De ama de casa a activista de derechos humanos en defensa de los judíos soviéticos

07/09/2022

11 min de lectura

La lucha de Pamela Cohen para ayudar a liberar a los judíos soviéticos.

De ama de casa a activista

Pamela Cohen Braun probablemente es una de las mujeres judías más importantes de la que nunca oíste hablar.

Durante décadas, Pamela luchó una batalla silenciosa por los judíos soviéticos, movilizando a los políticos y periodistas de todo el mundo desde su pequeña oficina en un suburbio al norte de Chicago. Aunque una y otra vez le quitaron importancia considerándola "simplemente un ama de casa", ella ayudó a miles de judíos soviéticos en su lucha por vivir una vida judía y por el derecho a emigrar a Israel y a los Estados Unidos.

Pamela se negó a aceptar un no como respuesta, y metódicamente construyó una red de activistas que se expandió por el globo y brindó esperanza a miles de personas. Su libro Hidden Heroes: One Woman’s Story of Resistance and Rescue in the Soviet Union (Gefen Publishing House: 2021) relata su increíble historia. En una entrevista exclusiva con Aishlatino.com, Pamela describió su travesía de ser un "ama de casa común y corriente" a una activista de derechos humanos.

Mis padres me inculcaron que uno es responsable por su pueblo.

Pamela creció en un suburbio de Chicago, en una familia no particularmente observante, pero sus padres siempre resaltaron la importancia de la comunidad judía. "Ellos me inculcaron que uno es responsable por su pueblo. Tienes la obligación de ayudar a otros que están en peligro".

Pamela se casó con su esposo Lenny. Ellos vivían en el exclusivo suburbio de Deerfield y estaba ocupada criando sus tres hijos pequeños. El activismo político era lo último que le preocupaba. Pero todo cambió una tarde de junio de 1970 cuando Pamela y Lenny vieron las noticias de la noche y escucharon la historia de un grupo de judíos soviéticos que habían sido arrestados por tratar de secuestrar un avión para escapar hacia Occidente. "No podíamos entenderlo. ¿Secuestradores judíos?", cuenta Pamela.

La represión soviética

Los judíos enfrentaban una discriminación intensa y generalizada en toda la Unión Soviética. A los judíos se les negaba la entrada a las universidades. Eran identificados por su religión en sus documentos de identidad y eran perseguidos. Si algún judío deseaba aprender más sobre su herencia y practicar su religión, las represalias no tardaban en llegar. Estaba prohibido enseñar hebreo. Tener libros judíos era motivo de arresto. Las pocas sinagogas que tenían permiso de existir eran focos de espionaje de la KGB. Todo el aparato del vasto estado soviético se movilizó para aplastar cualquier movimiento de identidad y orgullo judío.

Todo el aparato del vasto estado soviético se movilizó para aplastar cualquier movimiento de identidad y orgullo judío.

Pero no lo lograron por completo. Miles de judíos soviéticos se resistieron de formas grandes y pequeñas, decididos a vivir vidas judías.

En su libro, Pamela describe el efecto electrificante que tuvo la Guerra de los Seis Días entre Israel y sus vecinos árabes en el año 1967 sobre los judíos de la Unión Soviética. "La propaganda soviética, en la televisión controlada por el estado, repetía constantemente las noticias sobre el ataque de los ejércitos árabes, señalando la inminente derrota del incipiente estado judío. En sus pantallas de televisión, los judíos soviéticos veían a sus hermanos, orgullosos soldados judíos uniformados, dispuestos a morir por un estado judío, una patria nacional donde los judíos no fueran parias, donde pudieran vivir con orgullo. Como un rayo que atravesó la cortina de humo de la propaganda, el reconocimiento cognitivo de que había un hogar judío les dio a los judíos soviéticos un nuevo sentido de pueblo, dignidad y propósito nacional".

Con el Primer Ministro Menajem Begin, en un encuentro de UCSJ, Jerusalem, 1981

Los judíos soviéticos comenzaron a leer todo lo que podían encontrar para aprender más sobre Israel y sobre su religión judía. La novela Éxodo de León Uris de 1958 fue llevada de contrabando a la Unión Soviética, donde la tradujeron al ruso y la copiaron a mano para distribuirla por todos lados.

En 1970, un grupo de 16 jóvenes judíos planearon algo muy arriesgado. Compraron pasajes para todos los asientos de una avioneta de 12 lugares. Planeaban secuestrar el avión, buscar al resto de los miembros de su grupo y volar hacia Suecia y finalmente a Israel. Pero tal como temían, la KGB supo de su plan y los interceptaron cuando llegaron al aeropuerto en la mañana del 15 de junio de 1970. El grupo fue llevado a juicio y les dieron duras sentencias. Dos de los jóvenes judíos fueron sentenciados a muerte (luego sus sentencias fueron cambiadas por duras penas de prisión). El resto fue condenado a años de prisión en gulags en Siberia.

Al leer sus nombres y escuchar la determinación de este grupo de judíos valientes, algo cambió para Pamela. "En un flash de reconocimiento, supe que Iosef Mendelevich, Hilel Butman, Zylva Zalmanson y su esposo Edward Kuznetsov, y el resto del grupo eran gigantes morales judíos que se habían enfrentado al Kremlin. Pero quise saber más. ¿Quiénes eran? ¿Cómo habían llegado a la decisión que dio como resultado años de prisión y duros trabajos en Siberia?"

Actuar en Chicago por los judíos soviéticos

En las semanas siguientes, Pamela investigó las noticias sobre los secuestradores judíos, y sobre los judíos soviéticos en general, pero encontró muy poca información. Pocas de las personas que ella conocía en su suburbio densamente judío conocían las terribles condiciones en que vivían los judíos soviéticos, y a muy pocos parecía importarles. Muchos de los judíos norteamericanos que Pamela conocía se mostraban apáticos o indiferentes hacia los graves peligros que enfrentaban algunos judíos en el mundo.

Con Natan Sharansky en el encuentro anual de la UCSJ, Washington 1986

Pero no todos los judíos norteamericanos eran indiferentes. Una mujer local llamó a Pamela y se identificó como una voluntaria de una pequeña organización llamada "Chicago Action for Soviet Jewry", que presionaba a los políticos para crear conciencia sobre la difícil situación de los judíos soviéticos. Ella había oído que Pamela estaba interesada en los judíos soviéticos y le preguntó si quería ayudar a vender tarjetas conmemorativas para recaudar dinero para la organización.

Esa era la invitación que Pamela había estado esperando. Se unió al pequeño grupo y pasó sus noches aprendiendo sobre las intricadas políticas entre los soviéticos y los norteamericanos y presionando a los políticos de su país. Pamela ayudó a organizar a los judíos de Chicago para que escribieran cartas a los políticos norteamericanos y a los refuseniks en la Unión Soviética (los judíos que habían aplicado a una visa para emigran a Israel y a quienes se les había negado el permiso).

El grupo de Chicago formaba parte de una organización mayor, la UCSJ (Unión de Consejos para los Judíos Soviéticos), que coordinaba las actividades de toda una gama de activistas en los Estados Unidos, así como en Francia, Gran Bretaña y otros países. "Me sorprendió descubrir que la tarea de salvar a millones de judíos soviéticos se limitaba a un grupo de unos treinta activistas, voluntarios de base que dirigían su consejo local independiente en los Estados Unidos, Londres o París. Pero estos activistas no asalariados proyectaban una imagen de fuerza que magnificaba enormemente la realidad de sus números".

Eventualmente Pamela fue uno de los líderes del Chicago Action for Soviet Jews y luego de la UCSJ. A lo largo de sus años de activismo, Pamela mantuvo su humildad y siempre estuvo enfocada en sus aliados en la lucha para ayudar a los judíos soviéticos. Ella nunca quiso que la vieran como alguien que llegaba de afuera a decirle a los judíos soviéticos qué debían hacer, ni quiso atribuirse el mérito de las batallas que se libraban desde adentro. De hecho, gran parte de su libro está dedicada a documentar los nombres y las vidas de refuseniks poco conocidos que pasaron años resistiéndose al poder aplastante de la Unión Soviética de cualquier forma que pudieron.

Miles de "héroes ocultos"

Pamela comenzó a documentar la historia de cada refusenik que pudo. En la mayoría de los casos, los refuseniks eran despedidos de sus trabajos. Al no poder mantenerse, corrían riesgo de ser arrestados por el crimen de "parasitismo". Muchos otros judíos ni siquiera podían pedir emigrar, estos judíos a veces eran llamados waitniks. Cada refusenik tenía un archivo en la oficina de Pamela, con sus circunstancias individuales y sus necesidades, escritas y compartidas con activistas que escribían cartas por ellos, presionaban a los políticos en su beneficio o incluso contrabandeaban objetos necesarios para los refuseniks dentro de la Unión Soviética.

Una reunión en la Casa Blanca con el presidente Reagan, 1987. Pamela es la cuarta desde la izquierda, al lado del secretario Shultz. Vladimir Slepak es el primero a la derecha.

Uno de los héroes a quien Pamela resalta en su libro es un brillante científico de Moscú llamado Dr. Popov. "Él comenzó a monitorear sistemáticamente ciudades fuera de Moscú, especialmente Kiev. Recolectó información sobre los obstáculos para emigrar y los refuseniks, sus casos, sus problemas, las búsquedas de la KGB en sus casas, demostraciones, arrestos. Nuestras llamadas semanales proveían documentación y evidencia anecdótica que tenía que llegar al occidente, incluyendo los nombres de los refuseniks de Kiev que se habían puesto en las primeras líneas al firmar pedidos de ayuda a los Estados Unidos".

Hubo también otros activistas judíos soviéticos llegaron a los registros de Pamela. Estaban los maestros secretos de hebreo que se arriesgaban a ser arrestados y exiliados por enseñar hebreo a sus hermanos judíos. Algunos judíos publicaron y distribuyeron secretamente libros y periódicos judíos. Muchos judíos soviéticos insistían en adoptar sus tradiciones y el estilo de vida judío. Cada uno era un acto de desafío.

Los "prisioneros de conciencia", conocidos en ruso como Zeks, eran judíos que iban a prisión por sus creencias e insistencia en vivir una vida judía auténtica. Otros judíos erróneamente fueron declarados dementes y los enviaron a hospitales psiquiátricos a recibir tratamientos punitivos, siendo sometidos a espantosas torturas, todo en nombre de darles "tratamiento" para su "locura" de querer vivir una vida judía.

Como un milagro

Pamela y sus compañeros activistas trabajaron febrilmente para proveer a los judíos soviéticos lo que necesitaban de forma desesperada. A veces, increíbles coincidencias ayudaron a Pamela y a sus aliados a enviar ayuda, dándole la impresión de que su camino recibía ayuda de una forma inesperada. Una de las herramientas más poderosas del Chicago Action for Soviet Jewry era la ayuda de turistas locales que accedían a visitar la Unión Soviética como lugar de vacaciones, y al estar allí reunirse con los refuseniks, Pamela y sus colegas pasaron muchas horas preparando a los turistas norteamericanos respecto a la situación política de la URSS, las historias individuales de las personas con quienes se encontrarían, y preparándolos para la posibilidad de un arresto de la KGB o interferencias.

Demostración estudiantil en defensa de los judíos de la Unión Soviética en Helsinki, 1988. De izquierda a derecha: Jacob Ner-David (en la jaula), Pamela, Rav Avi Weissm Glenn Richter

Una vez, Pamela recibió una llamada desesperada explicándole que un refusenik precisaba una cirugía cardíaca de emergencia y necesitaba una válvula cardíaca artificial. Pamela enseguida se enteró de un médico norteamericano que planeaba visitar la Unión Soviética y que podía llevar esa válvula para salvar una vida. Cuando un famoso refusenik fue arrestado y necesitaba un abogado, Pamela se enteró que un famoso abogado de los Estados Unidos iba a viajar a la Unión Soviética y él accedió a ayudarlo.

Pamela también registró que cuando supo que la famosa refusenik Ida Nudel se encontraba en espantosas condiciones en un gulag en Siberia y que se estaba congelando, "en la siguiente maleta de un turista estaba mi abrigo de piel. El abrigo viajó de Chicago a Moscú y a Siberia. Nunca supe cómo se enteró que yo lo había enviado, pero después de ser liberada me escribió una carta agradeciéndomelo, y yo la tengo enmarcada".

¿Grasa de oso? ¿Quién oyó hablar de eso? Pero en una hora lo habíamos resuelto. Un turista de Alaska estaba por viajar a visitar la ciudad de ese refusenik.

"La grasa de oso… esa fue la más increíble coincidencia", recuerda Pamela con una sonrisa. Cuando un conocido refusenik le mandó a decir a Pamela que necesitaba grasa de oso para un remedio casero que precisaba un médico chino para tratarlo, Pamela supuso que ese extraño pedido sería imposible de cumplir. Pero ella no descartó su pedido; simplemente la logística hacía imposible obtener grasa de oso. "¿Quién oyó hablar de grasa de oso en Chicago? En una hora ya lo habíamos arregaldo".

Había un turista que estaba por partir de Alaska, donde se podía conseguir grasa de oso, e iba a visitar la ciudad donde vivía ese refusenik. Él aceptó llevar el ingrediente.

Descubrir el judaísmo

A lo largo de su libro, Pamela describe una discordante desconexión. Ella pasaba gran parte de sus días inmersa en las luchas de los judíos que estaban dispuestos a arriesgar sus vidas y su libertad para tener la oportunidad de celebrar las festividades judías, aprender hebreo o irse a vivir a Israel. Pero ella vivía en un suburbio judío asimilado.

Pamela recuerda una carta que recibió de un refusenik de Riga, llamado Alexander Mariasin. Allí, él le relataba una emotiva historia sobre un grupo de judíos que insistió en celebrar Simjat Torá a pesar de estar atrapados en un vagón de cara rumbo a un campo de exterminio nazi. "Es una historia maravillosa", escribió Mariasin en su carta, "sobre un pueblo maravilloso. También nosotros celebramos Simjat Torá y nos alegramos" desafiando a las autoridades soviéticas.

Un encuentro con el presidente Bush

"¿Simjat Torá?", se preguntó Pamela al leer esa carta. "¿Cuántos de nosotros en Deerfield tomamos Simjat Torá en serio, o por lo menos sabemos de qué se trata? La carta desencadenó en mi un anhelo por algo que nunca tuve, una herencia que había desaparecido en algún lugar del barco entre Lituania o Polonia y una nueva vida en Norteamérica. El crecimiento de los refuseniks estaba inspirando mi propio crecimiento".

En un memorable pasaje de Hidden Heroes, Pamela recuerda el consejo del famoso refusenik Iosef Mendelevich, uno de los secuestradores de 1970 cuyos actos inspiraron a Pamela en un primer momento. Él logró comunicarse con ella desde su celular en Siberia y le confió que estaba aprendiendo hebreo en prisión. Cada día escribía una palabra en un pedacito de papel y lo escondía en su cinturón. Él sugirió que Pamela hiciera lo mismo. Pamela se preguntó cómo podía ignorar su propio aprendizaje judío cuando estaba rodeaba del ejemplo de hombres y mujeres que se esforzaban tanto por el privilegio de aprender una sola palabra de hebreo.

Cuando el disidente profesor de hebreo, Ari (Leonid) Volvosky le escribió a Pamela y le pidió que le enviara una copia en inglés de la obra clásica "Book of Our Heritage" (Nosotros en el tiempo) de Eliahu Kitov, ella accedió y también compró una copia para sí misma. Después de eso, "cada vez que los refuseniks me pedían un libro, yo compraba también una copia para mí".

Demostración de UCSI en el edificio del Capitolio, Washington, 1987 (en el artículo en inglés falta la foto)

Ari Volvovsky fue enviado a exilio interno en Gorky. Cuando Scott, el hijo de Pamela, celebró su bar mitzvá, Volvovsky le envió una emotiva carta que Pamela incluyó en su libro. Él escribió: "Hoy… tienes el derecho de elegir. Un camino es el camino de la Torá y los mandamientos… El otro camino es alejarse… del judaísmo. Todo está en tus manos y Dios te dará fuerza y coraje para elegir el camino correcto… En este día tan importante, no debemos olvidar a nuestros hermanos y hermanas que sacrificaron sus vidas por la existencia de nuestra nación y por el establecimiento de nuestro estado, Israel… No podemos olvidar a nuestro pueblo en la Diáspora, que no puede vivir en libertad, y nuestra sagrada responsabilidad es ayudarlos con todo lo que esté a nuestro alcance".

Este mensaje dio en el blanco. Eventualmente Pamela y Lenny establecieron un centro de Estudios Judaicos en su suburbio, a medida que se profundizó su compromiso de aprender sobre el judaísmo y practicarlo.

Pamela reveló a Aishlatino.com que ella y Lenny dieron el siguiente paso en su travesía judía: hicieron aliá y se convirtieron en ciudadanos de Israel. Ahora viven la mitad del año en Chicago y la mitad en Jerusalem.

Defender lo que es correcto

Uno de los temas más frustrantes en Hidden Heroes es la enorme desconexión entre Pamela y los otros activistas y la relativa indiferencia de muchos líderes judíos dentro de las principales instituciones judías.

Uno de los modelos de Pamela fue Peter Bergson, un líder sionista de los años 40 que abogó por construir un ejército judío para ayudar a rescatar a los judíos de las tierras bajo dominio nazi. A pesar de la oposición del establishment judío, de todos modos Bergson educó a los judíos norteamericanos sobre los horrores que tenían lugar en las comunidades judías bajo dominio nazi.

Pamela observó la misma renuencia por parte de las principales organizaciones judías con respecto a actuar por los judíos soviéticos. "Cuando me convertí en presidente de la UCJS, quise poner en la organización el molde de Bergson. No estábamos construyendo una organización, sino una fuerza de choque", señala.

"Sentíamos que había un incendio y debíamos apagar el fuego. Siempre había que hacer mucho más de lo que podíamos llegar a hacer, y simplemente teníamos que hacer todo lo que estuviera a nuestro alcance".

Pamela espera que su libro inspire a una nueva generación de judíos a acercarse a su propia herencia judía. "No puedes saber adónde vas a menos que sepas de dónde vienes. Estás aquí por una razón, y cada uno tiene la obligación de esforzarse para que el mundo sea un lugar mucho mejor".

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