Contar al mundo sobre el genocidio nazi

18/03/2025

11 min de lectura

La verdadera historia detrás de The World Will Tremble, cómo los judíos escaparon de un campo de concentración y advirtieron al mundo sobre el Holocausto.

El director Lior Geller no planeaba hacer una película sobre el Holocausto. Pero al investigar la historia de su propia familia, se encontró con una historia real increíble: en el campo de exterminio de Chelmno, los nazis comenzaron a usar gas venenoso para matar a los judíos y a otros. En tres años, unos 320.000 judíos fueron asesinados en Chelmno. Milagrosamente, un pequeño grupo de judíos escapó y trató de advertir al mundo sobre los horrores que ocurrían allí.

"Cuando descubrí esto, pensé: ‘¿Cómo es posible que esto no se haya contado antes? Debe haber al menos un libro’", explicó Geller. "Pero no había ninguno". Decidido a contar esta asombrosa historia, Geller trabajó con investigadores de Yad Vashem durante diez años y creó una nueva película, The World Will Tremble, basada en la historia real de Michael (Mordechai) Podchlebnik y Salomón Weiner, judíos que escaparon de Chelmno y contaron al mundo lo que habían visto. La película fue estrenada el 14 de marzo del 2025.

Cuando el mundo conmemora el 80º aniversario de la liberación de Chelmno, es hora de que se conozca finalmente la historia de los valientes judíos que escaparon de ese infierno mortal.

Chelmno

Después de tomar el control de Polonia en 1939, uno de los primeros actos de los nazis fue confinar a los judíos en guetos. Establecieron alrededor de 1.000 guetos en ciudades y pueblos de toda Europa. En Polonia, los dos guetos más grandes estaban en las ciudades de Varsovia y Lodz, las ciudades más grandes de Polonia.

Antes de la Segunda Guerra Mundial, la población de Lodz era aproximadamente un tercio judía. En 1940, todos los judíos fueron trasladados a una pequeña zona dentro de la ciudad sin electricidad ni agua corriente. 164.000 judíos fueron apiñados en el gueto, rodeados por alambre de púa y patrullados por guardias nazis. Pronto, decenas de miles más de judíos fueron transportados a Lodz desde otras ciudades y pueblos, haciendo que el gueto estuviera aún más abarrotado y miserable.

Los residentes no judíos de Lodz eran muy conscientes de lo que estaba sucediendo: una carretera principal atravesaba el gueto, y los tranvías de la ciudad de Lodz pasaban por el gueto todo el día. Desde sus ventanas, los pasajeros observaban cómo los judíos se morían lentamente de hambre y o eran devastados por enfermedades. (Más tarde se construyó una zona separada en el gueto para albergar aproximadamente a 5.000 gitanos (romaníes y sintis), quienes también fueron asesinados por los nazis).

Para 1941, los nazis buscaban formas de acelerar la muerte de los judíos del gueto. Eligieron la pequeña localidad de Chelmno, a unos 80 kilómetros al oeste de Lodz, como el lugar para llevar a cabo sus malvados planes de asesinato masivo.

Tomaron el control de un viejo palacio en la aldea. Los guardias nazis disfrutaban de una vida lujosa en las habitaciones del palacio; los prisioneros eran mantenidos en las mazmorras. Tres camiones grandes fueron estacionados en los terrenos del palacio y fueron equipados para bombear gases en contenedores sellados en la parte trasera. Estos fueron los primeros experimentos de los nazis para asesinar judíos con gas. Los nazis construyeron un segundo sitio en el bosque a unos 4 kilómetros y medio de Chelmno, donde los cuerpos de los judíos muertos eran quemados en grandes crematorios y enterrados en tumbas masivas.

Miembros de una comisión de crímenes de guerra examinan una camioneta de ejecución en la que los judíos fueron gaseados mientras los transportaban a los crematorios en el campo de exterminio de Chelmno, Polonia.

Los judíos llegaron al palacio de Chelmno el 7 de diciembre de 1941. Fueron mantenidos en las mazmorras durante una noche, luego los sacaron y les dijeron que tenían que trabajar. Primero, los guardias nazis les dijeron que debían bañarse. Los prisioneros judíos fueron obligados a desnudarse; los nazis recogieron todas sus pertenencias y actuaron como si fueran a etiquetarlas con los nombres de sus propietarios, como si fueran a devolver las pertenencias de los prisioneros. (En realidad, las pertenencias de los prisioneros fueron dadas a los alemanes que vivían en la zona).

Luego, los prisioneros judíos fueron obligados a caminar a través de un pasillo estrecho de 22 metros de largo, denominado "a los baños". Al final, los obligaban a entrar en la parte trasera de los camiones y los sellaban dentro de contenedores reforzados. Un agujero en el fondo del piso estaba conectado a una manguera que conducía al tubo de escape del camión. Mientras el camión funcionaba, los judíos dentro de cada camión se asfixiaban lentamente a medida que el monóxido de carbono llenaba el camión. Después de unos 15 minutos, todos estaban muertos. Los prisioneros judíos eran obligados a descargar y limpiar los camiones, transportar a los muertos a través del bosque hasta los crematorios, y quemar y enterrar los restos.

Chelmno operaba con una eficiencia increíble. Entre 1941 y 1945 fueron asesinados allí por lo menos 172.000 judíos y otros (incluidos unos 5.000 gitanos). La ubicación rural de la aldea dificultaba la fuga. A lo largo de los cuatro años en que Chelmno funcionó como un sitio de asesinato masivo, sólo ocho judíos escaparon. Cuatro lograron escapar en la confusión de los combates en los últimos días de la guerra, cuando las tropas soviéticas se acercaban a la ciudad. Otros cinco judíos escaparon antes y contaron al mundo sobre los horrores que se estaban desarrollando allí.

Michael Podchlebnik

The World Will Tremble cuenta la historia de Michael Podchlebnik y Salomón Weiner. En el invierno de 1942, ellos escaparon de Chelmno saltando de un camión que transportaba a los prisioneros judíos para cavar tumbas masivas en el bosque.

Michael comerciaba con ganado y tenía 30 años cuando fue llevado a Chelmno en enero de 1942. Más tarde describió su experiencia al aclamado documentalista Claus Landsmann en su documental Shoá. Antes de la guerra, Michael hacía negocios en Chelmno, por lo que sabía exactamente dónde estaba cuando fue llevado al patio del palacio.

Michael Podchlebnik

Como otros judíos, Michael describió haber escuchado rumores de que los nazis estaban matando a los judíos de forma masiva, pero él, como la mayoría de los judíos polacos, no podía creer que esto fuera posible. Sin embargo, cuando estaba frente a Schlass Chelmno (el nombre del palacio) entendió que el sadismo de los nazis no tenía límites. El patio estaba lleno de ropa y zapatos, y enseguida se dio cuenta de que los dueños de esos objetos no estaban por ningún lado. Los padres de Michael habían sido enviados recientemente a Chelmno, y de inmediato entendió que estaban muertos.

En lugar de ser gaseado de inmediato, Michael - junto con casi dos docenas de otros judíos - fue asignado al trabajo como prisionero esclavo, ayudando a los nazis en su matanza. En el documental de Landsmann de 1985 Shoá, el traductor de Michael describe las condiciones en las mazmorras donde él vivía con otros cuatro esclavos judíos. "En el suelo había algo de paja donde dormían. En las paredes, había marcas: 'de aquí nadie sale con vida', y él pensó que eran los (judíos) de los pequeños pueblos alrededor de Chelmno, que habían llegado antes que él. Había muchos nombres… [en las paredes] había inscripciones" de los nombres de los judíos que habían sido mantenidos allí.

Michael describió la primera vez que presenció a los nazis gaseando a un grupo de judíos en Chełmno:

Las personas salieron del camión y entraron en el primer piso del castillo, donde había un "baño"; eso fue lo que dijeron a los hombres, mujeres y niños. No era un baño, pero los alemanes engañaron a la gente y les dijeron que debían ir al "baño".

Los obligaron a desvestirse: las mujeres, sus hijos, los hombres todos juntos. Los hicieron atravesar esa sala y salir por el otro lado, donde los metieron... donde subieron a los camiones. (Michael) escuchó los camiones encendiéndose y a la gente llorando, a la gente recitando el Shemá Israel, y los llantos se hicieron cada vez más débiles. Luego hubo un silencio total.

Después, los nazis obligaron a Michael y a otros judíos esclavizados a abrir las puertas de los camiones. Soldados nazis de Ucrania revisaron todos los cadáveres, arrancando joyas y dientes de oro. Michael recuerda que cada vez que los soldados veían un anillo en la mano de un judío muerto, le cortaban todo el dedo para quitarle el anillo más fácilmente.

En su tercer día descargando un camión lleno de judíos asesinados, Michael vio entre los muertos los cuerpos de su esposa e hijos y se derrumbó de agonía. “Colocó a su esposa en la fosa y pidió que lo mataran”, explicó su traductor en Shoá. “Los alemanes le dijeron que aún tenía energía para trabajar y que no lo matarían en ese momento.”

Michael también fue testigo de otros horrores. Los guardias alemanes obligaban a los judíos a poner en equilibrio botellas sobre sus cabezas y luego disparaban a las botellas como práctica de tiro. Los nazis sacaban regularmente a mujeres jóvenes de los transportes a Chełmno para violarlas antes de enviarlas a ser gaseadas junto con los demás judíos. Los guardias obligaban a músicos judíos a tocar en una grotesca banda mientras observaban cómo asesinaban a sus correligionarios.

Un escape audaz 

Poco después de llegar a Chełmno, Michael se hizo amigo de otro judío llamado Salomón Weiner. Ellos querían contarle al mundo los horrores inimaginables que estaban ocurriendo dentro de Chełmno. Juntos, planearon un audaz escape.

Salomón y Michael representados en la película The World Will Tremble

Aproximadamente dos semanas después de su llegada a Chełmno, Michael y Salomó iban en un camión abarrotado de judíos, en dirección a los crematorios y fosas comunes cercanas, donde tendrían que enterrar a otro grupo de judíos asesinados. “Todos iban sentados, camino al trabajo”, explicó más tarde el traductor de Michael en la película Shoá, “y los guardias de las SS apuntaban sus armas, vestidos con pieles. En un momento dado (Michael) se levantó y pidió un cigarrillo. Uno de los SS le dio un cigarrillo y fuego, y en ese momento… les pidió a los otros que iban con él al trabajo que también se levantaran y pidieran cigarrillos. Durante ese tiempo, sacó su cuchillo (todos los prisioneros tenían uno para las comidas), cortó la lona y pensó que tenía que saltar, aunque eso significara morir…”

Michael y Salomón saltaron del camión en movimiento y corrieron. Nevaba y hacía un frío terrible, y los dos judíos llevaban ropa inadecuada para el clima. En el bosque se separaron, pero ambos, milagrosamente, lograron sobrevivir. Por separado, cada uno llegó al cercano pueblo de Grabów, cuyos judíos aún no habían sido deportados a los campos de exterminio, y les advirtieron lo que les esperaba.

Michael Podchlebnik da testimonio en el juicio a Eichmann en Jerusalem.

Michael luego se dirigió a la ciudad polaca de Rzeszów (Reichshof en alemán), donde tenía familia. Allí fue encerrado en el gueto y sobrevivió hasta el final de la guerra. Posteriormente, Michael testificó como testigo en juicios contra los nazis, relatando los crímenes que había presenciado. En 1961, en Israel, compareció como testigo en el juicio de Adolf Eichmann, uno de los arquitectos del asesinato de los judíos de Europa y el nazi de más alto rango en ser llevado a juicio. El testimonio de Michael, junto con el de otros testigos, ayudó a condenar a Eichmann.

El informe Grojanowski

El mismo invierno en que Michael Podchlebnik y Salomón Weiner escaparon de un grupo de trabajo en Chełmno, hubo otro prisionero que también logró huir. Yaakov Grojanowski, quien también utilizó los seudónimos Szalamek Bajler y Szlama Ber Winer, fue obligado a cavar fosas comunes en Chełmno junto con Michael y Salomón. En el transcurso de unas pocas semanas, presenció el asesinato de casi todos los 1.600 judíos de su ciudad natal, Izbica Kujawska, y fue forzado a quemar y enterrar sus cadáveres.

Yaakov Grojanowski

En enero de 1942, después de enterarse de que él y otros prisioneros estaban a punto de ser asesinados, Yaakov escapó por la pequeña ventana en la parte trasera del camión que lo llevaba, junto con otros judíos, a la zona boscosa de Chełmno. También él llegó a Grabów y advirtió a los judíos del pueblo sobre lo que había visto en Chełmno. Después de hablar con Yaakov, el rabino Jakub Szulman escribió una carta a sus familiares, que estaban prisioneros en el gueto judío de Łódź, describiendo lo que estaba ocurriendo con los judíos polacos:

Mis queridos:

Todavía no he respondido a sus cartas porque no sabía exactamente lo que estaba ocurriendo. Ahora, para nuestra gran desgracia, lo sabemos todo. Un testigo ocular que, por casualidad, logró escapar del infierno ha venido a verme… Lo he sabido todo por él. El lugar donde están matando a todos se llama Chełmno, no lejos de Dąbie; las personas son retenidas en el bosque cercano de Łochów. La gente es asesinada de dos maneras: o bien mediante disparos o con gas venenoso… No piensen que quien escribe está loco; lamentablemente, esta es la cruel y trágica verdad…

Luego Yaakov logró llegar al gueto de Varsovia, donde advirtió a los judíos sobre el destino de aquellos enviados a Chełmno. Allí, un grupo de judíos organizaba lo que llamaban el grupo “Oneg Shabat”, que documentaba la vida cotidiana en el gueto y creaba un registro escrito sobre lo que los judíos polacos estaban padeciendo. Yaakov dictó un testimonio formal sobre lo que había presenciado en Chełmno a Hersz y Bluma Wasser, dos miembros del grupo "Oneg Shabat". Titularon su informe Los acontecimientos en Chełmno, lo tradujeron al polaco y al alemán, y lo enviaron a la Delegatura, un grupo clandestino polaco que transfería información al Gobierno de Polonia en el exilio en Londres. Hoy, este documento fundamental es conocido como el Informe Grojanowski.

En él, Yaakov describió los horrores que él y Michael Podchlebnik habían presenciado. A continuación, un extracto en el que relata la espera de la llegada de los judíos cerca de los crematorios y las fosas comunes a las afueras de Chełmno:

A las diez en punto llegaron las primeras víctimas… Esperaban en fila, un camión tras otro. Al mediodía recibí la triste noticia de que mi hermano y mis padres acababan de ser enterrados. Intenté acercarme a los cadáveres para dar una última mirada a mis seres más queridos. Me arrojaron un terrón de tierra congelada, lanzado por el benevolente alemán con la pipa. La segunda vez, ‘Gran Látigo’ (el apodo de un guardia nazi) me disparó… De toda mi familia, que sumaba sesenta personas, soy el único que sobrevivió. Al anochecer, mientras ayudábamos a cubrir los cadáveres, dejé mi pala. Michael Podchlebnik siguió mi ejemplo y juntos recitamos la plegaria de duelo. Antes de dejar la fosa, cinco de los ocho (prisioneros judíos que habían enterrado a los muertos) fueron fusilados…

El mundo no tembló

Los testimonios de los pocos judíos que lograron escapar de Chełmno sobre las torturas y asesinatos en masa allí cometidos llegaron a Occidente. El cineasta Lior Geller tituló su impactante película The World Will Tremble (El mundo temblará), por la frase que uno de los prisioneros judíos dice en su filme: quienes escaparon querían advertir al mundo sobre lo que estaba ocurriendo para que la gente reaccionara e hiciera todo lo posible por detener las actividades nazis en Chełmno y otros lugares.

El cineasta Lior Geller

Sin embargo, en la realidad, a pesar del desgarrador testimonio de Michael Podchlebnik, Salomón Weiner, Yaakov Grojanowski y otros, el mundo simplemente se encogió de hombros. La BBC transmitió un informe especial el 26 de junio de 1943 sobre la nueva información sobre Chełmno, describiendo cómo los judíos eran asesinados en masa con gas venenoso y luego enterrados en fosas comunes. Un par de semanas después, el 6 de julio de 1942, The New York Times publicó una nota sobre los asesinatos masivos en Chełmno, pero estuvo lejos de ser una noticia de primera plana; el periódico la colocó en la página 6.

Dado el desinterés del mundo, es más importante que nunca recordar la historia de nuestro pueblo y la increíble valentía de los hombres que escaparon de Chełmno y advirtieron al mundo sobre lo que estaba ocurriendo.

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JORGE BORISONIK
JORGE BORISONIK
29 días hace

Y hay imbeciles que niegan el holocausto, carajooo

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