3 min de lectura
3 min de lectura
3 min de lectura
3 min de lectura
3 min de lectura
3 min de lectura
Aprende a disfrutar a tu familia a pesar de tener problemas —que por cierto, son inevitables— con ciertas personas.
Las reuniones familiares no son, ni deben de ser el lugar para confrontar o resolver viejos problemas que ya vienen cargados con resentimientos amargos. Las reuniones familiares son momentos de celebración y de reencuentro.
A pesar de que las reuniones familiares pudieran parecer una excelente plataforma para poder ventilar y aclarar situaciones incómodas, en realidad no lo son. Hay muchas distracciones, ruido, hasta bebidas alcohólicas, niños pequeños, personas que tienen mucho tiempo de no verse… el tiempo para platicar es limitado y no es un lugar apropiado.
Una celebración o una reunión familiar es un momento para fortalecer las relaciones con las personas. Es tiempo para festejar, divertirse y sentirse parte de un núcleo que nutre las relaciones y que otorga el sentimiento de pertenencia necesario para sobrevivir en un mundo acelerado y lleno de compromisos.
Cuando uno está invitado a una fiesta, debe de ir con la intención de pasarla bien. No se va a buscar pleitos, ni a encontrar pretextos para criticar y hacer que otros se sientan incómodos.
Hay que saber agradecer la invitación y hacer que todos disfruten de una buena reunión. Hacer de la celebración un momento agradable y memorable beneficia a todos.
Obvio que los problemas se deben solucionar o por lo menos aligerar y desde luego, que sería increíble poder limar esas asperezas que lastiman tanto. Pero es importante reconocer que las fiestas no son el lugar apropiado.
Las reuniones familiares así como cualquier tipo de reunión, tienen una rica variedad de personalidades y de temperamentos. Está el chistoso que se burla de todos, el dramático con su papel como protagonista en la tragedia de su vida, el controlador, está el exitoso, el social, la bonita, la mudita, al que todos molestan, el que ofende y el que está enojado y se ha peleado con todos… cada uno es especial.
Todos juntos enriquecen la experiencia y hacen que la familia sea única. Nadie habla de que hay familias perfectas y CLARO que todas las familias tienen su historia y sus problemas. La cuestión que se habla aquí, es que a pesar de los problemas y los males entendidos, existe un ingrediente nutritivo y necesario que hace que la familia sea un centro importante para el bienestar personal.
Negar o evadir a la familia, sólo amarga la existencia. Quizá no hay que amarla de tan cerca, sobre todo si ésta provoca tanto malestar y si de verdad la locura es mayor. Pero definitivamente hay que aprender a reconocerla, no maldecirla y saberla aceptar.
La familia es parte de uno mismo, si no la puedes entender, por lo menos aprende a aceptarla y a saber sobrellevarla.
Si tienes una reunión familiar, recuerda es solo una reunión, lleva una buena actitud y no busques resolver, nada más trata de pasártela bien y crea un buen pretexto para platicar en otra ocasión.
Disfrutando reuniones familiares
Ingredientes
Me da gusto poder disfrutar a mi familia y a mis amigos. Reconozco la fortuna que tengo, porque tengo gente que me quiere. Irradio paz, cariño y busco lo mejor de todos los que se encuentran cerca de mí. Puedo sonreír y ser agradable con mis familiares que me han lastimado. Las reuniones son buenas para el alma y la paz emocional. Agradezco la oportunidad de tener familia.
Si aprendes a disfrutar tus reuniones familiares, éstas podrán ser los grandes tesoros que te den fuerzas cuando menos lo esperes.
Extraído de recetasparalavida.com
Nuestro newsletter está repleto de ideas interesantes y relevantes sobre historia judía, recetas judías, filosofía, actualidad, festividades y más.