Cuando la percepción se vuelve realidad

3 min de lectura

Shlaj (Números 13-15 )

¿Cómo nos evaluamos a nosotros mismos? ¿Nos miramos en el espejo o tratamos de proyectar una evaluación a través de la mirada de los demás? La respuesta a esta pregunta podemos encontrarla en el episodio de los espías en la parashat Shlaj.

Los espías eran "todos hombres [distinguidos], cabezas de los hijos de Israel" (Números 13:3). Eran los líderes más honorables. Por lo tanto, la pregunta obvia es en qué se equivocaron al hablar mal de la tierra. Quizás su error fue que especularon respecto a cómo los veían los demás en vez de llevar a cabo su misión de reconocimiento. Esto parece aparente a partir de un extraño versículo donde los espías describen el enorme tamaño de los canaanitas y dicen: "éramos como saltamontes ante nuestros ojos, y así también éramos ante sus ojos" (13:33). Su inseguridad se debió y se reveló a través de la forma que se imaginaban a sí mismos ante los ojos de los canaanitas. Dado que se veían a sí mismos como insectos insignificantes, mucho más pequeños y débiles que los habitantes de Canaán, supusieron que los lugareños los percibían de esa manera, y permitieron que esa percepción se transformara en su realidad. Tal vez esta fue la fuente de su informe negativo de la tierra, porque su percepción nubló su juicio general.

Al comenzar cualquier proyecto, la psiquis con la cual uno enfoca la tarea puede ser el marco de su ejecución. Por ejemplo, al competir en un deporte, un equipo habrá perdido el partido desde el comienzo si no cree que puede vencer a su contrincante, porque su autoestima define su actitud y dirección. Lo mismo es cierto respecto a los espías, quienes se convencieron a sí mismos desde el comienzo de que eran incapaces de vencer a los canaanitas. Muchos explican este miedo como una falta de fe en Dios. Pero como un corolario o como su fuente, esto puede haber manifestado una falta de autoestima, que es una falta de fe en sí mismos. Desde este punto de vista, los espías dudaron de sí mismos con respecto al pueblo: "¡No podremos subir a ese pueblo, pues es más poderoso que nosotros!" (13:31) y confundieron la "tierra que mana leche y miel" que Dios les prometió (13:27) con "una tierra que devora a sus habitantes" (13:32). Por lo tanto, la peculiar redacción de la Torá es simplemente una causa y efecto. Es decir: porque se veían a sí mismos como poco valiosos ("éramos como saltamontes ante nuestros ojos"), se volvieron poco valiosos ante los ojos de los demás ("y así también éramos ante sus ojos").

Más adelante, en el Libro de Números, Moshé declara: "Limpios se presentarán ante Hashem y ante los israelitas" (32:22). El Talmud aprende de aquí que uno no sólo debe tener limpia su conciencia, sino que también debe actuar de una forma que no despierte sospechas ante un observador (Ioma 38a). Sin embargo, si alguien sólo se preocupa por la manera en que presume que los otros lo perciben, ya sea desde un nivel de autoestima positivo o negativo, termina siendo deshonesto. Como era una generación cuyos padres y abuelos sólo conocieron la esclavitud y constantemente eran evaluados por sus amos, psicológicamente tiene sentido que no eran adecuados para entrar a la tierra de Israel, como queda en evidencia a partir de su psiquis. Por lo tanto, esa generación tenía que morir por completo antes de que sus descendientes pudieran convertirse en amos de su propio destino. Cuando alguien trata de imaginar lo que los demás piensan de él y actúa en base a eso, se convierte en esclavo de un destino desafortunado. Pero cuando alguien se permite ser amo de su propio camino, entonces es capaz de forjar su propio destino.

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