura desesperación, las leyes judías del duelo fueron un consuelo. No tenía que pensar qué venía después, simplemente me entregué al proceso de luto hasta que llegaba el momento de la etapa siguiente.

Las etapas del duelo en el judaísmo

Hay varias etapas de duelo en el judaísmo. La primera es aninut, un duelo intenso que ocurre antes del entierro, cuando aquellos más cercanos a la persona que falleció están exentos de la mayoría de los mandamientos. Lo único que puede pensar la persona de duelo en ese momento es en enterrar a su ser querido.

Uno de los gestos más conmovedores de este periodo de duelo es kriá, rasgarse la ropa antes del entierro. La prenda rota que es sujetada con un broche en su lugar, te diferencia durante la semana de duelo. Por extraño que parezca, se siente bien, como si fuera imposible esconder la cicatriz invisible que te marca inmediatamente como quien está de duelo, permitiéndole al doliente separarse por un tiempo específico y estar de duelo solo, sin preocuparse por lo que las personas puedan pensar.

Shivá, siete días de separación

El ritual judío de duelo más conocido es la shivá, o los siete días de duelo. Durante esa semana, es tradicional cubrir los espejos, sentarse en sillas bajas y usar la misma ropa que se usó en el funeral.

Mientras se está sentado en shivá, estás en un estado de total incapacidad, ni siquiera te levantas para preparar tu comida. Otros te sirven y afortunadamente limpian todo después. No hay casi ninguna expectativa física de ti. No te preocupas por verte bien, ni siquiera por bañarte, porque no puedes hacerlo. No tienes ninguna responsabilidad de mostrar tu mejor imagen porque se entiende que estás en el peor momento.

Durante la shivá, tus amigos y familia y aquellos que conocieron a la persona que perdiste te visitan con la esperanza de traerte consuelo… y un recuerdo que compartir. En lo que yo creo es el máximo acto de compasión, la persona que hace shivá inicia la conversación, no quien la visita. No hay presión de entretener al otro; esto no es una fiesta. Si el deudo no está de ánimo para hablar con el primo para el cual su objetivo de vida es estar un paso más adelante que tú, puedes sentarte en silencio. El deudo establece las pautas. No hay un constructo social de hablar o ponerse al día si no quieres hacerlo.

Las personas concluyen su visita diciendo la misma frase repetida durante milenios: “Hamakon ienajem etjem betoj shaar avelei tzion veYerushalaim”, que Dios te consuele entre los deudos de Sion y Jerusalem”. Incluso en esto, hay una normalización de tu dolor. Suena raro decirle, pero escuchar la misma expresión una y otra y otra vez casi cementó la pérdida para mi después de un tiempo.

Esta expresión se sintió todavía más pesada después del 7 de octubre. Como judíos, todos estábamos en un estado de shock y duelo, junto con los dolientes de Sion (la palabra antigua para Jerusalem o la tierra de Israel) y Jerusalem. Pero no hubo ningún periodo de duelo oficial por nuestros hermanos y hermanas judías asesinados. Todos simplemente estuvimos en duelo a nuestra forma.

El regalo de compartir recuerdos… y mucha comida

Cuando se hace una visita de shivá, la mayoría de las personas llevan el máximo regalo: un recuerdo o historia sobre tu ser querido. Para mí, los recuerdos crearon una conexión con mi ser querido y las inesperadas sonrisas y momentos de risa cuando escuchaba estas increíbles historias recordadas trajeron también un poco de amor. Y no olvidemos toda esa comida.

Durante una shivá, las personas van más allá de lo necesario para llevarte comida que pueda distraerte o hacerte sentir mimado. Un dulce casero, tu comida favorita, una cena elegante o ese café que tomabas cada día normal. Durante los siete días, hay momentos en que podrías tener un destello de la persona que eras en los tiempos de antes.

La tentación de seguir de duelo

El tema con el duelo es que a pesar de que la pérdida haya sido tan devastadora, también hay cierta clase de consuelo en ceder ante el duelo más profundo. Y tienen que recordarte que debes regresar a la vida, para que no te hundas en tu miseria de forma más permanente.

En el día final de la shivá hay una tradición que me parece al mismo tiempo hermosa y cruel. Debes levantarte y caminar alrededor de la cuadra, lo que simboliza volver a la vida. Pero no lo haces solo, alguien va contigo y te dice literalmente “levántate”. Porque tan agonizante como es la pérdida y tan imposiblemente triste como puede ser la shivá, enfrentar el mundo con tu nueva pérdida puede ser aún más doloroso.

Enfrentar al mundo después de la pérdida

Enfrentar al mundo después de una pérdida se siente como el fenómeno del miembro fantasma. Tú sabes que la pérdida siempre está contigo. El mundo no.

Me resultó difícil definirme a mí misma después de perder a mi padre. Después de sentir ese nivel de amor, fuerza y apoyo, ¿cómo te reconoces a ti mismo? No comprendí que era la niña de papá hasta que mi papá ya no estuvo físicamente. Pero la enormidad de la pérdida sólo sirve para recordarme constantemente la enormidad del amor que compartimos.

No comprendí que era una niña de papá hasta que mi papá no estuvo físicamente.

Ser obligada a levantarse de la shivá y enfrentar el mundo nuevamente, previene que elijas hundirte en la tristeza en el futuro cercano. También sirve para recordarte que hay un futuro. Sólo que ahora es sin la persona que una vez quisiste. Pero aún hay obligaciones de trabajo y familiares y una vida que vivir. Así, 30 días después de perder a la persona que definiste como hija o hermana, o madre, o esposo o hermano, llegas a los shloshim, literalmente, los 30. Para algunos, hay una cena conmemorativa. Puedes reconocer y comer pan (¡jalá!) con aquellos que dijeron varios rezos incluyendo salmos y completaron el estudio de Mishnaiot (elementos de la ley judía), para honrar a tu ser querido. Para otros, es la demarcación entre el duelo completo y los pequeños pasos para regresar a la vida.

Hitos del duelo

Cuando pierdes a un padre, el periodo de duelo se considera un año completo. Para mí, esto significaba un año sin música o muchas de las formalidades de la vida. No extrañaba nada de eso. Sólo extrañaba a mi padre. Aún lo extraño.

Cuando pierdes a un hermano, te esfuerzas por recordar tu lugar en tu propia vida cuando alguien que compartió gran parte de ella ya no está. Sin embargo, técnicamente, después de 30 días tu periodo de duelo oficial se termina. Pero la tristeza está para quedarse, aunque teñida con amorosos recuerdos y tontas risas.

Y luego está el duelo que sentimos la mayoría de los judíos después de la masacre del 7 de octubre. Una pérdida que es indefinible a medida que continúa y la mayoría aún estamos sufriendo. ¿Cómo hacemos individual o colectivamente el duelo por la horrenda crueldad perpetrada en ese día oscuro?

Nuestro duelo colectivo

¿Podemos encontrar formas de hacer duelo y no perder la esperanza por el regreso seguro de los secuestrados en Gaza? ¿Cómo enfrentamos la erradicación de esos hermosos kibutzim construidos en la infancia del estado de Israel moderno, simbolizando esperanza y renovación? ¿Cómo ponemos en palabras la traición de un mundo que aún tiene que reconocer completamente las atrocidades cometidas contra las mujeres judías? No estoy segura que podamos hacerlo.

No tenemos costumbres oficiales de duelo para las masacres de nuestro pueblo, aunque han sido muchas. Leemos el libro de Lamentaciones en Tisha B’Av para conmemorar la destrucción del Primer Templo. Pero para mí se siente de cierta forma incompleto que no tenemos un periodo oficial de duelo por todas nuestras grandes pérdidas colectivas, incluyendo el Holocausto y rezos por aquellos secuestrados, asesinados o brutalizados el 7 de octubre.

Elizabeth Kubler-Ross y David Kessler escribieron algo que resonó profundamente conmigo en este tiempo en medio del duelo y la reconstrucción: “La realidad es que estarás de duelo para siempre. No te ‘recuperarás’ de la pérdida de un ser querido; aprenderás a vivir con ella. Sanarás y te reconstruirás alrededor de la pérdida que has sufrido. Estarás completo nuevamente, pero nunca serás el mismo. No deberías serlo ni querer serlo”.

Ninguno será el mismo nuevamente después de la pérdida de seres queridos con quienes crecimos o de aquellos sobre quienes leímos en reportes del 7 de octubre. Pero estaremos de duelo y lamentaremos y seguiremos las costumbres transmitidas por siglos. Entonces comenzaremos a vivir nuevamente, como lo hemos hecho durante miles de años.

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Raquel Zelmanowicz
Raquel Zelmanowicz
16 días hace

Duele y mucho... la infamia y la indiferencia de muchos...

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