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Cada uno permite que lo traten como cree que se merece, aunque no siempre sea bajo su conciencia plena.
Cada uno recibe el trato que permite. Cuando uno se valora lo suficiente, reconoce que es uno mismo la única persona que pone el ejemplo de como debe ser tratado. Uno sabe lo que permite y lo que no es aceptado.
Desde luego que uno no controla el temperamento o el mal humor de otros y tampoco puede predecir las circunstancias de cómo se dan algunos eventos. Sin embargo, uno decide cuándo se engancha y cuándo toma a personal diálogos que perfectamente podrían ser perspectivas o cuestiones ajenas a la interacción personal.
Es fácil estar al pendiente del trato que se recibe de los demás. Fácilmente se pueden enlistar los episodios donde los otros maltratan, humillan, se burlan o hasta ignoran.
Las malas actitudes de los otros son claras, concretas y se pueden contabilizar inmediatamente.
Sin embargo, es poco frecuente reconocer el maltrato y la humillación cuando es ocasionada por la persona misma. De hecho, este maltrato, es mucho más severo, más intenso y mucho más cruel que el que se recibe de otras personas.
Soy un tonto… Qué estupidez dije, como no aprendo a callar… No es normal lo mal que me veo… Siempre me equivoco… Yo no entiendo nada de lo que me explican… Soy un caso perdido… a mí no se me dan las cosas… En fin, cada uno sabe qué dice y cómo se maltrata y se limita. De hecho, el juez más severo y más cruel siempre es uno mismo.
En tonos un poco menos drásticos están las personas que no entienden por qué las personas las lastiman constantemente, por qué les faltan la respeto o simplemente por qué no les dan su lugar y las consideran para cosas importantes.
La respuesta en ambos casos es la misma. Tú y solo tú permites que te traten como te tratan. Desde luego que está el mal humor, los problemas y los temperamentos de los otros, todas cosas válidas, siempre y cuando uno entienda que no se puede ni se debe creer en esos maltratos, porque eso ya es algo que no depende de uno.
El buen trato se inicia con uno mismo. Cuando uno se trata con dignidad y con respeto invita a que las otras personas hagan lo mismo. El diálogo interno y personal se proyecta en el trato externo.
Al reconocer qué se tiene, entonces hay cuestiones que no son permitidas ni aceptadas, así cuando se recibe un maltrato uno puede decidir si le afecta, lo carga o simplemente lo deja pasar ya que el maltrato de otros no es algo que uno va a permitir.
Las emociones son importantes siempre y cuando se las pueda reconocer y controlar. Tener la claridad de que el trato que se permite de los demás es solo una refleccion del trato que uno se da a uno mismo.
Ingredientes:
Afirmación personal para tratarme con dignidad:
Me trato con amor y respeto. Vivo con dignidad y respeto la individualidad y el carácter de los demás. Me cuido y me protejo del maltrato porque yo soy una persona valiosa. Nadie tiene el derecho de lastimarme ni hacerme sufrir, ni siquiera yo debo hacerlo.
Entre mejor me trato, mejor me tratan los demás. Cuido mis pensamientos, mis palabras y mis acciones. Lo que hago es importante y tiene impacto.
Cómo aprender a cuidarse y dejar el maltrato:
"Date importancia y respeto, actúa con dignidad, el universo conspirará para que todos te traten de igual forma".
Extraído de recetasparalavida.com
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