Crecimiento personal
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La vida después de la muerte es una existencia espiritual que nosotros construimos.
¿Qué nos ocurre al morir? El Rey Shlomó dijo: "El polvo volverá a la tierra como era [originalmente], y el alma volverá a Dios, quien la dio" (Eclesiastés 12:7). Cuando morimos, no dejamos de existir. La muerte es meramente la separación del cuerpo y el alma; cuando morimos, nuestro cuerpo es enterrado y nuestra alma vuelve a Dios. Después de la muerte, la vida es una existencia espiritual, algo que apenas podemos entender durante el tiempo en que estamos en este mundo físico.
Pero, ¿cómo es esa existencia espiritual?
Hay una antigua broma judía. Dos hombres mueren al mismo tiempo y son escoltados hacia arriba. El primero es un erudito piadoso, el segundo un rufián. El individuo recto está a punto de entrar al paraíso, y el rufián le pregunta al ángel que ministra si puede entrar y ver adónde llevan a los virtuosos. Su pedido es concedido, y ve que al individuo santo lo reciben en una gran sala de estudio llena de libros y otros eruditos. El recién llegado suspira con placer y le agradece al ángel por haberlo dirigido hacia esa bendición eterna. Luego, el ángel lleva al renegado a su destino. Interesantemente, el lugar indicado es también una sala de estudio pero, sin embargo, su respuesta es bastante diferente: "¿Qué infierno podría ser peor que una biblioteca?".
Esta fábula alude a una profunda verdad. Pensemos en una pregunta fundamental. La mayoría de las personas (religiosas) asumen que hay un lugar (ya sea físico o espiritual) llamado "Paraíso". De acuerdo a la tradición judía, este lugar se denomina Olam Habá, o 'Mundo Venidero'. Ahora, ¿existe realmente el Olam Habá? Algunos pensadores judíos afirman que sí, pero no como nosotros generalmente lo imaginamos.
El Rey Shlomó dijo que, al morir, una persona va a su casa (Eclesiastés 12:5). Nuestros Sabios infieren de ese versículo que una persona construye su propia casa espiritual.
En otras palabras, el hogar eterno de una persona es exclusivamente suyo y fue creado naturalmente por sus propias decisiones en este mundo. Para entenderlo mejor, analicemos el siguiente planteo sobre la naturaleza del Olam Habá:
La recompensa en este mundo puede ser natural o artificial. Por ejemplo, cuando le prometo a mi hija un caramelo por limpiar su cuarto, la recompensa es artificial porque no hay una conexión inherente entre la acción y la remuneración.
Por otro lado, si mientras limpia encuentra un juguete que se le había perdido o disfruta tener el cuarto limpio, está disfrutando las consecuencias naturales de su acción.
¿Qué tipo de recompensa es el Olam Habá? Estamos diciendo que, principalmente, la recompensa en el Olam Habá es una recompensa natural.
Los místicos y los racionalistas comparten esta idea. De acuerdo con Maimónides, el Olam Habá es el resultado natural de la conducta virtuosa, porque las buenas acciones son transformadoras. Cuando hacemos lo correcto, nos volvemos más espirituales. La existencia espiritual del alma después de la muerte es la consecuencia natural de los logros espirituales de la persona en esta vida. De hecho, como lo expresa Maimónides, la Torá se refiere al Olam Habá como "vida", sugiriendo que es simplemente el resultado natural de los logros espirituales de la persona en este mundo.
Volviendo a la parábola con la que comenzamos, si me perfecciono de tal forma que llego a valorar lo espiritual por sobre lo material, valoraré naturalmente la existencia espiritual de la vida después de la muerte. Si, por el otro lado, me enfoco sólo en los placeres materiales y nunca desarrollo una apreciación por lo espiritual, entonces no seré capaz de valorar lo sagrado.
De la misma forma, los cabalistas sugieren que las acciones y los pensamientos de la persona construyen mundos espirituales de bien y de mal. Para la mayoría de las personas, esos mundos espirituales —creados mediante el cumplimiento de mandamientos— son imperceptibles en esta vida. Entonces, una persona no sólo va al Olam Habá, sino que va a su propio mundo, a su propio hogar, ese hogar que construyó durante su vida, completamente fiel a su estilo y personalidad.
Quizás esta perspectiva explique la razón por la que Maimónides le resta importancia al infierno, apenas mencionándolo. En su opinión, el peor castigo posible en el mundo venidero es perder la oportunidad de tener la experiencia espiritual del Olam Habá.
Esto podría también explicar la razón por la que la tradición judía no se enfoca en la naturaleza de la vida después de la muerte. Porque la vida después de la muerte es un libro que continúa siendo escrito. Con cada buena acción que hacemos en este mundo, nos transformamos en un ser que valora un tipo de existencia que escapa a nuestra más creativa imaginación.
Entonces, atrévete, haz una buena acción, y afianza tu eternidad. Lo que hagas durará por siempre.
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