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No se puede cambiar, incluso con las mejores intenciones, si no tenemos un poco de compasión con nosotros mismos.
Es fácil juzgar y criticar a las personas que quieren cambiar y no lo hacen. A pesar de que existe el deseo y la disposición a cambiar, no cambian, simplemente porque no pueden. Y no es una justificación o pretexto, es la realidad.
Una nueva manera de entender por qué es tan difícil cambiar, explica que para cambiar, uno debe hacer las paces con uno mismo y reconocer que la 'esencia propia' es la característica que le da forma a la vida.
Uno puede forjar un carácter más disciplinado, más positivo y mejor integrado a su realidad. Puede aprender a expandir sus talentos, a controlar su temperamento, a controlar sus malos hábitos, trabajar en la paciencia y su tolerancia. Pero, antes, uno debe aprender a quererse y tratarse con más cariño.
Además, no es obligatorio tener que cambiar por completo para ser mejor. Uno es valioso y tiene muchos aspectos positivos y únicos que se deben no sólo respetar sino que hay que seguir nutriéndolos. Ya que, ¿por qué quisieras ser alguien que no eres?
En el pasado se explicaba que las personas que no cambiaban a pesar de querer cambiar, viven buscando nuevas razones para entender lo que hacen, así, encontraban excusas racionales para no cambiar. La rutina y el miedo al cambio son los protagonistas de esta teoría que explica la imposibilidad del cambio.
Pero el cambio es un proceso lento, que implica determinación, compromiso y mucha constancia. No se puede cambiar de un día para otro y no se debería de querer cambiar 'tanto' como uno se imagina. Los cambios deben ser pequeños, prácticos y fáciles.
Para poder cambiar, es necesario dejar el ojo crítico. En lugar de ser un juez cruel y tirano, uno debe aprender a verse con compasión, con respeto y con cariño. La persona debe estar consciente que el mundo cambia constantemente. La vida se reinventa continuamente, las estaciones cambian y las cosas se adaptan a las nuevas condiciones.
Al aceptar las equivocaciones y aprender de sus errores sin mirarse en menos, el cambio se convierte en una segunda piel. Éste, deja de ser una imposición o un castigo y se convierte en una parte integral de la manera de vivir.
Percibir al cambio como un 'mecanismo de crecimiento', ayuda a verlo como un aspecto saludable que invita a buscar con conciencia y con gusto, nuevas maneras para actuar.
Cuando uno reconoce que tiene que cambiar porque ese el lenguaje natural de la vida, entonces el cambio se convierte en una oportunidad que alimenta la fortaleza para cambiar y lograr los propósitos personales.
Cambiar sin temor a ser criticado. Sin sentir vergüenza de equivocarse. Cambiar porque uno tiene que crecer, porque tiene que adaptarse e integrarse. El cambio en sí es vivir.
Ingredientes:
Afirmación positiva:
Quiero cambiar, porque quiero sentirme mejor y más saludable. Nadie me puede calificar ni decir cuánto soy amado/a y aceptado/a, ya que es mi sentir el que importa. Mis pensamientos me recuerdan que soy una persona valiosa en todo momento. Cuando me quiero, me respeto y tengo el valor para cambiar y tener compasión hacia mí. Me permito ser, fallar y sobre todo, volver a intentar para tratar de ser mejor cada dia.
Aprendiendo de la compasión:
"Reconocer cuando uno falla, se siente inadecuado o sufre, sin evadir o criticarse, crea una alianza emocional con uno mismo que sirve de protección y fomenta el crecimiento personal".
Extraído de recetasparalavida.com
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